La ciencia ciudadana y la participación vecinal son fundamentales en los procesos de naturalización de las ciudades. Así opina la Universidad de Oxford y el director adjunto de su Jardín Botánico, que ha colaborado en la plantación de especies nativas en el barrio de Maneje, invitado por la plataforma Arrecife Natura.

-¿Cuál fue su primera impresión sobre la vida silvestre de Arrecife?

-Arrecife y el paisaje que rodea la ciudad tiene una flora espontánea fascinante. Una de las cosas que más me gustan de las Canarias orientales es que, después de la lluvia invernal, cada parcela y hueco de la tierra brilla verde, ¡llena de vida! Como botánico, me interesan todas las plantas que crecen allí, no solo aquellas que se consideran convencionalmente hermosas. Hay todo un mundo de seres vivos bajo nuestros pies y eso me parece fascinante.

-¿Cree que Arrecife podría ser un modelo para ciudades de todo el mundo en la implementación de medidas de adaptación al cambio climático?

-Sí. El turismo es una de las industrias globales más grandes y, en menos de una década, se prevé que las llegadas anuales de turistas internacionales alcancen los dos mil millones. Las costas son áreas particularmente sensibles a las presiones del desarrollo turístico. Por supuesto, el turismo es esencial para el sustento de muchas personas en Canarias, por lo que debe lograrse un difícil equilibrio entre economía y sostenibilidad ambiental. Arrecife está situada en una isla de apenas 845 kilómetros cuadrados que recibe tres millones de turistas al año y que también es una reserva importantísima de biodiversidad y patrimonio natural. Por esta combinación, la ciudad está excelentemente situada para monitorear los cambios ambientales y los impactos que produzca cualquier medida implementada para compensarlos.

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-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la biodiversidad de Arrecife?

-He trabajado durante muchos años con floras desérticas de todo el mundo y siempre me sorprende su resistencia a las condiciones extremas. Lanzarote recibe solo entre 125 y 150 mm de lluvia al año, ¡esa es una cantidad extraordinariamente pequeña de agua para vivir! Podemos aprender muchísimo de la adaptación que hace la naturaleza. Esta es un área que forma parte de mi campo de investigación: la biomimética, cómo el diseño sintético imita formas y procesos biológicos.

-¿Qué impresiones recibió de la vecindad de Maneje durante la plantación?

-Me uní a Matías y su plataforma para plantar plantas suculentas nativas en la ciudad durante la Navidad. Los vecinos tenían curiosidad por saber qué estábamos sembrando y por qué: esto es genial porque abre el diálogo entre las personas, es una invitación a explicar por qué las plantas y la biodiversidad son importantes. He tenido la suerte de recibir muchos comentarios positivos de personas de todo el mundo a través de las redes sociales felicitándonos por el trabajo que hicimos. Me gustaría dar las gracias sinceramente a Matías y a sus compañeros por involucrarme.

“La flora desértica de Lanzarote vive con una cantidad de agua pequeñísima”

-¿Cómo se podría mejorar la calidad de vida de la ciudadanía de Arrecife a través de sus parques y jardines?

-No puedo enfatizar con más fuerza la importancia que tiene la naturaleza y los espacios verdes en la salud mental y el bienestar de las personas. Sabemos que el aumento de la urbanización y la reducción del contacto con la naturaleza han incrementado los trastornos mentales en todo el mundo. Una de las soluciones es reverdecer los espacios abandonados de nuestras ciudades. De hecho, se ha demostrado científicamente que las áreas verdes en zonas residenciales ayudan a nuestra salud mental y calidad de vida.

-En 2020, el gobierno local declaró una situación de emergencia climática, pero no se están tomando medidas urgentes para abordarla. ¿Cómo le explicaría a la gente la importancia de actuar ahora?

-Compartimos nuestro planeta con cientos de miles de especies que existieron mucho antes que nosotros y tenemos el deber de protegerlos, no solo para que las generaciones futuras las disfruten, sino porque es un imperativo moral. No soy un experto en cambio climático, pero personalmente creo que debemos inspirar a las generaciones más jóvenes para que generen cambios: ellos son los que sufrirán la peor parte de los desafíos que estamos creando. En Navidad me emocionó que nos acompañaran niños que querían plantar suculentas junto a nosotros en Arrecife. Que un niño plante una suculenta en Canarias no va a cambiar el mundo, pero hay cerca de 8.000 millones de personas que comparten esta fina capa de vida que llamamos hogar: la biosfera. Si actuamos colectivamente, podemos generar cambios. ¿Estamos haciendo lo suficiente? No, pero la inacción no es un problema exclusivo de Arrecife, está en todas partes. Desde que era niño, el debate ha avanzado. Entonces no sabíamos tanto sobre el cambio climático, ni sobre el alcance de la contaminación plástica, ni sobre la tasa de extinción de especies. Hoy sí. Ahora es el momento de pasar de hablar de los problemas a solucionarlos.