El Programa Pangaea, de la Agencia Especial Europea y la NASA, vuelve a la Isla para entrenar a los astronautas para una futura expedición a La Luna o a Marte
Aprendiendo a vivir en La Luna sin salir de Timanfaya
El Programa Pangaea, de la Agencia Especial Europea y la NASA, vuelve a la Isla para entrenar a los astronautas para una futura expedición a La Luna o a Marte
Tres astronautas salen una mañana de travesía por el Parque Natural de los Volcanes. Antes de llegar a la Isla han estado en Italia, donde han adquirido los conocimientos de geología que van a tener que demostrar sobre el terreno. Los científicos que les han estado preparando les acompañan pero no les ayudan. Se trata de replicar las condiciones que se van a encontrar cuando hagan ese mismo paseo por La Luna, o quién sabe si por Marte, y se encuentren completamente solos.
Se ha elegido esta zona por sus formaciones lávicas, por las bocas de sus volcanes, por sus materiales, por sus cuevas... Los astronautas, que llevan unos trajes que imitan a los que tendrían puestos si estuviesen en misión espacial, tienen que elegir qué materiales se llevarían de vuelta, cuáles son los que pueden dar la pista sobre las condiciones probables donde se desarrolla, o se desarrolló, la vida, y cuáles son los que se parecen más a los que habrá en otros planetas.
Deben identificar, por ejemplo, si la erupción de aquel volcán que tienen a sus pies fue freatomagmática o si por el contrario fue hidromagmática, a escoger sus propias rutas de exploración sobre el terreno o a mantener la comunicación con los equipos científicos.
Cuando termine la excursión expondrán sus conclusiones y mostrarán su material a los científicos. “Con esta información podremos decir si esto es como pensábamos o es distinto, es un proceso de aprendizaje y es lo mismo que van a necesitar cuando vayan a La Luna porque no tendrán toda la información, no les vamos a decir si tienen que recolectar esta muestra o esta otra”.
Quien explica esto es Francesco Sauro, geólogo y director técnico del programa Pangaea, que se dedica a formar astronautas. Sauro es el responsable de que Lanzarote sea el campo de entrenamiento de esta misión porque “es uno de los lugares del mundo que muestra más analogías con La Luna o con Marte”.
Los volcanes no son un patrimonio exclusivo de la humanidad. La Agencia Espacial Europea (ESA) recuerda que el vulcanismo no es exclusivo de la Tierra. La Luna tuvo una gran actividad volcánica hasta hace menos de 2.000 millones de años y Marte, que hoy es un desierto helado y frío, fue configurado en el pasado en la mayor parte de su superficie por el agua y los volcanes.
La interacción entre el magma y el agua es similar a la del planeta rojo, donde hubo ríos y mares y, por lo tanto, se dieron unas condiciones de vida parecidas a las de La Tierra.
Rueda de prensa sobre el terreno. Foto: Gerson Díaz.
La interacción del magma y el agua es similar a la del planeta rojo, donde hubo ríos
Samuel Payler, coordinador de los entrenamientos del programa Pangaea, asegura que “en Lanzarote podemos observar las interacciones geológicas entre la actividad volcánica y el agua, dos factores claves en la búsqueda de vida”.
El valor de la Isla, por otra parte, no solo está en Timanfaya o en el Parque Natural de los Volcanes, sino que también reside en el hecho de que hay pocos lugares en este Planeta donde se puedan ver formaciones volcánicas que tienen solo 300 años junto a otras que tienen millones de años y están “profundamente preservadas”, sin urbanizaciones y sin vegetación. “En el paisaje se puede leer la historia de la Isla”, dicen los responsables de la ESA.
Loredana Bessone, ingeniera y directora del proyecto, resalta que en Lanzarote todo está bien preservado. “Geoparque y Timanfaya son un ejemplo de protección planetaria, la urbanización está bien organizada y esperemos que la Isla siga así porque es un ejemplo de cómo preservar el medio ambiente”.
Bessone explica que en las otras ocasiones en que han desarrollado este entrenamiento en Lanzarote (2016, 2017 y 2018), también han llevado a cabo test y pruebas con herramientas para ayudar a los astronautas cuando estén en La Luna. “Cada vez hacemos un test diferente”, dice.
Los astronautas de la travesía mañanera son Andreas Mogensen, de la ESA, junto a su compañero, el ingeniero Robin Eccleston y la astronauta de la NASA Kathleen Rubins. Están seleccionados para alunizar con las misiones Artemis.
“Ahora somos capaces de escuchar y de entender mejor el latido geológico del planeta porque algunas rocas son como libros abiertos que te cuentan la historia del sistema solar”, dijo Morgensen durante una rueda de prensa en el aparcamiento del Volcán del Cuervo, en la que el equipo explicó en qué ha consistido su estancia en la Isla.
Foto: Gerson Díaz.
Francesco Sauro es geólogo y director técnico del programa Pangaea.
