Miguel Pajares, doctor en Antropología Social
“Los migrantes climáticos son víctimas de las malas políticas del norte global”
Miguel Pajares, doctor en Antropología Social
El doctor en Antropología Social y presidente de honor de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado, Miguel Pajares, participó recientemente en Tanit, el festival cultural que organiza el Ayuntamiento de Puerto del Rosario. Este especialista en cambio climático y migraciones alertó de cómo cada vez más personas tienen que emigrar, desde el sur, debido a los impactos climáticos. Según estimaciones realizadas, esta será una de las causas para que en 2060 la población mundial migrante pueda ser el doble de la actual, pasando del 3,5 por ciento de la población mundial al seis por ciento. Autor de libros como Refugiados climáticos. Un gran reto del siglo XXI, este experto reclama una protección internacional para estas personas, víctimas de la falta de acuerdos por parte de los gobiernos para mitigar los efectos del cambio climático. Ante el repunte migratorio de la ruta canaria, Pajares no achaca como una de las principales causas los estragos del cambio climático en África, pero “puede ser un factor que esté interviniendo”.
-¿Qué impactos está teniendo el cambio climático entre las poblaciones más afectadas como, por ejemplo, África?
-Los impactos están siendo muy importantes. Hay una pérdida notable de cultivos, porque las temperaturas no son las idóneas para el cultivo de distintos cereales. Además, los fenómenos repentinos tienen mucha más intensidad. Por ejemplo, las sequías son mucho más prolongadas y las lluvias, cuando se producen, son más torrenciales y destructivas. Todo esto es algo que ya pasaba, pero se ha ido exacerbando en las últimas décadas y, especialmente, en los últimos años. Hay mucha población que se ve obligada a marcharse de la zona donde vive porque los cultivos dejan de ser productivos.
-¿Qué magnitud pueden tener estos movimientos poblaciones en las próximas décadas?
-La dimensión actual no la conocemos, pero sabemos que ya se desplaza gente por estas causas. Las migraciones son multicausales con lo que acabar de establecer que esta es la causa principal no es fácil. Sí sabemos que van a ir creciendo los impactos. Se abandonan las zonas rurales hacia las ciudades, que están creciendo de forma desmesurada. Muchas son costeras y están creciendo con barrios desestructurados y pegados a la costa. Viendo la magnitud de la población que se puede ver obligada a desaparecer y, a partir de los estudios que se han hecho sobre la subida del nivel del mar, hice una estimación en la que hacia 2060 las migraciones actuales se habrán duplicado. Ahora, tenemos unas migraciones que son del 3,5 por ciento de la población mundial, unos 350 millones de personas viven en un país distinto al que nacieron. Esa cifra en 2060 se puede haber duplicado. Eso significaría que pasaría del 3,5 por ciento, que es ahora, a más del seis por ciento. Es una magnitud migratoria importante, pero se puede gestionar.
-¿Y cómo?
-Se puede gestionar con políticas, instrumentos e instituciones adecuadas. Hay que dar potestad a las instituciones de las Naciones Unidas para gestionar las migraciones, cosa que no se le da. Ahora mismo, las únicas organizaciones de las Naciones Unidas que trabajan en esto son la Organización Internacional para las Migraciones y Acnur (la Agencia de la ONU para los Refugiados) y no tienen potestades para gestionar los flujos migratorios. Ni la propia Unión Europea las tiene a pesar de que es un tema comunitario. Finalmente, son los estados los que mantienen esta potestad. Hay que dotar a las instituciones internacionales de capacidad de gestión y hacer que haya un reparto gestionado de las migraciones. Si eso se produjera, las migraciones no tendrían que ser un problema. La gestión la hacen los estados con unos prejuicios muy potentes basados en la idea de que las migraciones son un problema, un peligro y algo de lo que tenemos que defendernos. En base a eso, se hacen unas políticas muy restrictivas. A medida que crezcan las migraciones, estas se irán convirtiendo en un problema cada vez mayor.
“Las poblaciones con menos recursos van a sufrir más el cambio climático”
-¿Qué colectivos están más expuestos a las vulnerabilidades climáticas?
