Isaac Díaz Sosa, presidente provincial de Cruz Roja Las Palmas
“Ojalá quienes migran lo hicieran de forma digna sin exponerse a la muerte”
Isaac Díaz Sosa, presidente provincial de Cruz Roja Las Palmas
-Como presidente provincial de Cruz Roja ¿qué estima que puede mejorarse en la labor asistencial que realiza la ong y cuáles diría que son sus fortalezas?
-Nuestra intención es seguir potenciando la institución en las islas orientales y abrir nuevas vías de comunicación con administraciones y entidades. Nuestra fortaleza se encuentra en los programas de intervención social, sin olvidar el trabajo con la población migrante.
-Con la pandemia aumentó exponencialmente la cifra de personas con vulnerabilidad ¿cómo ha evolucionado la situación de estos colectivos?
-La actividad nunca cesa. Tras la reincorporación de las personas en ERTE y posterior conclusión de sus contratos laborales, muchas fueron las que acabaron en el paro y siguen tocando a nuestras puertas. Tuvimos un momento inicial en el comienzo de la pandemia en el que todas las puertas se cerraban y entonces se abrían las de la Cruz Roja. Personas que nunca habían sido usuarias del servicio se vieron forzadas a acudir a nosotros. Se demandaba alimento para hacer frente a este incremento. Personas que se vieron en el paro de la noche a la mañana y tenían que pagar un alquiler. Esta situación la pudimos afrontar gracias al voluntariado, gracias a muchas personas que, sin ser cooperantes, vinieron a echarnos una mano, gracias al personal, a los socios y socias, a empresas que donaron alimentos y bienes económicos... Entre todos reunimos una gran suma. También la Cruz Roja se rascó sus bolsillos porque teníamos que estar en ese momento, con la colaboración de la oficina central, para poder cubrir todas las necesidades que pudiésemos.
-Son ya casi dos años de pandemia, ¿ha notado cansancio por parte de este voluntariado, del personal o de las empresas que ofrecen su ayuda a la ong?
-Sí. Es cierto que hemos ido de más a menos. Hubo muchas empresas de alimentación que se encontraron con un estocaje al que no pudieron darle salida y lo donaron a las ong. Empresas que ahora, si no han tenido actividad, ya no pueden colaborar. El voluntariado también menguó en cuanto cesó el confinamiento y tuvieron que volver a sus trabajos, pero siguen los voluntarios de siempre, robándole tiempo a sus familias, a sus trabajos y vienen a echar una mano sin esperar nada a cambio, solo con la satisfacción de saber que han podido ayudar a alguien en algún momento.
“Personas que nunca habían sido usuarias se vieron forzadas a acudir a nosotros”
-¿Cuál es la situación anímica de ese voluntariado cuya labor no ha cesado en estos dos años de pandemia?
-Hemos tomado un respiro. Sigue habiendo personas que acuden a nuestras asambleas con solicitudes, pero se ha reducido mucho esa explosión de ayudas. Hay instituciones, como es el caso del Cabildo de Gran Canaria, que tiene una colaboración con el sector primario. La corporación insular grancanaria se encarga de comprar la producción y nosotros hacemos la entrega. Sin embargo, las empresas donantes también son menos cada vez.
-¿Qué acciones lleva a cabo la ong para mejorar la calidad de vida de esos colectivos?
-Cruz Roja puso en marcha en cuanto estalló la pandemia el Plan Responde para atender todas las necesidades que se presentaron: alimentación, pago de alquiler o ayudas básicas. También colaboramos con otras entidades que nos solicitaron ayuda, como el Consorcio de Seguridad y Emergencias de Lanzarote para el traslado de personas a los centros de detección del Covid, también con el Gobierno de Canarias en aspectos como toma de temperatura, tanto en los puertos como aeropuertos, con el Hospital Doctor José Molina Orosa de Lanzarote, para la instalación de una carpa como antesala para test Covid... Todo ello, sin dejar de lado la actividad diaria: apoyo escolar a menores o llamadas telefónicas a los usuarios de nuestro servicio de teleasistencia durante el confinamiento. Muchas personas quedaron en soledad y esas llamadas fueron de agradecimiento. Son pequeñas acciones que redundan en satisfacción. En todos los campos sociales que actuamos dependemos también del nivel de alerta para tener más o menos actividad presencial. También desarrollamos otras actividades como es el servicio de playas y atención a migrantes, que, junto con la pandemia, es un sin parar. Son muchos los campos en los que estamos trabajando.
-En materia de inmigración, Amnistía Internacional acaba de publicar un informe donde denuncia la saturación de los centros de recepción. ¿Cuál es la visión de Cruz Roja sobre el trato que reciben los migrantes en Canarias?
-Replicamos una situación que ya vivimos entre 2006 y 2008, después nos olvidamos de la migración y, luego, el incremento de flujos migratorios llegó en el peor momento: migración y pandemia. No puedo decirle cuántas personas van a seguir viniendo o si en algún momento va a haber un volantazo y las rutas migratorias van a cambiar. Sí puedo decirle que van seguir viniendo personas que quieran migrar porque cuando alguien, como una mujer con un niño, es capaz de subirse a una embarcación sin saber si es una ruta segura o lo incómodo que va a ser el viaje eso quiere decir que donde están viviendo lo están pasando muy mal y están dispuestos a perder la vida con el fin de buscar un futuro mejor. Muchas personas me comentan que en el continente africano piensan que aquí estamos muy bien y cuando llegan la realidad es otra. Yo creo que ellos tienen información de cómo estamos aquí porque una de las cosas que siempre nos piden cuando llegan a los centros de recepción es acceso a internet porque quieren comunicarse. La comunicación hoy en día es fluida. Los que están aquí comunican cómo están a los de allá. ¿Que si va a seguir habiendo migración durante estos próximos años? Nosotros estamos reforzando los equipos. Tenemos que seguir preparados. Ojalá que las personas que quieren migrar lo hicieran de forma digna, que se subieran a un barco o un avión sin exponerse al peligro de la muerte. Siempre hablamos de las grandes cifras de las personas que llegan, pero la gran preocupación son los que no llegan, gente joven que pierde su vida buscando un futuro mejor.
