El Mirador es la única obra que iba a llevar a cabo César Manrique en Fuerteventura, pero murió antes de su construcción. Sigue cerrado y su gestión tampoco está decidida
Morro Velosa: cerrado y sin objetivo
El Mirador es la única obra que iba a llevar a cabo César Manrique en Fuerteventura, pero murió antes de su construcción. Sigue cerrado y su gestión tampoco está decidida
Muchos de los turistas que llegan hasta Betancuria suelen dar un pasito más y ascender hasta la Montaña Tegú, cuya cima, a 669 metros, se encuentra coronada por el Mirador de Morro Velosa, que se inauguró a mediados de los años 90. La vista permite ver el paisaje del norte, desde La Oliva a El Cotillo e incluso Tindaya si las nubes descansan ese día, y el del sur, desde el pueblo de Betancuria al Risco del Carnicero o el Pico de la Muda y los históricos caseríos que han sobrevivido a la aridez del lugar.
Dice la web de la Red de Museos del Cabildo de Fuerteventura que es “la mejor atalaya para contemplar el Macizo de Betancuria”. “A sus pies se extiende un vasto paisaje majorero, un paisaje marcado por el desmantelamiento erosivo y la desertificación a la que ha estado sometida la Isla”, añade. Lo del desmantelamiento no lo dice por el propio mirador, que cerró sus puertas de manera provisional hace más de tres años y que no ha vuelto a abrir.
Fuentes del Cabildo señalan que permanece cerrado por motivos de seguridad, porque se están desprendiendo tejas. “Su próxima apertura requiere de un proceso de remodelación y mejora en el que ya se está trabajando desde Museos de Fuerteventura para su apertura en el menor tiempo posible”, apuntan. Mientras tanto, se ha habilitado el acceso de los visitantes a la zona exterior durante los fines de semana, en horario de siete de la mañana a siete de la tarde.
El mirador ha estado cerrado en otras ocasiones y también se cerraba la cancela que impide el paso a los vehículos hasta la cima, aunque se podía subir caminando. En esta ocasión, se deja el tráfico rodado hasta arriba, pero no se puede visitar el interior.
El contenido del edificio ha ido variando. Cuando se inauguró fue un restaurante, gracias a una concesión que se otorgó a un restaurador de Gran Tarajal. Después, cuando Fuerteventura fue nombrada Reserva de la Biosfera, se convirtió en una especie de centro de interpretación del Parque Rural de Betancuria.
Así, se colocaron en su interior paneles sobre el valor de los paisajes, el clima, la flora y la fauna insular, gracias a un convenio firmado en 2011 entre el Cabildo y el Ministerio de Medio Ambiente, para materializar las acciones incluidas en el plan de trabajo de la Reserva de la Biosfera con el fin de adecuar la Red de Museos y promocionar esa nueva condición.
También se propuso como uno de los miradores estelares que iban a formar parte del proyecto Reserva Starlight. Por otra parte, el restaurante pasó a ser una cafetería.
Las instalaciones del mirador están en la actualidad cerradas al público.
César Manrique
En la descripción que hace el portal de la Red de Museos sobre el mirador se señala que se trata de “la huella”, de la “aportación” que hizo César Manrique “a Fuerteventura”. Y en la página promocional de la Consejería regional de Turismo se resalta que es “obra del famoso y prolífico artista canario César Manrique”. Pero el asunto no es tan sencillo.
“El proyecto se entregó al Cabildo de Fuerteventura uno o dos días antes de que César muriera”, dice la arquitecta Blanca Cabrera, que fue la encargada de llevarlo a cabo. El Cabildo, presidido entonces por José Juan Herrera, había encargado un mirador al artista lanzaroteño, que hasta entonces no había hecho ninguna intervención pública en Fuerteventura, pero había diseñado miradores para La Gomera y El Hierro.
César escogió el lugar entre varias opciones y se puso a trabajar. “Hicimos muchos viajes a la zona y acabamos el diseño y, aunque el proyecto inicial era de una sola planta, el Cabildo se empeñó en hacer dos. Solo estaba prevista la planta de arriba y se hizo la de abajo para que fuera un salón de actos o algo así, y lo hicimos”, recuerda Cabrera, directora del estudio Diseño Lanzarote. “César hizo el diseño y yo la parte técnica, pero a él en realidad solo le faltaba el título para ser arquitecto”, asegura.
La Fundación César Manrique no reconoce el mirador como obra del artista
Pero César murió de repente, en septiembre de 1992, y la ejecución del proyecto corrió a cargo de la arquitecta. La Fundación César Manrique no reconoce el Mirador de Morro Velosa como una de las obras del artista porque en el proceso de construcción y acabado “es donde el artista más intervenía y donde proyectaba su sello creativo y estético más visible para el espectador”.
Es un caso similar al del Islote de Fermina, en Arrecife, una obra proyectada por el artista, pero inacabada. El Gobierno de Canarias decidió finalizarla en base al planteamiento de Manrique pero no se reconoce como una obra suya, como pueden ser los Jameos del Agua o el Mirador del Río, ya que César intervenía hasta en los detalles más mínimos durante su construcción.
Web promocional del Gobierno, que atribuye la obra a Manrique.
“El Mirador de Morro Velosa no está reconocido por la Fundación como una obra integral de César Manrique, pues el artista no participó en la ejecución. Sí se reconoce la autoría de la idea original, así como su colaboración en la redacción del proyecto”, apuntan desde la Fundación César Manrique.
La idea original era una sola planta y rodeado de árboles por el impacto visual
Cabrera señala que, de hecho, después se han llevado a cabo reformas o intervenciones en las que ella tampoco ha participado, como por ejemplo una mampara. “Por fuera parece que no se ha tocado, pero dentro sí se ha variado la distribución interior, como los baños, que no nos gustaban nada, o la mampara”.
También recuerda que César pretendía rodear el mirador con árboles para evitar el impacto visual del edificio, pero no se llegó a hacer. Y, finalmente, el artista llegó a diseñar un logotipo, al estilo del Diablo de Timanfaya o del jameíto, como hacía en los Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote. El diseño era de una cabra que se tenía que ejecutar en acero corten, pero tampoco se hizo nunca.
La arquitecta señala que César recomendó al Cabildo majorero que gestionara el centro de forma directa. De nuevo, tras el último cierre, el modelo sigue sin estar claro.
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