La sequía de los humedales, el ruido en el campo y el destrozo de los hábitats están dificultando la invernada de los pájaros que recalan en la Isla
Fuerteventura, de oasis a secarral para las aves migratorias
La sequía de los humedales, el ruido en el campo y el destrozo de los hábitats están dificultando la invernada de los pájaros que recalan en la Isla
De norte a sur, miles de aves vuelan estos meses rumbo a zonas más cálidas. Huyen del frío europeo con destino al continente africano. Fuerteventura es punto de descanso o lugar de invernada para muchas de ellas durante el trayecto migratorio. Sin embargo, el destino no se encuentra en las mejores condiciones. La sequía en los humedales tras años sin registrarse apenas lluvias, el abandono progresivo de la agricultura tradicional y el deterioro de los hábitats hacen que el antaño oasis majorero para pájaros sea, cada vez más, un secarral.
Con prismáticos en mano y una importante dosis de paciencia, estos meses se puede avistar en Fuerteventura un interesante abanico de especies migratorias. Por llanuras y humedales se dejan ver las lavanderas blanca y cascadeña, mosquiteros comunes, petirrojos, currucas capirotadas y aves de la familia de los túrdidos como los zorzales y los estorninos pintos. La mayoría del contingente procede de Europa central y recalan en Fuerteventura, bien para invernar o para descansar y reponer fuerzas antes de llegar a su última parada: África, sobre todo a la zona del Sahel.
José Antonio Sarrión, aunque prefiere que le llamen Sarry, es licenciado en Ciencias Ambientales y ornitólogo. Lleva varios años saliendo al campo en Fuerteventura en busca de pájaros a los que estudiar. En estos momentos, realiza un proyecto en la Isla de anillamiento de aves migratorias a través de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. El ornitólogo aclara que la emigración de todas estas aves durante estos meses se produce ante la necesidad de “buscar un sitio óptimo y cálido donde poder seguir viviendo”.
“Cuando terminan su periodo reproductor en el norte de Europa o en otros puntos del planeta, se encuentran con que empieza a hacer frío y hay poca disponibilidad de comida por lo que necesitan irse a otros sitios más cálidos en los que pueden tener una mayor capacidad de comida”, aclara. Meses después de llegar a África, les toca iniciar el vuelo de retorno a Europa para llevar a cabo el periodo de cría.
El ornitólogo señala que Fuerteventura es lugar de descanso de muchas de ellas en su viaje migratorio. Para otras es el lugar al que acuden cada año para pasar la invernada. También algunas de ellas llegan después de toparse con episodios de calima o vientos menos favorables que las empujan hacia el Archipiélago canario.
En estos meses, ha podido avistar en el campo algunas curiosidades que ha ido apuntando en su cuaderno. Entre ellas, un ejemplar de petirrojo, un ave de la familia de los paseriformes que no debe pesar más de 10 gramos y que cada año hace miles de kilómetros desde las zonas de cría del norte de Europa hacia zonas más cálidas. “Hace unos años lo pude anillar y este año lo he recapturado de nuevo en la Isla. Eso significa que se ha ido y ha vuelto otra vez”, apunta este especialista en aves.
En su pateo por la Isla, estos meses se ha llevado algunas sorpresas. Entre ellas, poder documentar lavanderas blancas, unos pájaros de unos 15 gramos que están asociados a las cabañas ganaderas donde se alimentan de los insectos que se esconden en el alimento de los animales. Estos pájaros hacen unos 2.000 o 3.000 kilómetros hasta llegar a la Isla. En los foros de pajareros también se habla de citas de ejemplares del mosquitero bilistado, un pájaro que procede de Siberia, de no más de seis gramos, y que también se ha dejado ver por Fuerteventura.
Lavandera blanca. Foto: David Pérez Rodríguez.