-Hay un componente social y económico muy claro. Son las poblaciones más pobres y con menos recursos para afrontar los retos de la emergencia climática. Se está hablando mucho de medidas de adaptación al cambio climático. Los países ricos prometieron una aportación de mil millones de dólares anuales, cosa que no están haciendo. La adaptación es una forma de evitar que las poblaciones sufran más los impactos del cambio climático pero, como no se hace, son las poblaciones con menos recursos de los países más pobres que, a su vez son los países que más sufren los impactos climáticos, los que más afectados se van a ver. Y en ellos, las poblaciones con menos recursos son las que más lo van a sufrir.
-Son también las que más dificultades tienen para migrar…
-Exacto. La migración no es algo que esté al alcance de todo el mundo. Hace años que se habla de las poblaciones atrapadas por los impactos del cambio climático. Son poblaciones que se van a quedar sin recursos y sin sus medios de vida porque van a perder las zonas agrícolas, pero no van a poder migrar porque no tienen recursos. El riesgo de que crezcan las poblaciones atrapadas quizás es el mayor riesgo que tendrán las poblaciones que más van a sufrir los impactos del cambio climático.
-El norte global es culpable de lo que sucede en el sur. ¿Qué deben hacer los países del norte?
-Efectivamente. El norte global es culpable porque somos los que más emisiones estamos produciendo desde el inicio de la industrialización. Por tanto, son los más responsables del cambio climático y, a su vez, son los que tienen mayores recursos para afrontarlo. Se había planteado que los países ricos asumieran el coste de la adaptación de los países pobres a los impactos que va a tener el cambio climático, pero los países ricos no lo están cumpliendo.
-Mientras tanto, la respuesta del norte es blindar fronteras...
-Esa es la respuesta no sólo para el cambio climático, sino la respuesta general que se da a las migraciones. Es curioso que Naciones Unidas y la Comisión Europea tengan estudios que dicen que la Unión necesita la entrada de 50 millones de migrantes antes de 2050 para mantener la economía europea y, por otro lado, se hagan políticas restrictivas basadas en la idea de que la inmigración es algo de lo que tenemos que protegernos y se vea como una amenaza. El mundo occidental tiene una contradicción muy fuerte y creo que se debe a la expansión de los conceptos divulgados por la extrema derecha.
“Los refugiados climáticos se deben incluir en todas las leyes de asilo de Europa”
-Usted ha afirmado que el calentamiento global agudiza la violencia…
-Ahora mismo, en el mundo hay conflictos que tienen que ver con el calentamiento global. En todo el norte del Sahel, el desierto está avanzando hacia el sur con lo cual los pastores, que tenían sus rebaños en determinadas zonas lindantes con el desierto del Sáhara, se tienen que ir hacia el sur porque se están perdiendo las zonas de pastos. Eso hace que entren en conflicto con los agricultores, que estaban situados un poco más abajo. Varios de los conflictos que se están produciendo en el Sahel, en Darfur (Sudán) o Somalia tienen que ver con la competencia por estos recursos, que se están haciendo más escasos fruto de los impactos climáticos. Hay poblaciones que entran en competencia y eso está alimentando los conflictos bélicos.
-¿Cómo está afectando la crisis climática a las mujeres?
-La mujer está sufriendo más los impactos climáticos porque son las últimas que emigran. Cuando los recursos empiezan a escasear, generalmente emigran los hombres. Las mujeres se mantienen más ancladas en la tierra porque son las que cuidan a los niños y familiares dependientes. Son las últimas en abandonar el barco. Cuando hablamos de poblaciones atrapadas, tenemos que fijarnos, sobre todo, en las mujeres. Ellas son las que se quedan más tiempo en las zonas que van degradándose. Aparte, las mujeres sufren violencia y agresiones sexuales en los procesos migratorios. Hay un claro perjuicio para las mujeres en estas condiciones.
-Los estragos del cambio climático en África son cada vez mayores. ¿Cómo puede afectar a Canarias, dada su proximidad al continente, esta situación?
