Chafarmeja política
La pasada semana los ciudadanos de esta isla sufrimos el capítulo número doscientos treinta de la historia de la inestabilidad política insular. Los que nacimos con la democracia podríamos hacer colección de cromos de las crisis de gobierno. La triste realidad es que la historia se repite a demasiada velocidad. Todavía no nos habíamos acostumbrado al abrazo del partido popular, supuestamente de centro, con el partido socialista, supuestamente de izquierdas, cuando se les rompió el amor de tanto usarlo. ¿Quién apostaría que a media legislatura el pacto se iba a romper? Pues ni más ni menos que media isla pues nos conocemos el caminito de la legislatura de cabo a rabo.
Los argumentos, excusas, justificaciones, ruedas de prensa, traiciones, acusaciones mediáticas y enfrentamientos de supuesto tinte ideológico se repiten legislatura tras legislatura desde los tiempos de Chana Perera y su ventosa. Nada nuevo en el panorama de la triste, pero real como la vida misma, decadencia política de esta isla. Imparable.
Debo reconocer que el capítulo “échalas a pelear” del señor Pedro San Ginés no me sorprendió lo más mínimo. No se puede esperar otra cosa del personaje político. Ejerció como presidente mecido en la cuna del machismo más recalcitrante, sus formas y actitudes como político son el reflejo de esa frase: “échalas a pelear”. Nada que deba sorprender a los que escuchamos sus plenos, vivimos sus carencias más elementales y tuvimos la prescindible experiencia de tenerle como representante público de la primera institución de la isla.
Al capítulo de horrendas muestras de la baja estofa de nuestra clase política, a la altura de Chana y su ventosa, Marcos Páez y su afán esquilmador, la peleas en la sede de PNL y el papel de presidente accidental del preso Dimas Martín que protagonizó Mario Pérez, debemos unir ahora el “échalas a pelear" de Pedro el Pacífico y el “yo no soy una chafarmeja” de Ástrid Pérez.
Eran la siete y veinte de la mañana del viernes día 26 de noviembre cuando en los informativos matinales de La Ser, Hoy por Hoy Lanzarote del conocido periodista Carlos García, la señora alcaldesa de la maltratada capital de la isla se despachaba a gusto contando a los sufridores oyentes cómo pidió en varias ocasiones a Leticia Padilla (Lanzarote en Pie) que se incorporara al grupo de gobierno de Arrecife (escuche aquí el audio):
“Yo llevo pidiendo a Lanzarote en Pie en varias ocasiones que se incorporara al grupo de gobierno. Lo hice a principio de legislatura, lo hice caminando a la Casa de la Cultura hace seis meses cuando íbamos a presentar una exposición y lo he hecho ahora. No es la primera vez que le solicito incorporarse al gobierno. En la primera reunión que mantuvimos la semana pasada me preguntó: “Lo primero, oye ¿esto es una broma? ¿el ofrecimiento es real, no es real?...” y le dije, primero, que yo no soy una chafarmeja, que yo no tengo por qué invitar a nadie a entrar en un gobierno si no pienso invitarle. Si no quiero que entres no te ofrezco entrar... por supuesto que era real”.
Entiendo perfectamente la estupefacción de Leticia Padilla. No sé cómo se quedó la concejal de Lanzarote en Pie tras oír de la alcaldesa que no es una chafarmeja. Supongo que pensaría lo mismo que pensamos todos: ¿chafarmeja? ¿chafa armeja? ¿armeja?. Creo que es muy de chafarmeja derechona proponer a un partido de izquierdas un pacto de gobierno mientras se pasea hacia una inauguración en la Casa de la Cultura. Debe estar la señora alcaldesa muy acostumbrada a chafarmejadas tales como decidir gobiernos entre lideresas, al margen de los órganos de los partidos, así, entre amigas, de paseo hacia una inaguración o de vuelta a casa en Binter.
La palabra chafalmeja es un canarismo que tiene el significado de “persona de conducta informal e irresponsable”. No sé qué significa chafarmeja, supongo que en algún momento la alcaldesa habrá llegado a la conclusión de que hablar mal es muy del pueblo y que, por tanto, hablarle mal al pueblo la convierte en una persona de conducta formal y responsable.
Entiendo que romper un grupo de gobierno a mitad de la legislatura es también una conducta formal y responsable. En mitad de la mayor crisis sanitaria que ha vivido la humanidad generar inestabilidad política es muy formal y responsable. Empezar una campaña electoral cuando falta más de un año para las elecciones es muy formal y responsable, sobre todo cuando atravesamos una de las crisis económicas más graves de este país y tenemos los índices de pobreza infantil más altos de España. Si además ese gobierno que dirige la no chafarmeja se rompe porque, según ella misma reconoce, la mitad de su gobierno actuaba de espaldas a la intervención y fiscalización, no hacia su trabajo, y la concejal de hacienda escapaba a su control, tenemos suficientes argumentos para creer que la señora Pérez ha sido y es un ejemplo de política de conducta formal y responsable.
Es de muy formal y responsable gobernar con la izquierda, con la derecha, con los nacionalistas, con los socialistas y con los arribistas. Tanto monta, monta tanto. Por eso le propone a Leticia entrar a gobernar con el psoe y le propone entrar a gobernar con cc, y con el sursum corda si ella quiere. Da igual, porque es de no chafarmeja carecer de ideología, principios y programas políticos que cumplir.
Es muy responsable y formal no tener dirección política para la capital de la isla, confundir gobernar con conceder licencias, convertir la ciudad en un charco de heces y apostar por el coche en lugar del peatón. Todo el mundo sabe que Arrecife no tiene patrimonio que proteger porque no se ha aprobado un catálogo de bienes históricos, no tiene un plan general porque a la señora no chafarmeja le basta con ejecutar la adaptación básica de María Isabel Déniz, que es el ejemplo de urbanismo criminal por excelencia de la isla, detrás de los hoteles de Yaiza, claro.
La señora no chafarmeja alcaldesa puede presumir de formalidad y responsabilidad, por eso gobierna con secretaria e interventora accidental, porque en esa capital un habilitado nacional dura lo que un dulce en la puerta de un colegio. Y finalmente, es de muy no chafarmeja exigir el cumplimiento de la legalidad al campamento de migrantes, negarles un trato mínimamente digno al necesitado, al tiempo que vive desde hace quince años en una casa ilegal.
Todo muy formal y responsable. Políticamente hablando, claro, que se me entienda. Que es asunto político, público y de interés general el hecho de que su señor esposo es un corrupto confeso y que su amiga, en congreso de lideresas no chafarmejas de vuelta en Binter, debió decidir ponerle al mando de las carreteras de la isla. Todo muy formal y responsable. Ejemplar, incluso.
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