DESTACAMOS

Vuelven las colas del hambre a Lanzarote

El fin de los contratos turísticos y la sexta ola del Covid obliga a los colectivos más vulnerables a acudir nuevamente al reparto de comida para alimentar a sus familias

María José Lahora 0 COMENTARIOS 13/01/2022 - 07:18

En plena sexta ola del Covid, la situación de las personas con vulnerabilidad de Lanzarote, lejos de mejorar, ha empeorado. Según el balance de las asociaciones y colectivos solidarios que atienden a las familias más necesitadas de la Isla, tras el cierre de una exitosa temporada turística, muchos hogares han vuelto a sufrir las consecuencias del desempleo por la incertidumbre, con establecimientos que han recortado plantillas y el temor del sector ante cómo se comportará el turismo en los primeros meses del nuevo año.

Desde la ong Esperanza y Vida, su fundador, Miguel Ángel Gil, comenta la dramática situación que él y su mujer afrontan a diario ante las tragedias familiares que describen las personas que atienden desde la organización.

Padres y madres con varios hijos a su cargo que han perdido su trabajo y, por tanto, la fuente de ingresos o empresarios y autónomos que han visto caer sus negocios y que ahora se ven obligados a acudir a asociaciones como la que atienden Miguel Ángel Gil y su esposa.

El matrimonio atraviesa sus propias estrecheces y ya ha tenido que desprenderse de su propio vehículo para poder seguir llevando alimentos a los hogares más necesitados. Gil explica que la situación de necesidad entre la población lanzaroteña poco ha cambiado desde que estalló la crisis a raíz de la pandemia de coronavirus, hace ya casi dos años.

La demanda de ayuda social y alimentos ha aumentado en los últimos meses tras la conclusión de la temporada turística y la alerta sanitaria a la que se enfrentan los países emisores de viajeros que lleva otra vez a los establecimientos turísticos a recortar su plantilla ante el descenso de visitantes. “La situación va a empeorar más”, augura Miguel Ángel Gil.

“Los trabajadores han perdido su empleo tras concluir sus contratos temporales al mismo tiempo que la temporada turística, muchos no reciben ayuda alguna o es inferior a los 400 euros que les permita hacer frente al pago de un alquiler de 600 euros y dar de comer a su familia”, afirma.

“Solicitan cita previa en los servicios sociales, pero la demora es de, al menos, dos o tres meses, cuando se trata de personas que no tienen para comer. Tampoco cuentan con arraigo o respaldo familiar en la Isla que les proporcione un techo bajo el que dormir o les ponga un plato a la mesa”, destaca Gil.


Esperanza y Vida.

Esperanza y Vida proporciona alimentos a 820 personas sin ingresos

De esta manera, mientras las subvenciones menguan, sigue aumentando la demanda de ayuda social. Miguel Ángel Gil habla también de que el trabajo de las ong se ha visto acrecentado ante la falta de respuesta institucional: “Hay demasiada gente que no está recibiendo ayuda por parte de las instituciones, que es la que está acudiendo a colectivos como el nuestro”.

Esperanza y Vida proporciona alimento a un total de 820 personas que carecen de ingresos, de las que 264 no cuentan con ningún tipo de respaldo de las administraciones. También se encarga de distribuir cestas de alimentos a otras 556 personas derivadas de los servicios sociales.

Estas cifras, según explica Gil, suponen que la ong tiene a su cargo más población vulnerable que cuando comenzó la pandemia. “Son familias que en algunos casos tienen hasta siete bocas que alimentar”, comenta.

Los datos de la ong apuntan a cerca de una treintena de bebés a su cargo y unos 170 menores, junto a los 30 mayores de 65 años en situación de desamparo. Esperanza y Vida realiza un seguimiento de esta población vulnerable para que estén cubiertas sus necesidades básicas y gestiona las solicitudes de ayuda social llegado el caso.

En este punto, Miguel Ángel Gil es crítico con las administraciones. Reprocha el proceso de trámite de las subvenciones a las familias más necesitadas, impidiendo que las personas beneficiarias de ayudas de alquiler tengan también derecho a un sustento para alimento y viceversa. Esto obliga a las ong como Esperanza y Vida a asistir a esos colectivos que no han podido entrar en el sistema. “Nosotros no recibimos tampoco ningún tipo de subvención”, aclara Gil.

El sustento de la ong parte de las pequeñas donaciones de particulares, el salario del matrimonio y las aportaciones del Banco de Alimentos. El descenso de donaciones ha obligado a la organización a realizar la entrega de alimentos de forma quincenal en lugar de semanal, como venían haciendo hasta hace pocos meses.

Cada 15 días, la ong prepara 150 cestas con productos alimenticios para su entrega, principalmente a familias, aunque también atienden a jóvenes desempleados que no pueden hacer frente al pago del alquiler ni alimentarse.

De enero a noviembre de 2021 pasaron por Calor y Café 1.040 familias

Gil explica que muchas de las empresas que prestaron su colaboración cuando afloró la crisis han sufrido también las consecuencias de la misma y se han visto forzadas a cerrar. Otras, dedicadas a la alimentación y que antaño podían donar parte de su estocaje, han ajustado sus pedidos al máximo y carecen de artículos sobrantes para distribuir entre las ong.

“Vemos casos de gente que ha tenido comercios y ahora está pidiendo comida. Otros han pasado de tener un buen trabajo a perder su casa en pocos días”, dice con tristeza el fundador de Esperanza y Vida.

El deseo de año nuevo de Miguel Ángel Gil es la creación de un parque de viviendas sociales para esas familias que tienen que elegir entre poner un plato de comida a la mesa o un techo bajo en el que vivir: “Una vivienda nunca se devalúa. Es una inversión para cualquier administración”.


Calor y Café.

Calor y Café

La fundadora de Calor y Café, Sor Ana Rodríguez, habla también de un nuevo repunte de las familias en situación de vulnerabilidad que acuden a la ong en busca de alimento, a pesar del descenso de demandantes de ayuda registrado en el mes de junio, pasando del centenar de carros entregados antes de la reapertura de los establecimientos turísticos a los 80 actuales.

“Desde octubre empezó a despuntar y, de hecho, estas personas que acuden a pedir comida muestran su preocupación por que no acaban de encontrar un empleo. A estos trabajadores se les ha vencido el contrato al que estaban acogidos en ERTE y han agotado todas las ayudas disponibles”, dice.

Añadir nuevo comentario