Una investigación pionera en Canarias revela que la mitad de las mujeres de Gran Canaria encuestadas ha sufrido la ciberviolencia machista sexual en el entorno digital
“Me cierro Instagram. Lo hago por ti. Espero que tú lo hagas también”
Una investigación pionera en Canarias revela que la mitad de las mujeres de Gran Canaria encuestadas ha sufrido la ciberviolencia machista sexual en el entorno digital
“Hoy estabas vestida muy guapa”. Este inquietante mensaje de origen desconocido apareció en las redes sociales de la mujer que lo recibió como una sombra, como esas nubes negras imprevistas que acaban con lo que hasta entonces era un día radiante. Ella cree que provenía de alguien que la veía a diario, quizás en la entrada y salida del aparcamiento. Nunca lo supo.
“Yo tuve una pareja que me amenazó con divulgar ciertas fotos desnuda o sexuales, cohibiéndome si no quedaba con él y cosas así. Tuve que poner una denuncia, pero no se ha hecho juicio. Eso pasó hace ya siete u ocho años. Por lo visto hubo más denuncias a esa misma persona por este motivo y no pasó nada”, afirma otra mujer.
Son dos de los testimonios recopilados en la investigación ‘Ciberviolencias machistas: un análisis de la realidad actual en Gran Canaria’, proyecto pionero en Canarias cimentado en una encuesta digital entre mujeres grancanarias con más de 330 muestras, entrevistas en profundidad a víctimas de la ciberviolencia machista y un grupo focal con representantes de instituciones y entidades locales.
Los resultados revelan que el 50 por ciento de las mujeres encuestadas ha sufrido al menos una situación de ciberviolencia machista de carácter sexual en Internet y las Redes Sociales, mientras que otro 16 por ciento asegura que alguna amiga o conocida también se ha encontrado frente a frente con las fauces digitales del machismo.
En realidad, este mapa de las ciberviolencias machistas en Gran Canaria constata que el machismo es una bestia que campa a sus anchas por las estepas digitales, también en el ámbito de la pareja. “Yo me cierro el Instagram. Lo hago por ti y espero que tú también lo hagas por mí”, explica otra de las entrevistadas. “Quieren aislarte del mundo”, señala.
Otra de ellas duda si es o no “una tontería” que un camarero o alguien del personal de una empresa a la que has enviado tu currículum use tus datos personales para contactar contigo para ligar.
Pero otras no albergan dudas. “Para mí no es normal y hay gente que está normalizando esto. He visto eso en mucha gente que normaliza que alguien te mande mensajes un poco subidos de tono y lo normaliza. Pues yo no. Te están constantemente violentando, porque ellos hacen esto que es un acto violento, pero la que se siente mal eres tú”, se desahoga otra de las participantes en el estudio, diseñado y realizado por la asociación Opciónate y financiado por la Consejería de Igualdad del Cabildo de Gran Canaria.
“Yo sí percibo una agresividad” en Internet y las redes sociales “por ser mujer y nada más”, subraya otra de las mujeres que prestó su testimonio. “La mujer tiene la doble carga de que se nos juzga por ser, por lo que haces y por tu imagen, por lo que pueda parecer. Tenemos una doble penalización, estoy convencida de eso. Pero es como lo he vivido mucho tiempo atrás, por como fui educada, y eso traducido en Internet”, reflexiona otra.
En esta radiografía que sirve para confirmar la extensión de la enfermedad aparecen también síntomas como “el típico grupo de Facebook de recetas de cocinas en el que de repente aparece una foto pornográfica” o un hombre que lo primero que envía en una aplicación de citas es una imagen de su órgano sexual. “Ni foto de su cara. Directamente la foto de su pene. Inmediatamente corté la comunicación Me pareció sorprendente entrar de esa forma. Ni siquiera nos habíamos terminado de presentar y lo primero que me presentó fue a su miembro”.
Cibermachismo
Los datos recabados también reflejan que casi dos terceras partes de la población femenina entrevistada ha vivido (36,9 por ciento) o conoce (29 por ciento) a alguna mujer de su entorno que ha vivido el cibermachismo en sus relaciones de pareja.
Esto sucede un entorno digital donde la práctica totalidad de les encuestadas -el 98 por ciento- se ha topado con situaciones y contenidos machistas, con mucha o bastante frecuencia en más del sesenta por ciento de los casos.
