Olga Rodríguez, periodista y fundadora de eldiario.es
“En el periodismo se está abandonando la profundidad, la narrativa y el contexto”
Olga Rodríguez, periodista y fundadora de eldiario.es
Comenzó en la Cadena SER y pasó por Cuatro y CNN+. Fue fundadora y defensora del lector de eldiario.es, pero ha pasado gran parte de su carrera fuera de las redacciones, cubriendo conflictos internacionales.
-Del descrédito de los medios de comunicación, ¿qué parte de responsabilidad es de los medios y cuál no se nos puede achacar?
-Los medios tienen que asumir buena parte de su responsabilidad. Es verdad que estar bien informado es una militancia que exige mucho tiempo y esfuerzo, y a un ciudadano de a pie no se le puede exigir estar bien informado porque quizá trabaja muchas horas al día y la vida a veces no es fácil. Por eso la responsabilidad social del periodismo, porque la información es un servicio público y una sociedad mal informada es fácilmente manipulable. Ha habido un relax en las formas de hacer información y últimamente se ha ido deteriorando por muchos motivos.
-¿Está entre esos motivos la tecnología, que permite que muchas personas transmitan información, y la concentración de muchos medios por grandes empresas?
-No me parece que la tecnología sea el principal problema del periodismo. Dice el periodista, guionista y productor David Simon que hay un antes y un después en los medios, marcado por el momento en que entró el poder financiero. Eso influye en los contenidos, porque si son propietarios no se va a informar de su responsabilidad en las crisis económicas, pero también entran gerentes a dirigir los medios y aplican la máxima de a más recortes, mas beneficios, precarizando las redacciones. ¿Para qué informar si es más barato aparentar que se informa? Esto supone que muchas redacciones disminuyan las redes de corresponsales o las cierren y apuesten por informar con las dos grandes agencias de noticias. Si reducimos la mirada, nos conduce a la uniformidad de la información: informar de lo que pasa en Jerusalén desde Madrid no se puede hacer bien y tiene otra consecuencia, no te queda más remedio que ser equidistante. Por ejemplo, si tuviéramos que informar así de la II Guerra Mundial, se contaría que el rabino del Gueto de Varsovia dice que los nazis están masacrando a los judíos y que Goebbels lo niega. Describamos la realidad, no nos limitemos a lo que dicen unos y otros.
-No ayuda el nivel de precarización de las plantillas o que muchos de los corresponsales sean freelances.
-Es difícil que ahora alguien de plantilla esté más de una semana cubriendo un conflicto. Si quieres estar un tiempo, tienes que ir de freelance y eso es precarización de todo, no se les hace seguro de vida ni se cubren necesidades mínimas, y hay un cinismo porque muchos medios prefieren contar con alguien que ha decidido ir a mandar a alguien, porque así no es su responsabilidad.
-¿En las redacciones hay menos libertad para informar o para elegir de lo que se quiere informar? ¿Hay menos iniciativa propia?
-Depende de los medios, hay dinámicas nocivas en el propio concepto de qué es noticia. Lo que ocurre todos los días no es noticia. Que más de mil millones de personas pasen hambre en el mundo no es noticia, lo es una vez al año cuando se actualiza el dato. Eso ya nos habla de que hay que informar de aquello que va a la raíz de las cosas, aquello que cualquier historiador honesto del futuro subrayaría para definir nuestro presente. Y también es verdad que se han querido crear redacciones más dóciles y controlables, y luego están las dinámicas como la dependencia de las agencias. Cuando estaba en Irak, en un bombardeo estadounidense hubo 27 muertos y llamé a la radio para que me dieran paso. Me dicen que acaban de informar que el Alto mando central estadounidense en Qatar dice que va a haber un parón en el avance y me dan paso con esa noticia y yo cuento el atentado. Media hora después llegaron los compañeros de Reuters y cuentan el bombardeo y me llaman de la redacción para decir que ha habido un bombardeo con 27 muertos y les digo: “Ya, lo hemos contado en primicia”. Por eso hablo de las dinámicas. Querer ser el primero ahora es absurdo y se está abandonando la profundidad, la narrativa, el contexto...
