BLOG EL PASEO
Por Saúl García
Es curiosa la regla de tres de las líneas áreas: si subimos los precios porque nos suben los impuestos, los turistas se irán a otros destinos más baratos que, por otra parte, ofertan ellos mismos
La Asociación de Líneas Aéreas busca aliados en Canarias para que defiendan sus propios intereses. No lo dice así, por supuesto. Lo que hace es advertir del “riesgo que se cierne sobre el turismo”. Quiere que otros pidan, por ellos, a la Unión Europea, que no le apliquen los impuestos por contaminar. Si los vuelos entre islas y con la Península han quedado exentos, pues el resto también.
Dice su presidente, Javier Gándara, que “si se incluyen los vuelos que conectan Canarias con el resto de Europa en el citado régimen, se someterá al Archipiélago a la posible pérdida de un millón de visitantes internacionales en 2030, lo que redundaría en la pérdida de unos 42.000 empleos”.
Estaría bien que enseñaran el desarrollo de esos cálculos, que dicen que es de un informe de Deloitte. Los de Repsol también tenían informes que iban menguando: primero iban a crear 50.000 empleos y después, entre 3.000 y 5.000. Por no hablar de la famosa pérdida de competitividad. Hace diez años se perdía un enlace con Madrid y era un drama. ¿Y la ampliación de la pista del aeropuerto? Lo mismo: absoluta pérdida de competitividad. Vamos a terminar el año con récord de turistas y la misma pista no ha crecido.
Después está el hecho de que no está demostrada la capacidad o conveniencia de creación o destrucción de empleo que tienen uno o dos millones, más o menos, de turistas. Con dos residentes por cada cama alojativa, en Lanzarote hay un paro estructural alarmante del 25 por ciento. La catedrática de Economía Beatriz González, advirtió el mes pasado que “en esta economía, cada vez cuesta más dinero crear un nuevo puesto de trabajo”.
Es curiosa la regla de tres de las líneas áreas: si subimos los precios porque nos suben los impuestos, los turistas se irán a otros destinos más baratos que, por otra parte, ofertan ellos mismos. Si los turistas quisieran ir a Túnez o Egipto porque volar allí es más barato, ya lo harían.
Las líneas aéreas saben que los vuelos van a ser más caros, con o sin impuestos. Y que tienen que reducir emisiones. Lo reconocen ellos mismos: “La propulsión eléctrica y el hidrógeno están aún lejanos, por lo que el esfuerzo se tiene que hacer en el SAF (combustible sostenible para aviación) basado en la biomasa”. Pero, de momento, aunque será obligatorio usar un porcentaje de ese combustible a partir de 2025, es muy caro. Y hay otros factores de encarecimiento: la inflación, el alza del precio del combustible (el queroseno ha subido más del doble respecto a 2020), la subida de los tipos de interés o el euríbor.
En cuanto a la situación de las líneas aéreas, el propio Javier Gándara dice que “hay que tener en cuenta, por un lado, que muchas de ellas se han endeudado mucho para sobrevivir y los créditos hay que devolverlos”. Lo que se llama, con otras palabras, el riesgo que se cierne sobre el turismo.
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