“Tuve una pareja que me amenazó con divulgar ciertas fotos desnuda o sexuales, cohibiéndome si no quedaba con él y cosas así”
El análisis revela que las mujeres suelen sentir y percibir un entorno hostil. “Esto se desprende de las propias interacciones en estos medios, donde el 68 por ciento de las mujeres encuestadas creen que en los espacios virtuales las personas son más violentas que en el cara a cara”, resume el documento en sus conclusiones.
Además, la situación “es significativamente peor para las mujeres, como lo muestra otra mayoría (el 60 por ciento) que está de acuerdo con que Internet y las Redes Sociales son un espacio de violencia contra las mujeres y niñas”.
El 73,6 por ciento piensa que el simple hecho de ser mujer es “uno de los motivos o características que suscitan la ciberviolencia”, por debajo de otros como la orientación sexual y la ideología, y desde luego muy lejos del mero hecho de ser hombre.
La ciberviolencia machista de carácter sexual cristaliza sobre todo en la recepción de correos, imágenes o mensajes sexuales de forma reiterada sin haberlo pedido o seguir insistiendo en una conversación sexual después de pedir que parasen.
“Estos acercamientos”, se subraya en el informe, “son desde los relativamente inocentes de una invitación de desconocidos, aunque continuos y extendidos, al envío de contenidos inapropiados (las fotopenes), insultos o la respuesta agresiva cuando se les rechaza, o apropiarse y utilizar datos personales o profesionales (dados para acceder a otros servicios) para estos acercamientos. Los medios, más allá de las aplicaciones de contacto, abarcan las redes sociales, incluso las que son dirigidas a la esfera profesional, las aplicaciones de mensajería instantánea o los correos electrónicos”.
Revisar el móvil
Las situaciones más recurrentes de ciberviolencias que tienen lugar en el ámbito de las relaciones de pareja son revisar el móvil para controlar llamadas, WhatsApp o contactos, o utilizar las redes sociales para controlar qué se hacía o con quién.
Por otro lado, la cosificación sexual de la mujer, los contenidos y comentarios sexistas y misóginos o los ataques por defender ideas feministas destacan especialmente entre los ejemplos de machismo que afloran con persistencia en el universo digital.
Igualmente, existe la percepción de una doble penalización de la mujer: un trato discriminatorio, humillación y agresividad ante contenidos de mujeres y un juicio violento sexista y basado en los mandatos de género. Como decía una de las entrevistadas, “siempre es insulto como mujer”.
La investigación recalca que “la edad es un factor clave en las experiencias de ciberviolencias machistas”, que se dan más entre la población femenina más joven, probablemente como “mezcla de un mayor uso de las tecnologías, redes sociales y aplicaciones, la socialización como generación ‘nativa digital’, pero también vinculado a la percepción de los riesgos en Internet, especialmente para las mujeres, y una mayor resistencia para abandonar los espacios”.
También ha detectado que “la autocensura o la autoexclusión de los espacios es una vertiente que afecta al derecho de la participación de las mujeres en el medio online”, pero igualmente grave es la culpabilización en el imaginario social de las mujeres que sufren estas situaciones por “no haber adoptado suficientes medidas de prevención” o “por haberse dejado hacer esa foto o vídeo”.
Otro detalle relevante del estudio es que “algo más de la mitad de las mujeres de Gran Canaria encuestadas afirma que sabría dónde dirigirse para poner una denuncia en caso de ciberviolencia machista, o lo que es lo mismo, un 44 por ciento de las mujeres encuestadas no sabría a dónde acudir”, lo que deja a la vista una notable laguna en la cadena de denuncia y protección. En este sentido, el proyecto impulsado por Opciónate ha incluido también la elaboración de una guía de recursos.
Visibilizar la lacra
Las mujeres y organizaciones que han participado en la investigación han planteado propuestas para hacer frente a las ciberviolencias machistas que ponen especial énfasis en que sean incorporadas a la educación y sensibilización en igualdad de género incorporen.
Se plantea también una mayor visibilización de esta lacra, la promoción del uso sano y saludable de las redes sociales e internet, el fomento de la denuncia y la protección activa, así como la desnormalización de este tipo de contenidos y actitudes.
Por último, se insta a buscar la implicación de redes sociales y plataformas digitales, presionar para la revisión de las políticas de buen uso, incorporar avisos sobre qué contenidos atentan contra los derechos de las personas y sus sensibilidades o la gestión del anonimato, entre otras acciones para desalojar al machismo de los amplios espacios que ocupa en el mundo digital.
Comentarios
1 Anónimo Mar, 08/03/2022 - 12:14
2 De broma Mar, 08/03/2022 - 15:35
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