“Hay que trabajar con las personas para que recuperen su estatus”
-¿Qué salida puede darse a estas personas que se juegan la vida en el mar en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias en Europa y luego se topan con un muro burocrático que les impide alcanzar su objetivo?
-Algunos han llegado a las Islas sin saber qué era Canarias. Ahí pudo haber engaño al pensar que llegaban a territorio peninsular. Su objetivo es Europa, muchos de ellos tienen conocidos en otros países europeos y su intención es continuar la ruta. ¿Qué podemos decir de por qué los avances no son más amplios? En Cruz Roja nos dedicamos a hacer el apoyo humanitario en la costa. Cuando nos ha tocado hacerlo en los centros, lo que podemos hacer es darle esa acogida de la manera más digna, pero son las administraciones públicas las que deciden si continúan o no. Nosotros poco podemos aportar.
-¿Qué opina de la política migratoria actual? ¿Qué le transmite Cruz Roja a las instituciones para abordar esta situación?
-Cruz Roja puede mostrar su experiencia, puede trasladar el sentimiento de las personas que atendemos, pero la ong no influye en las decisiones gubernamentales. Las políticas son una cuestión de intereses y en este caso son los gobiernos los que deciden. No podemos aportar mucho más que ofrecer nuestros recursos: darles el mejor acogimiento y apoyo. Hasta ahí llegan nuestras funciones.
-Comenta que no influyen en la elaboración de esas acciones gubernamentales, sin embargo ¿quién mejor que las asociaciones que viven a diario el drama migratorio y la experiencia para trasladar la realidad de la situación a los gobiernos?
-Podemos aportar datos e información a las administraciones públicas, pero las que terminan decidiendo son ellas.
-Entre los programas que desarrolla Cruz Roja destaca el trabajo que realiza con personas mayores. ¿Cómo ha vivido este colectivo la incidencia del Covid?
-Llevamos 40 años accediendo a las casas de los mayores a través de la teleasistencia, una acción que durante la pandemia se hizo más necesaria que nunca. La soledad no deseada es una de las grandes lacras sociales que se hace más patente aún en situaciones como la vivida durante la pandemia. Se ha producido un cambio de modelo de atención en los colectivos vulnerables gracias a la reducción de la brecha digital motivado por el confinamiento y que en Cruz Roja ha tenido especial incidencia en el colectivo de personas mayores. Muchas de ellas no desean acudir a una residencia, desean ser autosuficientes. Si estamos preparados para mantener esa independencia y, a su vez, estar conectados desde casa es una vía de trabajo importante. Alrededor de 400 personas mayores han recibido la atención de la ong en 2021, con las que se han superado las 5.000 intervenciones.
“El incremento de flujos migratorios llegó en el peor momento, con una pandemia”
-¿Cree que la activación de comedores sociales municipales, como el anunciado por el Ayuntamiento de Arrecife y gestionado por Emerlan, alivia el trabajo de las ong y la situación de los colectivos más vulnerables?
-Entiendo que si un ayuntamiento ha decidido establecer este comedor social es porque ha baremado que era necesario realizarlo. Todo lo que sea apoyar a las demandas y necesidades que pueda haber en cualquier localidad es interesante. Pero habría que ir más allá de dar un plato de comida y buscar una solución a esas personas. No podemos dar una ayuda de corte asistencial, hay que trabajar con las personas para que recuperen su estatus. Es dignidad humana querer ganarse el alimento.
-Cruz Roja gestiona uno de los albergues disponibles en Lanzarote para el colectivo de personas sin hogar, una actuación que se puso en marcha por parte de la administración casi por obligación con motivo del estado de alarma y posterior confinamiento. ¿Cree que hace falta una infraestructura permanente para ofrecer este servicio de forma institucional? ¿A cuántas personas atiende y cuál es el perfil de los que acuden a este servicio?
-En el momento del confinamiento, las instituciones se dieron cuenta de que había personas que vivían en la calle y otras que perdieron su hogar porque no podían pagar el alquiler y nos pidieron la gestión del recurso. Posteriormente, la administración reconoció que hay personas que requieren de un apoyo y se puso en marcha un piso de baja incidencia en el que se les da acogida durante unas horas. Pero lo que se intenta es no facilitar solo el alojamiento. Incidimos en que no solo se venga a dormir y en que la mayor cantidad de personas vuelva a tener autonomía y sea autosuficiente. Hay muchas que no quieren asumir un compromiso y desean seguir con su vida fuera de los albergues. Las instituciones públicas deberán ser las que tengan en cuenta si es conveniente continuar con un espacio para ofrecer un lugar digno para las personas sin hogar. También hay otro porcentaje de estas personas que no se integra porque tiene un problema de salud mental con patología dual que habría que trabajar de forma coordinada con el Área de Salud. El proyecto del Ejecutivo autonómico Canarias te cuida recoge todo tipo de recursos alojativos con distintas modalidades y cuenta con una subvención nominada.
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