-África Occidental es una de las zonas más afectadas. Mali, Burkina Faso, Níger o Mauritania son países muy afectados por la crisis climática. Por tanto, irá creciendo el número de personas que quiere salir de estos países. En los últimos años, se ha producido un incremento de llegadas a Canarias. Creo que todavía no se puede atribuir al cambio climático, pero este puede ser un factor que esté interviniendo. En el aumento de llegadas de los tres últimos años, es más importante la inestabilidad política, los golpes de estado o, por ejemplo, la represión en Senegal ante las luchas de la oposición. Hay otros factores que pueden estar teniendo más peso que los efectos del cambio climático, pero este irá creciendo con lo que podemos ir viendo situaciones similares a las de estos años. A la larga, tendrá una tendencia al crecimiento y habrá que gestionarlo bien porque no es de recibo que la gente tenga que morir en el océano para emigrar.
-Se han documentado testimonios de chicos que han llegado a Canarias después de ver cómo la sequía no da tregua a sus campos…
-Es un factor que está interviniendo, pero nos faltan estudios más a fondo para saber el peso que tienen los impactos climáticos en estas emigraciones comparándolos con el peso de otros factores como el político.
-El norte no se libra de los impactos climáticos. ¿Hay ya migraciones por esta causa?
-Yo diría que no, pero no tardarán en producirse. No las llamaría migraciones. Por ejemplo, en el Delta del Ebro hay una población con cultivos de arroz que probablemente desaparecerá y la gente se tendrá que ir de allí. Eso no lo llamaría migraciones porque se irán a Barcelona. Se desplazarán dentro de España o de la Unión Europea. Los desplazamientos que se producen dentro de la Unión Europea no los llaman migraciones, sino movilidad interna.
-¿Por qué los refugiados climáticos no están protegidos por el derecho internacional?
-Cuando se hizo la Convención de Ginebra sobre los refugiados, en 1951, nadie hablaba de cambio climático. Después se hizo el Protocolo de 1967, se amplió la convención y tampoco. Se han hecho leyes europeas y estatales sobre asilo, pero no se ha contemplado. Han ido creciendo los motivos como huir de un conflicto bélico, que no estaba contemplado en la Convención de Ginebra y ahora sí se contempla como un derecho de asilo o por temas de género o de orientación sexual. Se han ido ampliando los conceptos que hacen a una persona merecedora del derecho a asilo, pero el cambio climático no se ha incluido. Defiendo que se incluya y se hable de refugiados climáticos porque es una forma de poner a los gobiernos ante la responsabilidad que tienen sobre esas personas que han perdido su hábitat por el cambio climático. Los responsables son los gobiernos de los países ricos. Las personas que se van de sus países por los impactos climáticos, los migrantes climáticos, son víctimas de unas malas políticas climáticas que se han hecho desde el norte global. Considerarlas refugiadas es poner sobre la mesa la responsabilidad de los gobiernos. Desde el punto de vista legal, no existen los refugiados climáticos.
“Hoy en el mundo hay conflictos relacionados con el calentamiento global”
-¿Cree que se debería, entonces, reformar la Convención de Ginebra?
-No creo que sea necesaria. El derecho de asilo se ha ido ampliando sin reformar la Convención. Lo que hay que hacer es introducirlo en las leyes europeas y de los estados. No sería conveniente iniciar ningún proceso de reforma de la convención habiendo tantos gobiernos en el mundo antiinmigración y tanta extrema derecha. Se debería incluir en las leyes, pero es muy difícil porque los gobiernos están restringiendo el derecho de asilo. No estamos en un momento en el que los gobiernos estén dispuestos a ampliar.
-¿El Pacto de Asilo de la UE habla de protección a los refugiados climáticos?
-No. El Pacto, que aún no está aprobado, lo que hace es inclinarse hacia posturas más restrictivas. No toca las causas del motivo de asilo, pero sí todo un conjunto de medidas que son más de restricción y represión como facilitar las expulsiones o crear zonas en las fronteras europeas que se consideren que no son Europa de manera que se pueda expulsar sin hacer los trámites de expulsión que rigen las leyes.
-¿Qué tipo de protección se le debe dar a estas personas?
-Si hubiera voluntad por parte de los gobiernos, y sin necesidad de que los reconocieran como refugiados, podríamos avanzar con otros mecanismos como las residencias humanitarias, visados humanitarios o visados para trabajo temporal derivados de situaciones de crisis climáticas fuertes. Se puede ir hacia mecanismos más asumibles por los gobiernos. Aun así, creo que estos no están por esa labor.
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