Sarrión también ha registrado un importante contingente de aves de la familia de los túrdidos: los estorninos pintos y zorzales comunes. Este “pajarero”, como le gusta llamarse, asegura que la emigración de estas especies hacia Fuerteventura ha sido bastante elevada con respecto a otros años y eso se debe, posiblemente, a que “en el norte europeo no tenían las condiciones idóneas y decidieron bajar. En septiembre, estuvo nevando en el norte de Europa y eso pudo haber influido o, incluso, los episodios de vientos favorables que hemos tenido en los últimos tiempos. Esos vientos han podido arrastrar a estos individuos hacia aquí”.
Después de miles de kilómetros de vuelo, las aves que aterrizan en Fuerteventura llevan años encontrándose que, poco a poco, el antiguo oasis que suponía la Isla ha ido mermando. Sarrión no duda en afirmar que la principal amenaza para las aves migratorias, pero también para las residentes, es la falta de agua y comida. “La agricultura tradicional asociada a gavias con higueras y otros frutales ha ido desapareciendo. Ahora se ven secas y eso complica la supervivencia de estos ejemplares”, señala.
Sin apenas agua
Fuerteventura lleva años sin apenas registrar episodios intensos de lluvia. La falta de precipitaciones ha dejado una fotografía de humedales convertidos en secarrales: “Están literalmente secos. Eso supone una amenaza para las aves migratorias. Creo que uno de los grandes objetivos de Canarias, y especialmente de Fuerteventura y Lanzarote, sería la recuperación de sus humedales”.
El ornitólogo recuerda haber escuchado a pajareros hablar del humedal de Catalina García, “que era en los años 70 el mejor de Canarias y ahora es un secarral. Los ornitólogos más viejos recuerdan ver allí pájaros que hoy no se ven”, lamenta. “Creo que el hecho de que se estén avistando menos pájaros en la Isla se puede deber a la sequía”, opina, recordando que “a nivel de paisaje, tener un humedal es vida”.
En su ruta migratoria de norte a sur, las aves van encontrando a su paso grandes humedales que sirven de reserva. Sarrión los compara con gasolineras que, si se van eliminando, provocan que “el pájaro cuando llegue no tenga alimentación, lo que puede derivar en inanición”.
“Al final, si quieres ver pájaros en Fuerteventura, tienes que ir a un campo de golf. Antes había humedales naturales o rosas antropizadas, donde se podían ver pájaros. Da pena que ahora tengas que ir a una urbanización, campo de golf o al jardín de un hotel para verlos”, lamenta. No solo la sequía supone un hándicap para las aves que deciden hacer un parón en el viaje y posarse en Fuerteventura. La salud de los hábitats en los que se instalan es, en palabras de este especialista en aves, “bastante lamentable” y enumera una serie de factores que no están poniendo nada fácil la vida a los pájaros invernantes y residentes en Fuerteventura: sobrepastoreo, senderismo incontrolado, ruido y destrozo de los lugares a manos de quads, vehículos todoterreno, buggies... “Nos encontramos con que en el campo majorero hay perturbaciones todo el rato”, asegura.
Estornino pinto. Foto: David Pérez Rodríguez.
Sarrión sostiene que para ver pájaros en la Isla hay que ir a los campos de golf
Para Sarrión, “el principal problema de las especies migratorias es la perdida de hábitat. Cada vez hay menos hábitat acorde a ellas. El paisaje de gavias se ha ido perdiendo y los invernaderos tampoco están ayudando porque ahí no pueden entrar los pájaros”. Y añade: “El uso de pesticidas es otro problema”. Además, dice haberse encontrado con “auténticos basureros que rompen con la imagen de oasis que debe ser la Isla para las aves”. “En el norte de Europa hay sitios que parece que no han sido tocados. Aquí, los espacios están totalmente abandonados”, denuncia.
El fantasma de los molinos eólicos lleva tiempo sobrevolando Fuerteventura. El anuncio de la instalación de varios parques eólicos repartidos por la geografía insular supone una amenaza más para especies como el guirre, como ya han denunciado grupos ecologistas y el equipo de expertos de Doñana que trabaja en la campaña de recuperación del guirre en la Isla. “Si proliferan los parques eólicos, también habrá consecuencias para las aves migratorias”, afirma. Los pájaros migran por la noche para evitar la amenaza de ser depredados por una rapaz. Los molinos tienen unas luces instaladas que hacen que los pájaros acudan a ellos y eso puede suponer su muerte.
