La SAT El Jable impulsa una publicación que intenta “servir de inspiración a través de la belleza” para que se mantengan los cultivos tradicionales de Lanzarote
“El campo es la participación de lo común”
La SAT El Jable impulsa una publicación que intenta “servir de inspiración a través de la belleza” para que se mantengan los cultivos tradicionales de Lanzarote
Puede ser este: “El fuego, la lluvia, el viento y la oxidación del tiempo han esculpido los suelos de labranza de Lanzarote, tan insólitos que hace 400 años ya eran trabajados con criterios ecológicos”. O bien este: “La agroecología que se practica hoy en Lanzarote es heredera de esta agricultura tradicional y está demostrando ser una valiosa herramienta para combatir la pérdida de biodiversidad, la desigualad social creciente y un cambio climático que ha sido provocado por un modelo económico insostenible que lleva décadas depredando recursos”.
El lector del libro Pastorear el viento, domar el agua, labrar el fuego encontrará en sus páginas pasajes como esos que le engancharán al libro o imágenes como las que ilustran este reportaje. El libro está repleto de textos similares, que acercan el campo lanzaroteño al profano, que descubren la importancia del suelo, del agua o del viento. Está editado por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias por iniciativa de la SAT El Jable y está escrito por la periodista María José Tabar e ilustrado por el fotógrafo Gerson Díaz.
La publicación hace un recorrido por la arena volcánica, las parras, los chabocos o los enarenados, que, dicho de otra manera, como lo dice el texto, son “las catedrales de Lanzarote, las pirámides de nuestro Egipto, una obra de arte magna al servicio de la supervivencia y la naturaleza”.
También recorre el jable, la despensa de Lanzarote: “Aquí, en el jable, lo que parece imposible se convierte en alcanzable. Y sucede gracias a la sabiduría de la gente criada en este falso páramo, que aprendió a mirar, a no desistir, a pastorear el viento”. Ya se sabe que en Lanzarote las cosas no siempre son como parecen. Y el campo lanzaroteño abraza ese axioma que confirma el título del libro, con mucha frecuencia.
El libro relata, por ejemplo, cómo a principios del siglo XIX las batatas, tomates, calabazas y sandías cosechadas en esas arenas se exportaban a Inglaterra, así que el jable no solo proveía de víveres a la población, sino que también fue uno de los motores económicos de la Isla. En el libro, la batata aparece posando, casi como una estrella de cine, de perfil y de frente, entera y a la mitad, despojada de artificios.
De ahí, de esa apariencia de las cosas, lo de cosechar el agua, por la cantidad de ingenios nacidos y construidos para acumular cada gota. “Este patrimonio hidráulico fertiliza los suelos y frena la desertificación. Su recuperación es fundamental para evitar las enormes pérdidas de suelo y agua que padece Lanzarote con cada borrasca del suroeste”. O los aperos adaptados al medio, o las huertas-bosques de tuneras, o las iniciativas colaborativas como la Comunidad de Regantes o la propia Sociedad Agraria de Transformación El Jable. También hay espacio para la Sociedad Cooperativa Agrícola Guatiza-Mala.
El campo es la participación de lo común. “Los alimentos que comemos nos conectan con el paisaje donde se cosecharon, con quienes los compartimos en la mesa y con las personas que los cultivaron. La tierra nos enseña, una y otra vez, que la colaboración y el trabajo en equipo son las claves del éxito”.
El final del libro, como debe ser, es para el futuro, “ser sostenible o no ser”, la encrucijada en la que se encuentra Lanzarote: “Esta forma de cultivar la tierra es una oportunidad que tiene la Isla para volver a dibujarse. Sin disiparse en utopías, pensando en el bien común. Sin romanticismo, con lógica. Es una maravilla que persiste, que se levanta una y otra vez, terca, tozuda, temosa. Esta es la agricultura de la resistencia que se practica en Lanzarote”, dice Tabar.
“Huir de la imagen idílica”
Ascensión Robayna, presidenta de la Sociedad Agraria de Transformación El Jable, dice que esta es la única cooperativa agroecológica en la Isla “que va de abajo arriba”. Señala que el mayor reto actual está en el cambio climático y que el objetivo de este libro es el de servir de inspiración a través de la belleza. Habla de la sostenibilidad, que debe ser triple: social, económica y medioambiental. “Y ética”, añade.
La directora general de Patrimonio del Gobierno de Canarias, Nona Perera, reconoce la labor de SAT El Jable “por buscar una cosecha más saludable que no agrede a la tierra”. Dice que la agricultura de secano ha estructurado la Isla usando la poca “agua bendita” que cae del cielo.
María José Tabar destaca todo lo que ha aprendido escribiendo el libro y dice que tras su escritura tiene la esperanza de que Lanzarote tenga un futuro mejor del que tiene ahora: “Hay que ponerse a ras de tierra para comprender la Isla. La naturaleza, el conocimiento y la armonía con el medio es esencial para vivir aquí, es precioso cómo se cuida la tierra y hemos vivido mucho tiempo de espaldas a la naturaleza”.
Para Tabar, el secano es la única forma de mantener el suelo y conseguir productos que marquen la diferencia. Terminó con una frase del escritor J.R.R. Tolkien: “No elegimos el tiempo que nos toca vivir, pero sí podemos elegir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”.
Finalmente, el fotógrafo Gerson Díaz agradece a los agricultores que le permitieron meterse en su mundo para poder hacer el libro. “Todo es natural, no hay nada montado”. Díaz dice que con la presentación del libro se cerró un círculo, a imagen y semejanza de los procesos de cultivo, del que también forma parte una exposición itinerante que ya ha visitado varios municipios de la Isla. “Pretendíamos huir de la imagen idílica del campesino atrapada en el pasado, y este libro mira al presente y al futuro”.
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