-¿A qué se refieren desde su equipo cuando aseguran que Lanzarote es un buen lugar para estas investigaciones porque está poco urbanizada? ¿En qué influye?
-Lo que siempre destacamos es la escasa urbanización de la Isla. Lo que siempre hablamos, cuando organizamos el curso, es que hay una filosofía detrás de la Isla, que es la filosofía de César Manrique, de poner al hombre en un contexto donde se puede adaptar al entorno natural, pero siempre respetando su origen y su significado, y esto es muy bueno, porque también cuando se va a ir a La Luna va a ser más o menos lo mismo: tú debes encontrar un equilibrio entre el impacto, que siempre hay un impacto, y el valor científico y de la naturaleza.
-Entonces, ¿la ordenación urbanística del pasado puede influir en la investigación para el futuro? ¿No se dan estas características en otros lugares?
-Eso es. Hay muchos sitios volcánicos de Italia, como el Vesubio, donde está todo urbanizado, y sin considerar lo que es el entorno natural, su historia geológica... Si vas a perder el significado natural vas a tener problemas. Lanzarote es uno de los sitios del mundo donde mejor se puede estudiar porque está bien preservado y tiene tanto significado geológico y natural... Además, es un sitio análogo al espacio. Lanzarote es uno de los sitios que puede desarrollar muchísimo un turismo cultural. La gente que viene aquí debe saber cuál es el valor de la Isla, y sabiendo ese valor no la va a dañar. Esa es la clave. Hay sitios donde se desarrolla un turismo de masas, con un concepto diferente: queremos más gente y no importa la calidad, solo queremos más gente, más economía. Lo otro es: queremos gente que pueda aprender algo viniendo aquí, y, si esto pasa, no se va a dañar la Isla.
-Los ejercicios se llevan a cabo en Timanfaya o el Parque Natural de los Volcanes, pero también en otras zonas geológicamente más antiguas. ¿Por qué?
-En Los Ajaches o Famara, donde puedes ver la sección del acantilado, que es espectacular. En Hawai no es tan fácil de ver esto por la vegetación. En la Corona lo más importante es el tubo volcánico, se ha estudiado mucho con diversas universidades, se ha publicado en revistas y es el mejor ejemplo de tubo volcánico que podríamos tener en Marte y en La Luna. Es diferente de la Cueva del Viento de Tenerife. Es muy grande y con un proceso de formación diferente, que estamos estudiando y que parece que sea lo más probable que haya en La Luna y en Marte. En La Luna ya sabemos que hay muchas entradas que se parecen a estos tubos lávicos. La Corona es casi algo único en el mundo, aunque hay algunos ejemplos en Australia también, pero es algo único. Por eso, ya podemos contar que en 2023 se va a organizar en Lanzarote el Congreso Internacional de Cuevas de otros planetas. Participarán la NASA y la ESA. El último fue en Estados Unidos, y en esta ocasión decidimos que fuera Lanzarote porque es el mejor sitio.
-¿Cuál es el principal objetivo de estas investigaciones? ¿Saber lo que pudo ocurrir en el espacio en el pasado o lo que va ocurrir?
-Sobre todo lo que ocurrió, porque es lo que podemos ver ahora con satélites. Lo que ocurrió o lo que pensamos que hay, porque en Marte o La Luna hay muchas imágenes de satélite, pero poca posibilidad de averiguar, aparte de las misiones Apolo, que fueron pocas y de las Rover en Marte, que son interpretaciones que se hacen, pero todavía no es seguro. Utilizar una analogía es lo que nos permite pensar que, si vamos a un sitio concreto en Marte, vamos a encontrar esto. Y así podemos dirigir el futuro de las misiones espaciales.
-El Túnel de la Corona es una de las cuevas anquialinas más relevantes del mundo. Se han descrito 38 especies endémicas y sirve para estudiar la evolución de la vida. ¿Este es uno de los espacios que les sirven para hacer analogías con La Luna o Marte?
-Ahora la superficie de Marte no es habitable porque hay demasiada radiación ultravioleta, pero bajo tierra la vida puede existir, puede sobrevivir ahora mismo. Si hubo vida en el pasado, es muy probable que se haya quedado y podamos buscarla. Para saber qué tipo de vida hay, Lanzarote es perfecto. Si vas al Túnel de La Corona y ves la microbiología que hay, es totalmente diferente a la de la superficie, por la luz, los sulfatos, los minerales, etcétera. Es una vida diferente. Podría existir algo así en Marte, pero ¿cuáles son las señales que nos lo pueden decir?
-Y si hubo una vida sencilla pudo haberla compleja...
-Claro.
-Ha destacado la importancia de tener volcanes de hace 300 años y otros de hace millones, pero en La Palma tienen ahora uno contemporáneo. ¿Eso les sirve de alguna manera en su investigación?
-Tenemos un volcán nuevo y ver los procesos activos es muy interesante y también puedes entender mejor lo que ha pasado aquí, pero para los astronautas es más importante ver lo que ya ha pasado que lo que está pasando.
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