Cambio climático
Sobre todas estas situaciones, sobrevuela una mayor: la crisis climática. Las aves migratorias sirven de bioindicadores del cambio climático. La biodiversidad actúa como sensor del calentamiento global. Los científicos llaman bioindicadores a las especies que, con sus cambios de comportamiento, fenológicos o de distribución, actúan como testimonio del avance del cambio climático. La crisis medioambiental estaría provocando el cese de los desplazamientos de las aves del norte de Europa hacia sus tradicionales áreas de invernada.
Petirrojo. Foto: David Pérez Rodríguez.
En estos meses se pueden ver petirrojos o currucas capirotadas
José Antonio Sarrión coincide con la teoría de los científicos que apunta que cada vez hay menos pájaros que migran. Además, “sufren episodios dantescos durante el periodo de cría, ocasionados por el cambio climático”, señala. “Los pájaros suelen llegar en mayo a Europa para criar y se encuentran con que cae una tormenta, una nevada o un calor horroroso. Al final, son desbarajustes que provocan que la reproducción sea menor. Tenemos datos científicos de algunas especies en los que se ve que la población está cayendo en picado y no se están tomando medidas. Por ejemplo, en algunos puntos de Europa se sigue cazando. Cada vez hay menos individuos, pero tampoco les dejamos respirar”.
Los que se atreven a migrar también pueden verse sorprendidos por fenómenos atmosféricos extremos. El ornitólogo explica cómo un temporal que los sorprenda mientras están bajando “puede hacer que estos pájaros acaben muriendo en el océano, si no tienen la suerte de encontrar un barco”. Al final, continúa explicando, “el cambio climático está haciendo que sucesos como la lluvia, que era de forma continua, ahora sea algo abrupto y de forma torrencial”.
Sarrión se atreve a aventurar que están llegando menos aves migratorias a Fuerteventura. “Cada vez que salgo al campo, se escucha más el silencio y eso me preocupa bastante. Voy, por ejemplo, al barranco de Río Cabras y no escucho nada. No veo siquiera los pispos y tarabillas que son especies de aquí”, lamenta. Los motivos pueden ser que deciden quedarse en Europa o que los efectivos de las especies locales sean menores.
José Antonio Sarrión. Foto: Carlos de Saá.
Fuerteventura lleva años asistiendo a ferias y encuentros profesionales donde se oferta como destino para el turismo ornitológico. Esta actividad “supone una apuesta por turismo de calidad”, sostiene el ornitólogo José Antonio Sarrión. “Estas personas se suelen quedar en espacios de turismo rural, consumen comida tradicional…”, recuerda, pero en “Fuerteventura no se está explotando bien”.
Sarrión siente que el ‘boom’ del turismo ornitológico que hubo hace unos años en la Isla ha ido desapareciendo. Incluso, cerró la empresa que se dedicaba a organizar excursiones para ver pájaros en el campo. “Antes de venderlo como destino ornitológico hay que conservar el destino. Aquí hay especies como la hubara canaria y la tarabilla canaria que son únicas en el mundo. Hay que protegerlas y darles un valor exclusivo”, sostiene.
A su juicio, lo primero que habría que hacer es elaborar el plan de gestión de estos espacios y luego delimitar las zonas. La conservación del hábitat compete, primero, a las administraciones, pero también tiene su papel la sociedad civil. “Si viene una persona demandando turismo ornitológico, no se puede encontrar con carteles informativos rotos o con episodios de ruido de quads o todoterrenos. El turismo ornitológico aquí no da servicios de calidad. La gente se está yendo a otros destinos porque allí están más tranquilos y han optado por cuidar el paisaje”, sostiene.
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