En uno de los muros del inmueble todavía permanece, pese al paso del tiempo, la inscripción de una fecha: 1865. En La Hoya, a 250 metros de las salinas, se erige una antigua casa que fue morada de quienes trabajaban en Janubio y que, en los recovecos de la memoria popular, también se recuerda que albergó una pequeña tienda. Eran otros tiempos, cuando Lanzarote dependía de la agricultura y de la pesca. Ahora está siendo restaurada, de forma minuciosa, por Carlos Padrón.

La vivienda guarda una estructura clásica de la arquitectura tradicional de la Isla, en forma de “L”. “El objetivo no es solo recuperarla sino aportar una oferta alojativa que dé valor a la visita, en una zona de importancia”, próxima a las salinas de Janubio, Los Hervideros y El Golfo, con Timanfaya como telón de fondo.

Las obras de restauración de la casa, que estaba destechada y se había convertido en lienzo de grafitis, se espera que terminen en septiembre de este año. “No queríamos que se viniese al suelo y hemos apostado por recuperarla, al tiempo que ofrecemos un espacio para disfrutar de la tranquilidad de Lanzarote”, destaca Padrón.

En la restauración de la casa, que no cuenta con ninguna figura de protección, se ha querido, sin embargo, “mantener sus valores” arquitectónicos, explica el propietario. De tal manera que se respetan los huecos de la edificación para puertas y ventanas, se mantienen y refuerzan los muros de piedra, se recrean los techos de madera y se conservan los hornos, uno de cal y otro de piedra, y, a pocos metros, una alcogida y un aljibe.

El objetivo, dice Carlos Padrón, es que no se borren las huellas de una arquitectura popular, modesta, pero que a la vez representa una huella de la historia de la Isla. Para aportar funcionalidad, se está construyendo una estructura moderna, que dé continuidad a la parte antigua del inmueble, sin que le reste protagonismo.

“Creemos en la conservación de nuestros valores”, recalca Carlos Padrón

Cuando finalicen las obras, se contará con cuatro unidades alojativas completas, con piscina y unas vistas privilegiadas a dos espacios naturales, como el Sitio de Interés Científico de Janubio y el Parque Natural de Los Volcanes. La finca, de más de 23.000 metros cuadrados, tiene también una vertiente agrícola, con un arenado de más de 8.000 metros.

La restauración de esta antigua vivienda en La Hoya, bajo la dirección de Blanca Cabrera y Omaira Padrón, la ejecución de Jaime Aparicio y la intervención de Construcciones Palmero, ha coincidido prácticamente con la recuperación de dos de los molinos de Janubio. “Creemos en la conservación de nuestros valores”, recalca Carlos Padrón.

“No podemos dejar pasar el tiempo sin hacer nada y que se termine de caer al suelo este pequeño patrimonio”, subraya el responsable de Salinas de Janubio. Padrón insiste en la máxima de “rescatar, vivir, transmitir y defender”, de la Orden del Cachorro Canario, a la que pertenece.

Y, en ese sentido, la apuesta por la restauración tiene un lado de responsabilidad, para mantener la tradición y, al mismo tiempo, supone “dar cierta calidad a los visitantes que vienen a Lanzarote”. Una forma “realista” de dar una segunda vida a la arquitectura tradicional.

Los molinos vuelven a girar

La restauración de dos molinos de las Salinas de Janubio, construidos en los albores del siglo XX, está ya prácticamente finalizada. Ha sido un trabajo meticuloso, en el que se han retirado piedras degradadas, se ha recuperado la carpintería de madera y se ha colocado la estructura y las aspas de acero.

El trabajo de restauración ha sido completo y ha dejado a los molinos plenamente funcionales. A falta de unos pequeños detalles en el interior de los molinos, pronto se incorporarán a las visitas guiadas que se realizan en Janubio.

Restauración, en imágenes