Mar García Navarro, coordinadora territorial de Accem en Canarias, que gestiona el centro de acogida para migrantes Montaña Mina, en Lanzarote
“Los migrantes vienen con el deseo de mejorar, son personas resilientes”
Mar García Navarro, coordinadora territorial de Accem en Canarias, que gestiona el centro de acogida para migrantes Montaña Mina, en Lanzarote
A finales de noviembre, esta ONG creada en 1990 y que trabaja en 13 comunidades autónomas, gestiona, gracias a un convenio con el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, el centro de acogida para migrantes Montaña Mina, que acaba de abrir en la carretera de Arrecife a San Bartolomé, enfrente de la nave que se ha estado utilizando hasta ahora.
-¿Qué es Accem?
-Accem es una entidad sin ánimo de lucro enfocada en la atención y en la intervención con personas en situación de exclusión social. Vamos a trabajar con los grupos sociales más desfavorecidos. Es un trabajo importante, llevamos muchos años trabajando a nivel nacional con población migrante, con menores, con mujeres, personas con discapacidad, colectivos en los que impactan situaciones de vulnerabilidad
-¿Con qué recursos cuentan en Canarias?
-Comenzamos en Canarias en 2021 con el dispositivo de acogida humanitaria de Las Raíces (Tenerife), para hombres. También abrimos una serie de plazas para mujeres recién llegadas por la costa en Santa Cruz de Tenerife, solas, con menores a cargo o embarazadas y el 24 de noviembre hemos comenzado en Lanzarote.
-¿Cuáles son las características del centro Montaña Mina?
-Es un dispositivo de los que llamamos de emergencia y derivación, que acoge a hombres mayores de 18 años recién llegados por la costa a Lanzarote y Fuerteventura, básicamente. No es para una gran estancia. Lo que se va a hacer es acogida humanitaria, atender las necesidades básicas, pero no nos vamos a quedar en eso. Vamos a hacer una primera detección sociosanitaria de vulnerabilidades. Se les va a dar una primera información de carácter jurídico, valorar si pueden ser solicitantes de asilo o si tienen problemas de salud acuciantes y, en función de eso, establecer un itinerario para que puedan ser derivados a los recursos más idóneos. Se hace a través de una acogida muy trabajada, en función de cómo acojamos a esas personas podrán empezar un itinerario de trabajo. Habrá atención social, hemos contratado ya personal de enfermería. La atención jurídica es importantísima y, mientras se estudia su caso, van a dar clases de español, desde el segundo día a su llegada. Se incorporan a clases grupales y hacen deporte, que es un antídoto contra muchas enfermedades.
“Lo que se va a hacer es acogida humanitaria, pero no nos vamos a quedar en eso”
-En ocasiones, llegan de viajes muy largos antes de embarcarse hacia Canarias o sufren una travesía en la que mueren compañeros. ¿Van a tener algún tipo de atención psicológica o psiquiátrica?
-Por un lado, están los trayectos migratorios de los que vienen estas personas. Es tremendamente arduo, pone a las personas al límite porque atraviesan situaciones traumatizantes, aunque eso no significa que todos ellos desarrollen traumas. Eso da cuenta de la fortaleza que tienen. Pero traen una carga emocional y un nivel de sufrimiento importante. Ahora mismo, estamos concluyendo el proceso selectivo para apoyo psicológico porque es fundamental el enfoque psicológico, social y jurídico. Es muy importante la salud mental. Si hubiera alguien a quien se detecte una patología mayor, se derivaría al sistema público de salud mental.
-Cuando habla de derivar a estas personas a otros recursos, ¿a qué recursos se refiere?
-Todo esto es un proceso. Para los casos en los que hay gran vulnerabilidad psiquiátrica, por ejemplo, Accem tiene un recurso específico en Península para personas con trastornos de salud mental. Sería una de las opciones. Si hay personas que no llegan a tener un daño grave, pero hay un daño evidente, pues tratamos de derivar tan pronto como sea posible a un recurso que tenga cerca atención en salud mental, que haya disponibilidad de profesionales y sea lo más pequeño posible. También se puede dar el caso de una persona que solicite protección internacional. Hay un alto porcentaje de personas que cumplen estos criterios y se les puede derivar a recursos específicos en función de las necesidades de cada persona. Desde el principio estamos muy centrados en la detección de la vulnerabilidad, porque somos un centro de primera acogida, y queremos hacer las derivaciones más correctas y beneficiosas.
-La calidad de la atención también estará en función del número de personas. ¿A cuántas personas pueden garantizar esa acogida óptima?
