Elena Rodríguez es una de las 33.000 personas que sufren la patología en las Islas
“Las personas con Covid persistente somos las olvidadas”
Elena Rodríguez es una de las 33.000 personas que sufren la patología en las Islas
Elena Rodríguez salió de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de Fuerteventura el 3 de enero, tras 22 días ingresada en la UCI por Covid. Pensó que las secuelas que el virus había dejado en su cuerpo irían desapareciendo poco a poco, pero no fue así. Meses después de haber pasado la enfermedad, algunas de ellas persisten. Sintió incomprensión en su entorno hasta que pudo poner nombre a su situación: covid persistente, una patología que según el Servicio Canario de Salud (SCS) puede afectar a unas 33.000 personas en el Archipiélago.
La Elena precovid llegó a tener una librería durante años, una tarea que compaginaba con excursiones por Fuerteventura y Lanzarote como guía turística. Madre de dos hijos, en los últimos tiempos ha sido la presidenta de la Asociación de Guías Turísticos de Fuerteventura. “Tras el Covid, soy otra Elena”, asegura esta mujer que concede la entrevista a Diario de Fuerteventura con el único fin de dar visibilidad a las personas que como ella están sufriendo esta patología.
El 4 de diciembre Elena se hizo un test de antígenos. En casa habían dado positivo. Su test marcó dos rayitas. Esa misma noche, empezó a sentirse mal. “Al día siguiente, tenía todos los síntomas de la gripe”, recuerda. La tos era intensa, la voz iba desapareciendo y el malestar se iba adueñando de su cuerpo. Tres días después, una ambulancia la recogió en su hogar y la acercó al hospital. Allí, le hicieron una placa torácica y la devolvieron a su vivienda.
Cuatro días más tarde, tuvo que regresar al hospital. Los síntomas habían ido en aumento. Ingresó la tarde del 11 de diciembre en el Hospital. La madrugada del 13 entró en la Unidad de Cuidados Intensivos. Esa misma noche, falleció su padre en un hospital de Gran Canaria. Elena se enteró de la triste noticia después de salir de la UCI. Llegó a la UCI sin tener patologías previas.
Uno de los intensivistas le comentó a su marido que no entendía cómo le había afectado de esa manera la enfermedad porque era “una mujer sana”. El Covid había atacado a sus pulmones creando una grave bronconeumonía bipolar, lo que hizo que empeorara. Durante días, sus familiares recibieron noticias poco esperanzadoras desde la UCI, llegando a temer por su vida en más de una ocasión.
Poco a poco, Elena fue ganando la batalla al virus hasta que le empezaron a eliminar la sedación. “Cuando me desperté, no sabía dónde estaba ni qué me había pasado. Recuerdo tener muchas pesadillas esos días”, cuenta. Llegó a firmar la autorización para que le practicaran una traqueotomía. Por suerte, se pudo librar de ella.
Tampoco ha podido olvidar la imagen del equipo de sanitarios el día que salió de la zona Covid de la UCI. “Aún tengo en la mente la imagen de todos ellos vestidos como si fueran astronautas. Yo no podía moverme, ni hablar porque aún estaba entubada, pero recuerdo la cara de felicidad de todo el equipo de la UCI: intensivistas, enfermeras y auxiliares porque habían logrado sacar adelante a alguien más”, rememora emocionada e insiste dar “gracias infinitas al personal de la UCI y de Medicina Interna”. También “las gracias” van dirigidas al equipo de rehabilitación del hospital majorero que la ha ido acompañando en todo el proceso de recuperación.
Elena sufre pérdidas de memoria y problemas de respiración
Tras siete días ingresada en planta, regresó a su casa. Al principio, pensó que las secuelas irían desapareciendo. Algunas lo hicieron, como la distrofia muscular ocasionada por estar tanto tiempo sin moverse, otras siguen. “Hasta finales de febrero, pensaba que todo lo que tenía era parte de la recuperación. Empecé a darme cuenta de que no era así cuando comencé a ver que tenía dificultades para mejorar en el tema de la rehabilitación. Los dolores musculares y articulares no me permitían avanzar”, explica.
Elena sufre un cansancio más o menos continuado. “Hay días que me cuesta hacer las cosas”, asegura. Además, padece neblina mental, pérdida de memoria, problemas de concentración y de respiración. “Cuando salgo de una situación en la que me emociono o de las sesiones de rehabilitación a veces tengo temblores en el brazo”, apunta. Su voz tampoco es la de antes. “Es diferente. Hay días que está más ronca y otras más clara”, apunta.
