EL PERISCOPIO
Por Juan Manuel Bethencourt
La decisión de Briansó va en contra de las velas electorales de la izquierda alternativa
Las expectativas electorales de la izquierda alternativa en las ya cercanas elecciones locales y autonómicas parecen ser uno de los interrogantes de relieve en el horizonte de una campaña que calienta motores y que ya no detendrá sus calderas durante todo el año 2023, si tenemos en cuenta que tras la cita de mayo próximo vendrán los comicios generales programados para, se dice, diciembre del ejercicio entrante. Hay demasiadas cosas que no sabemos y deberán dilucidarse en muy poco tiempo, comenzando por la hoy dudosa capacidad de Unidas Podemos y sus satélites para confluir en las listas a ayuntamientos, cabildos y el propio Parlamento de Canarias. La marca lanzada por la vicepresidenta Yolanda Díaz, ¿tendrá presencia electoral en esta primera vuelta que resolverá la distribución del poder en España? ¿Cuál es el recorrido real de la plataforma creada hace poco por el exdiputado tinerfeño Alberto Rodríguez? ¿Existen Más País e Izquierda Unida en Canarias? ¿Qué fichas moverán, o no, los movimientos progresistas de origen local como Sí se Puede? ¿Tiene peso real el ecologismo político en las Islas? En fin, son demasiadas preguntas como para responderlas en apenas tres meses, y cualquiera de ellas que quede en el tintero supondrá un menoscabo para las opciones de la izquierda alternativa para hacerse un sitio en las instituciones y tener la opción de configurar nuevas mayorías. Ojo, para el PSOE es muy importante lo que pueda ocurrir con todo ello.
Hay un error bastante común a la hora de emitir análisis sobre las opciones reales de cualquier fuerza política. Se manifiesta, en no pocas ocasiones, en el propio combate dialéctico que acompaña a los procesos electorales. Tendemos a pensar que para hacer daño a los adversarios políticos hay que poner el acento discursivo en sus debilidades. Pero no es así. Los adversarios ya están preparados para recibir ataques centrados en sus propias debilidades. Y, lo que es más importante, los receptores de los mensajes políticos ya dan por descontados esos argumentos. Me explico: ningún ciudadano canario que haya sido votante de Podemos (y no son pocos) dejará de votar por Podemos y sus posibles aliados porque las fuerzas de izquierda sean proclives al desencuentro interno. Menos aún porque se les tache de comunistas, republicanos o ecologistas radicales, ni porque hayan pactado con los partidos separatistas catalanes y vascos, pues tales atributos, en la mente de dichos votantes, son en todo caso un argumento para votar a Unidas Podemos, y nunca lo contrario.
La perspectiva es muy distinta si lo que es puesto en cuestión no son las debilidades de esa organización política en concreto, sino sus fortalezas. Entonces la cosa cambia, y además cambia de un modo decisivo. Hay ejemplos, en este caso por desgracia para la izquierda alternativa. Por ejemplo, si decimos que las decisiones de Podemos en sus esferas de poder e influencia han reducido la protección de las mujeres ante los posibles agresores sexuales, entonces estamos ante un problema gravísimo, porque estamos dañando de un modo severo la reputación de la izquierda alternativa en su propia esencia, allí donde puso una bandera y quiso cambiar las cosas justo en la dirección opuesta. Por eso es tan importante este asunto de la ley del “solo sí es sí” y sus indeseadas consecuencias en el manejo de las condenas a los delincuentes sexuales, porque parece que una ley concebida para la protección integral de las mujeres es blanda en la contemplación de los delitos ya cometidos por sus agresores. Ojo, lo será o no, y habrá una discusión jurídica y política sobre ello, pero el daño político ya está hecho. El error político de la ministra Irene Montero es haber puesto al descubierto una fortaleza de Podemos hasta el punto de convertirla en una debilidad. O, lo que es lo mismo, ha regalado un eslogan eficaz a sus adversarios: la ley que hizo Podemos, y que toleró Sánchez, contribuye a sacar a la calle a los violadores. Como argumento para el ataque, es tremendo, y por eso lo escucharemos una y otra vez hasta el día de las elecciones. La ministra debe estar bastante enfadada consigo misma, aunque no lo admita. Porque estamos viendo a Vox acusar a Podemos de amparar al machismo violento, eso es algo con lo que no contábamos y que ha constituido un regalo inesperado que la derecha va a aprovechar.
Si ustedes quieren, hay una derivada canaria para todo esto, y es lo ocurrido en Fuerteventura con la aprobación del inicio del expediente para construir el parque temático Dreamland en Corralejo. Antes aún de aclarar qué es o qué quiere ser Dreamland, nos ha quedado claro que su viabilidad ha nacido en un pleno del Cabildo majorero en el que el voto de un consejero elegido por Podemos resultó decisivo. La cúpula morada se ha apresurado a aclarar que Andrés Briansó ya no forma parte de la organización, cierto. Pero se presentó por esas siglas, y su reciente decisión va justo en la dirección opuesta a la que podría conceder algo de viento de popa en las velas electorales de la izquierda alternativa. Porque el ecologismo político parece haber encontrado un sitio en las Islas, de la mano del rechazo a los grandes proyectos vinculados al sector servicios y, en menor medida, a algunas infraestructuras estratégicas y quizá innecesarias. Este movimiento, particularmente fuerte en Tenerife y las tres islas orientales de Canarias, busca ver reconocido su espacio a través de las urnas, y tiene en Podemos a uno de sus posibles beneficiarios. El asunto Dreamland lo pone en cuestión y nos retrotrae a la tesis expresada en el párrafo anterior: “Guárdate, oh candidato político, no de tus debilidades, sino de tus fortalezas, porque podrías perderlas”.
Comentarios
1 Anónimo Lun, 26/12/2022 - 16:21
2 Ojete Mar, 27/12/2022 - 07:48
3 Elora. Lun, 02/01/2023 - 15:36
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