El movimiento breakdance de Fuerteventura promueve las danzas urbanas como una manifestación cultural que ha llevado incluso a sus componentes a certámenes internacionales
La calle, pista de baile
El movimiento breakdance de Fuerteventura promueve las danzas urbanas como una manifestación cultural que ha llevado incluso a sus componentes a certámenes internacionales
Matías y Adrián, conocidos en las redes sociales como Bboy Mattone y Baby Marvelous, respectivamente, son dos de los jóvenes que fomentan el movimiento de baile urbano en Fuerteventura como una manifestación cultural y una actividad saludable. Quieren desterrar los tópicos en torno a estilos como el breakdance, nacido en el barrio neoyorquino del Bronx.
“En el baile urbano hay arte, cultura y muy buenos valores”, defiende Adrián. Este joven, proveniente del mundo del baloncesto y por su altura nadie diría que puede practicar los movimientos que requiere este tipo de danza urbana, se ha especializado en ‘krump’, un nuevo estilo conocido a nivel mundial desde hace sólo cuatro años y que le ha llevado a participar en el campeonato mundial de Rusia este mes de julio. Asegura que es el único capaz de bailar krump en Fuerteventura.
Matías y otros compañeros viajarán al campeonato mundial de Holanda de breakdance. “Para poder formarse hace falta salir fuera, que es donde están los profesionales”, señalan. Algo que han logrado con mucho esfuerzo y ahorro. Adrián, con tan solo 25 años, ha recorrido el mundo para mejorar su estilo. Ha estado en Alemania, Reino Unido, Francia, Hong Kong y Dubai, estancias tras las que pudo comprobar que es uno de los “más altos del mundo” que baila krump.
Está vinculado a un grupo de baile francés con sede en Lyon, de donde es su mentor ‘Marvelous’, de ahí su nombre artístico, y creador del movimiento en la zona gala de la que destaca la fuerte concienciación en torno a la cultura urbana y el baile a diferencia de lugares como Fuerteventura donde todavía estas danzas no cuentan con gran aceptación entre la población, aunque, sin duda, aquellos que los han visto moverse en el piso de cualquier plaza han disfrutado con sus acrobacias y movimientos.
Estos jóvenes defienden el baile en la calle, donde recuerdan que realmente nació esta manifestación artística. Y frente a quienes le confieren una imagen negativa, destacan que “es todo lo contrario”. Recuerdan que ya en su momento se promovió que esta cultura pudiera salir de los guetos donde se originó y, finalmente, fuera aceptado como la manifestación artística que, a día de hoy, es.
El movimiento suma, actualmente, una quincena de bailarines que “entrenan” semanalmente y cuyas acrobacias puedan contemplarse en zonas turísticas como Corralejo o en festivales en los que vienen participando bajo el nombre artístico de MBF grupo. De programas como Fama señalan que contribuyeron a fomentar estos bailes pero que se limitan a la esencia de una coreografía. En cambio, ellos compiten en las llamadas “batallas”, mediante las que deben demostrar que sus movimientos superan a los del contrincante.
La presencia femenina en los estilos urbanos que dominan no suele ser habitual, porque son “más rudos y más atléticos”. Sin embargo, cuentan con una bailarina de excepción: Momo, cuya participación esperan que sirva de reclamo para llegar a más chicas para que se incorporen al movimiento.
También cuentan con un representante de origen africano, Seth Nickwuay, que baila afrohouse y recuerdan que, “al fin y al cabo las danzas africanas son el origen de todos los bailes. En torno a este referente promovieron, recientemente, un taller afro que con tan sólo dos días de difusión, a través de su página en instagram MBF grupo, alcanzó una notable proyección.
Sobre sus inicios como ‘kumprer’, Adrián comenta que creció escuchando a Michael Jackson, cantante favorito de su madre. “Era mi ídolo”, dice. De niño, su timidez y la incomprensión social, le impedían manifestarse a través del baile. Tanto él como Matías aseguran arrenpentirse de no haber dado rienda suelta a sus impulsos e iniciarse en el baile mucho antes por miedo al “qué dirán”.
En el caso de Matías, originario de Argentina, asegura que le gustaba más hacer el pino que jugar al fútbol, deporte con gran arraigo en su país. Durante una temporada dejó el breakdance hasta que en un campeonato en Gran Canaria volvió a sentir la llamada del baile y, desde entonces, ya no ha dejado de bailar.
Ambos comparten el entrenamiento en sus modalidades con las visitas al gimnasio, donde aprovechan para promocionar su plataforma. Con el Movimiento breakdance Fuerteventura promueven también el baile como terapia. “Si lo practicas es para desahogarte”, comenta Adrián.
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