-Los medios acaban informando todos de lo mismo y se parecen mucho unos a otros.
-Se copian los unos a los otros. Las teles miran el informativo de la competencia en lugar de crear su propia agenda. Si todos nos copiamos dejamos fuera temas fundamentales. En un debate político se acreditan 600 periodistas pero si hubiera 600 periodistas a las puertas de un desahucio, siguiendo la vida de una familia que no llega a fin de mes o el daño de la contaminación, se lograría que en el debate público se abordaran temas fundamentales que están fuera de la agenda.
-También cabría preguntarse qué información demanda la gente. Eldiario.es parece que funciona, pero no llega a 40.000 socios. Si tuviera medio millón, seguiría siendo un porcentaje pequeño de la población pero tendría mucha más influencia.
-Es la excusa que se pone siempre, que algo aburre o no da audiencia. Además nadie tiene la cuadratura del círculo de la audiencia. Doy muchas conferencias con Rosa María Calaf y ella siempre cuenta que hizo un reportaje para Informe Semanal que fue lo más visto de la semana, solo superado por la final de Nadal. En Estados Unidos, en la ABC les dan mes y medio para investigar, por ejemplo, la privatización de las cárceles, luego hacen una pieza de sesenta minutos y después todas las caras de la cadena apuestan por ello. Si no contamos cosas porque aburen a la gente, pues no hablemos de economía. Lo de aburrir es relativo, hacen falta buenos periodistas que cuenten bien las cosas. Como modelo de futuro, hay un espacio para apelar al compromiso del lector, para ser independientes hace falta su apoyo.
“Que más de mil millones de personas pasen hambre en el mundo no es noticia, lo es una vez al año, cuando se actualiza el dato. Eso ya nos habla de que hay que informar de aquello que va a la raíz de las cosas, aquello que cualquier historiador honesto del futuro subrayaría para definir nuestro presente”
-Habla de que estar bien informado es una militancia, pero esa militancia, ¿se debe limitar a estar bien informado o habría que pagar para que se haga buen periodismo?
-Hay que castigar el mal periodismo y premiar el bueno, pero aportando algo. Puede haber equilibrios con una financiación mixta y hay medios que han hecho buenos trabajos dependiendo solo de publicidad, pero depende de qué publicidad y de qué accionariado entre. El periodismo pierde credibilidad, pero también la política, los ciudadanos viven procesos de desafección, incredulidad y miedo y eso hace daño a la democracia.
-Dice Chomsky que la gente ya no se cree los hechos. Así es difícil diferenciar unos medios de otros. ¿Habría que crear una especie de sello de garantía o algo similar?
-Como decía Kapucinsky, el buen periodismo ayuda a la humanidad y el malo crea odio o arrogancia. Esa es la primera herramienta, preguntarse eso, si ayuda a la humanidad o fomenta odio. Por otro lado, poner el foco en las fake news está bien pero no nos podemos limitar a eso. En las tertulias de televisión, el moderador es la auctoritas, si un contertulio miente y la auctoritas no lo desmiente, queda como verdad. Hay líneas rojas muy peligrosas que se han cruzado. Las guerras empiezan con un cambio de vocabulario y esto lo estamos viendo en los últimos años. Lo primero que hay que tener es ética periodista y lamentablemente no está de moda.
-El libro de David Jiménez, El director, ha sido un bombazo en la profesión y fuera de ella. El periodismo en España no está acostumbrado a hablar de lo que ocurre internamente.
-Es bueno que se hable de las dificultades que tenemos, de las presiones... Entiendo que haya gente que le parezca mal, pero yo llevo muchos años escribiendo sobre los retos y los problema del periodismo y hay mucha endogamia también. Una cosa es no ser protagonistas, como narradores, y otra es ocultar cosas, que nos puede llevar a la deshonestidad. Se ha impuesto un periodismo con tendencia a la tortícolis, a mirar hacia arriba, a los despachos. Es un periodismo de enredo y se nos ha olvidado cubrir la importancia de lo que le pasa a la gente en la calle, y a lo mejor si hablamos de eso bajaría la desafección hacia el periodismo.
Comentarios
1 Anónimo Sáb, 13/07/2019 - 09:12
Añadir nuevo comentario