Más de 200 síntomas
A finales de 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lograba definir una de las partes más intrigantes del coronavirus, la de las secuelas que millones de pacientes padecen meses después de haberse curado del Covid. El consenso logró definir el conjunto de secuelas que arrastran después de pasar la enfermedad como Covid persistente. Hasta el momento, la OMS ha descrito 201 síntomas posibles asociados al síndrome post covid. Aunque se desconoce la prevalencia, las estadísticas de países como Reino Unido apuntan a porcentajes por encima del 10 por ciento de los contagiados.
Elena tardó tiempo en darse cuenta de que padecía Covid persistente. “Tenía sentimientos de incomprensión por parte de amigos y familiares y también por parte de otras escalas de la sociedad”, asegura. “He sentido impotencia porque no me sentía comprendida. Es duro decir que te sientes cansada y la gente no entenderlo porque te ven bien o decir que tienes pérdidas de memoria y no creerte porque estás manteniendo una conversación”, lamenta.
Al final, Elena terminó siendo derivada al psicólogo. “La falta de conocimiento sobre el Covid persistente lleva a relacionar que haber pasado por este trance requiere luego de un tratamiento psicológico”, lamenta.
Las secuelas del Covid le impiden regresar a su trabajo como guía turística
Una noche, su marido escuchó en la radio un programa que trataba la patología. En antena, iban apareciendo representantes de asociaciones de enfermos de Covid persistente de toda España. Le comentó el tema a su mujer. Al día siguiente, envió un correo electrónico a la asociación de Covid persistente de Canarias. “Me he llevado una sorpresa muy agradable con ellos. Me he encontrado con personas de todas las profesiones, incluida la sanitaria, que están en la misma situación que yo. En estos momentos, me siento acompañada, aunque no curada”, explica.
Desde que entró en el colectivo ha vuelto a aparecer la Elena combativa que recuerdan los que la conocen desde hace tiempo. Ahora, su lucha se centra en dar visibilidad a las millones de personas que, como ella, siguen sufriendo los estragos del coronavirus. “De alguna manera, las personas con Covid persistente nos sentimos los olvidados. No sé si el motivo es por desconocimiento o por falta de información, pero es así. También somos los no atendidos por parte de las investigaciones e instituciones. Queremos saber qué nos pasa y que se nos escuche”, sostiene.
Entre las principales reclamaciones del colectivo de enfermos de Covid persistente en Canarias está la creación de equipos multidisciplinares específicos para las personas que padecen esta patología, también la valoración y rehabilitación neuropsicológica, la atención a menores y la formación del personal sanitario, Además, creen necesario el reconocimiento de la enfermedad profesional, la elaboración de escalas de incapacitación y la adaptación a los puestos de trabajo.
Elena explica cómo, en estos momentos, todas las consultas relacionadas con Covid se derivan a Medicina Interna, pero “están saturadas”. “Eso hace que se alargue en el tiempo la posibilidad de poder acceder al especialista que demandamos. Hay cosas que si se atienden con cierta premura se evitarían males mayores o ramificaciones. Nosotros lo que pedimos es una derivación rápida a los especialistas”, dice.
Elena acaba de ser derivada al neurólogo. No sabe cuándo tendrá consulta. También desconoce cuándo la derivarán a neumología, a pesar de tener una bronconeumonía bipolar con déficit respiratorio. Sabe que tendrá que esperar. En estos momentos, solo hay un neumólogo pasando consulta en la Isla. Las reivindicaciones de Elena se suman a las de enfermos de todo el país que exigen un cambio de mentalidad en los médicos que aún creen en un origen psicológico de la enfermedad y piden más investigación para llegar a tratamientos y diagnósticos lo antes posible. “Para la comunidad científica podríamos ser, desde el respeto, conejillos de indias. Es una enfermedad que se desconoce mucho y con investigaciones se podría aprender”, apunta.
Elena recuerda cómo la llegada de la pandemia desplazó de la atención a enfermos con otras patologías. “Necesitaban ser atendidas y no se pudo por la actividad del Covid. Por suerte, esa gente ha vuelto a ser atendida. En cambio, no hay mucho personal para atender a los pacientes con Covid persistente y cada vez somos más. Ahora que no estamos en el punto inicial de la pandemia vemos cómo nos quedamos en segundo nivel”, lamenta.
La enfermedad ha hecho que tenga que renunciar a su puesto de trabajo como guía. Las secuelas le impiden trabajar. “La Elena toda vida y con capacidad de hacer tres mil cosas ya no está. No tengo esa capacidad. Estoy empezando a aceptarlo, pero cuesta”. Aun así, se muestra ilusionada. Tras pasar un proceso de duelo motivado por la muerte de su padre y por su situación médica, ahora se siente positiva y optimista. “Tengo ganas de luchar y reivindicar”, asegura.
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