-Nuestro recurso tiene capacidad para atender a 100 personas y tenemos profesionales de psicología, trabajo social e integradores sociales, de Derecho, de salud mental... Con todo eso y una planificación, estamos convencidos de que vamos a poder hacer el trabajo fundamental para alguien que acaba de llegar. Primero es la atención humanitaria, las primeras necesidades, y después detectar para normalizar la vida.
“Nos centramos en detectar la vulnerabilidad al ser centro de primera acogida”
-Pero si hay 300, habrá que atender a 300...
-Entiendo que las instituciones competentes en la materia planificarán como vienen planificando. Nosotros tenemos 100 plazas.
-Es un centro abierto, pero ¿hay un límite de tiempo de estancia?
-Es un centro abierto, con unos horarios y con un orden. No hay fijado un límite de tiempo, pero no está previsto que sea de larga estancia, sino para derivar a personas tan pronto como se pueda al recurso idóneo donde puedan hacer su proceso de mejora y normalización.
-Las personas que están ahí no querrán quedarse, querrán buscarse la vida...
-Normalizar su vida. Son personas que vienen a alcanzar una mejora en su vida y quieren normalizarla.
-¿Qué les trasmiten, en general, estas personas a ustedes? ¿Cuáles son esos lugares comunes?
-Si podemos hablar de lugares comunes, lo primero es la fortaleza de haber llegado hasta aquí. También alegría, al principio. Y resistencia y resiliencia. Han resistido y tienen capacidad de aprender de todo lo que han vivido y de crecer, mejorar y ser más receptivos. Llegan con el deseo de tener una vida mejor. También llegan con una idea que alguien les vendió y las cosas no son tan fáciles. Regularizar es difícil y tener el trabajo que quieren tener es difícil. Esto no es una aventura, es un viaje que se inicia por necesidad para tener una vida mejor para ellos y los suyos. Vienen con el deseo de mejora, de trabajar. Lo normal es que nos encontremos con gente muy resistente y resiliente.
-Hay una parte de la población, aquí y en otras partes, que rechaza que existan estos centros. ¿Qué se les puede decir?
-Los seres humanos, a veces, podemos tener reacciones que tienen que ver con cuestiones de las que no tenemos un conocimiento en profundidad. No todo el mundo tiene que tener ese conocimiento. Nosotros nos encontramos con gente que pregunta, con población autóctona que intenta conocer, interesarse, y algunas personas tienen mayor resistencia. Entiendo que esto es normal.
“El viaje se inicia por necesidad, para tener una vida mejor para ellos y los suyos”
-Este sistema de acogida es mejor que si están en el muelle de Arguineguín o en la nave donde estaban, pero se ha tardado mucho en dar esta respuesta. ¿Este el mejor sistema de acogida posible o queda mucho por hacer?
-Hay un proceso. A finales de 2020 hubo una gran llegada, se pusieron en marcha los recursos que se pudo poner para que las personas tuvieran un mínimo nivel de atención y, después, planificar cómo mejorar. Ha pasado un tiempo. El centro Montaña Mina de Lanzarote, por los espacios que tiene para deporte, para dar clase, con un buen número de profesionales, está proporcionado a las necesidades de esos chicos, creando y generando espacios cada vez mejores y aprendiendo de nuestra práctica profesional. En este momento, tenemos una planificación que permite hacer esa acogida en las mejores condiciones. El hilo conductor del trabajo, desde que llegan hasta que los derivamos, tiene que ver con facilitar intervenciones desde una perspectiva de dignidad de las personas. Estoy hablando de dar contenido a esas perspectivas de dignidad.
-¿Pueden hablar con sus familiares? ¿Ustedes les facilitan ese contacto?
-Es por ambas partes. Por una parte, ellos demandan y nosotros favorecemos los contactos familiares. Son fundamentales, y también se trabaja en reunificación. Si llega un chico y dice que tiene un familiar en otras islas o en Madrid o Barcelona, pues se les intenta poner en contacto.
-La ONG Caminando Fronteras habla de 4.000 muertos el año pasado en la ruta canaria, es decir, dos de cada 10 personas que salen mueren en el trayecto. No podemos acostumbrarnos a que esto sea normal. ¿Qué podemos hacer?
-No deberíamos perder, al menos, la capacidad de asombrarnos y decir qué podemos hacer. Estamos aquí. ¿Cómo podemos hacer para que las personas que lleguen sean atendidas en las máximas condiciones de dignidad? Esa cifra hace que profundicemos en cómo implementar el mejor trabajo, comprometernos con cada una de esas personas, de esos rostros que tienen nombre e historia vital para dar dignidad a la acogida.
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