Valentín Fernández Arrocha publica en ‘Cantigas de Lanzarote: 200 cantares de transmisión oral’ una pequeña parte de las cantigas recogidas al vuelo desde que tenía 15 años
“Toda la vida tradicional está en el cancionero”
Valentín Fernández Arrocha publica en ‘Cantigas de Lanzarote: 200 cantares de transmisión oral’ una pequeña parte de las cantigas recogidas al vuelo desde que tenía 15 años
“Cantares, tajaditas y lascas de un tesoro inmenso que conforman el acervo cultural de un pueblo trabajador que saca su familia adelante. Curiosamente, hoy que nuestro nivel cultural se nos presupone que es aceptable, se ha dejado de cantar”. Valentín Fernández Arrocha arranca así el libro Cantigas de Lanzarote: 200 cantares de transmisión oral.
En la introducción explica que el hecho de escribir estos cantares, que se han ido perdiendo, “es la constatación de que aquello existió” y que hoy solo se conservan en la mente de “muy poquitos de nuestros mayores y en algunas agrupaciones de tipo popular”.
Para añadir memoria a la memoria, Valentín se ha atrevido con una primera publicación de estos doscientos cantares, una pequeña muestra de los miles que ha recopilado a lo largo de su vida.
El libro es la culminación, o un proceso lógico, de algo que empezó hace casi medio siglo, cuando Valentín tenía solo 15 años. Siempre le gustó cantar y, ya por entonces, se dio cuenta de que le llegaba la música pero le faltaban las letras. Así que se puso a buscarlas. Le dio por preguntar y por poner la oreja. “Cogí el vicio de llevar siempre una libreta encima, los apuntaba y después los pasaba a limpio”.
La libreta (una parecida) la sigue llevando y con ella empezó a recopilar esos cantares de la boca de personas mayores “con una gran memoria” o de parrandas. Son esos cantares captados al vuelo desde 1975 los que se han convertido ahora en un libro.
Son cantigas, la mayoría de cuatro versos, que se exponen y se explican, o bien su significado o bien su origen u otros detalles. Como ésta que dice: “A tu madre la llaman/la burgadeña/a tu padre el burgao/y a ti la dueña” que escuchó en El Golfo en los años setenta. O esta que cantaba Andrés Martín junto a Ico Arrocha: “Despierta si estás dormida/con ese sueño profundo/que aquí tienes aquel hombre/que más te quiso en el mundo”.
“Nuestro cancionero no está muerto, tampoco está de parranda, está adormecido, por lo que sería interesante darlo a conocer a todas aquellas personas que estén interesadas de una u otra manera”, señala Fernández Arrocha: “Es algo que nos pertenece por derecho propio y que está dentro del patrimonio cultural y etnográfico del pueblo de Lanzarote y de Canarias”.
En este cancionero nombra a algunas personas que se dedicaron a recopilar cantares, cantigas o romances, como José Pérez Vidal, Jesús María Pérez Godoy, o incluso el libro Cantares de candil, de Manuel Bravo, publicado por el Cabildo en 1998, pasando por Sebastián Sosa, Maximiano Trapero y Diego Catalán, así como las agrupaciones folclóricas.
El autor es miembro de la agrupación Amigos de Portonao. Señala que los cantares pueden ser muy interesantes porque conforman el cancionero de un pueblo y sin embargo “muchos se pierden”.
“Toda la vida tradicional está metida en el cancionero, no solo en los libros”, destaca Valentín, que dice que la conservación del inmenso legado de la tradición oral en la Isla “es fundamental como conocimiento de nuestro pasado, independientemete de su utilidad inmediata”.
El cancionero se puede dividir por temas. Hay un cancionero del mar, del carnaval, de los ciclos de la tierra, y hasta de las personas que llegaban a la Isla. “De la visita de Franco hay dos cantigas, y de muchas otras personas, porque venía alguien a la Isla y se le hacía una canción”.
Señala el autor que, dentro de la Isla, existen diferencias “bonitas y notorias” de un pueblo a otro, pero también dentro del mismo pueblo y dentro del mismo matrimonio, donde ha encontrado cómo los cónyuges cantaban la misma canción de manera diferente. “Hay cantares diferentes, igual que hay diferencias en la vestimenta o en la manera de tocarse el sombrero”.
Dice que la gente de la Vuelta Abajo, por ejemplo de Las Breñas, “tiene una especial filosofía de vida”, igual que tenían más relación con el norte de Fuerteventura que con el norte de Lanzarote, y que eso también se nota en el cancionero.
“Cada vez se usa menos el cancionero, pero no ha perdido vigencia”
Y añade que los cantos de ida y vuelta “ya no se sabe si son de ida o son de vuelta” y señala que, de la misma forma, en Cuba también se separa la isla entre los de la Vuelta Arriba y los de la Vuelta Abajo, y no se sabe si vino de allí o fue para allá.
En las cantigas de Lanzarote, en cualquier caso, hay influencias de América, pero también de Extremadura, Andalucía o Portugal, entre otras. Y hay influencias muy antiguas, también de la literatura “a pesar de que los cantaban personas que eran analfabetas”, desde cosas de Cervantes a fragmentos de La Celestina en una seguidilla. “Hay cantares desde los tiempos de Adán, como se suele decir –indica- pero la mayoría son desde el siglo XVI y XVII”.
También hay cantigas que surgen desde la iglesia, donde se cantaba mucho, y donde se reunía la gente. “Todavía se encuentran cosas”, señala. “Cada vez se usa menos el cancionero, pero no ha perdido vigencia”. Cree que las agrupaciones hacen esa labor pero que no solo se trata de crear y recrear, sino que es interesante buscar hacia atrás.
“Antes había más variedad que ahora, había una forma de hablar menos escueta, la gente era muy precisa en el lenguaje”, asegura, en un tiempo en que el soporte documental eran las personas y su memoria. El soporte, ahora de papel, se puede encontrar en varias librerías de Arrecife.
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