“¿Qué nos ha pasado a los seres humanos que somos incapaces de vivir sin explotar al otro?”, se pregunta Teodoro Bondyale, secretario de la Federación de Asociaciones Africanas
“No es nada nuevo lo que nos está pasando. La Historia es vieja”
“¿Qué nos ha pasado a los seres humanos que somos incapaces de vivir sin explotar al otro?”, se pregunta Teodoro Bondyale, secretario de la Federación de Asociaciones Africanas
La señora Emilia, de Río Muni, en Guinea Ecuatorial, poseía su propia visión de las migraciones modernas. “Mi abuela decía que los blancos son muy listos. Antes iban a buscar esclavos a África y los traían amarrados y animalizados. Ahora, los negros vienen solos, pagando el billete y muriendo en el mar. Y esto es un resumen de un discurso más profundo. ¿Qué nos ha pasado a los seres humanos que somos incapaces de vivir en el mundo sin explotar al otro de mala manera?”, reflexiona Teodoro Bondyale Oko, enfermero y secretario de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias en la puerta del Cabildo de Gran Canaria, minutos antes de ofrecer una conferencia.
“Nosotros”, agrega, “somos de la costa, y una de las cosas que vivimos y de la que guardamos memoria fue la esclavitud, porque casi desaparecimos como pueblo porque fuimos esclavizados y llevados a América. Yo soy de la generación de vuelta. Mis antepasados fueron llevados a Boston como esclavos y estas generaciones volvieron a África, donde nació una de mis bisabuelas. Todo esto te hace reflexionar. No es nuevo lo que nos está pasando. Los nuevos somos nosotros. La Historia es vieja”, apunta este enfermero con palabras punzantes frente a las cuales no existe anestesia posible.
Teodoro camina con paso lento, apoyado en un bastón por una reciente operación. Pero su pensamiento vuela. Toma asiento en la bancada que bordea el acceso a la sede de la corporación insular. La conversación se ve interrumpida de cuando en cuando por personas que le saludan con evidente cariño. Acuden a la llamada del Seminario de Culturas Africanas, en el marco del proyecto ‘Máscaras migrantes’, que ha incluido exposiciones colectivas en Casa África y Castillo de Mata para “realizar una mirada urgente y crítica al grave fenómeno migratorio que se vive en Canarias”, señala la organización.
Una de las obras de la exposición.
Teodoro intervendrá con la ponencia ‘Elementos culturales en las diásporas africanas’ que entraña tantas respuestas como preguntas, según adelanta con el ruido de fondo del tráfico que sube por la calle Bravo Murillo y baja por la vía de Brasil. “El fenómeno de los flujos migratorios se ha presentado de una manera interesada, en negativo, y eso es un peligro. Y uno se pregunta por qué los presentan así. Y esa es la máscara que estamos desenmascarando. Tenemos que ser capaces de desenmascarar el mensaje negativo de los flujos migratorios”.
El activista recalca que estos movimientos “son naturales al ser humano. Cada época histórica tiene sus flujos. En la etapa actual están cambiando muy rápidamente los motivos de las migraciones y nos hace falta otro paradigma nuevo, que es lo que yo planteo. Ya no tenemos que hablar de migraciones, sino de la movilidad humana. No es que uno lo quiera o no lo quiera. El ser humano vivo se mueve. Simplemente. Somos tierra en movimiento. El ser humano cambia, busca e interactúa con la naturaleza. De lo contrario, está muerto”.
“Teodoro, ¿y quién ha diseñado y colocado estas máscaras?”. “Pues los señores que viven de la migración. Es paradójico. En un momento determinado de la Historia, las migraciones han sido forzadas. Hubo gente que iba a buscar esclavos, negros, sobre todo, para llevarlos a América. El sistema capitalista, que redistribuye desigualmente los recursos, hace que haya una parte del mundo empobrecida y otra enriquecida. Los enriquecidos necesitan controlar los flujos migratorios tildándolos de peligro para las poblaciones pobres de esos países y creando una entidad de miedo. El ser humano tiene miedo y ese miedo se puede explotar, y de paso controlan las poblaciones locales porque tienen un enemigo señalado. Y esto se mantiene en los medios de comunicación, en el teatro, en el cine o en el discurso político”.
“Por otro lado”, prosigue con la mirada amplia de quien procede del estuario, “los flujos migratorios deben tener ese estigma para poder ser explotados. Si tú consideras al otro igual que tú y no le estigmatizas y lo ves negativamente, no le puedes explotar. Esto es un truco viejo, es decir, ir a por los señalados como los malos que vienen de fuera y olvidarte de los malos que tienes en casa”.
Piezas que invitan a reflexionar.
La crisis migratoria de los cayucos y su eclosión en el muelle de Arguineguín también aflora en su discurso. “Espero que no se repita, pero me temo que me voy a equivocar. Primero porque los actuales dirigentes no tienen voluntad, segundo porque no quieren saber y tercero porque es muy difícil de resolver. Con los flujos migratorios de hace dos años, que coincidieron con una pandemia, no nos dimos cuenta, o no nos quisimos dar cuenta, de que la pandemia, como su propio nombre indica, es una pandemia. Y las personas que estaban en tránsito por Marruecos, Senegal o Mauritania se quedaron varados sin poder ir a ningún lado y no tenían más remedio que coger la primera embarcación a Canarias.
“Los enriquecidos controlan los flujos migratorios, tildándolos de peligro para las poblaciones pobres de sus países. Y el miedo se puede aprovechar”
“Y llegados a Canarias”, continúa, “no había nada previsto para socorrerles y tuvimos un problema gravísimo que supone tener a 2.000 personas en el muelle de Arguineguín. Y permíteme una licencia, porque los pescadores de Arguineguín iban al banco canario-sahariano a faenar, con tan mala suerte de que se convirtió en un depósito de personas siendo un muelle de pescadores. Fue un escándalo, porque no podíamos prever ese tipo de soluciones alternativas. No nos dimos cuenta de que el mundo es redondo y los recursos que habíamos quitado del medio con los gobiernos de derechas nos dejaron sin lugar para atender a esta gente. Tuvimos que improvisar colegios, campos de lucha, albergues y residencias para tener a las personas bajo techo, al menos”.
Y todavía afina un poco más. “Todo tenía que ver con la consigna de que no salieran de Canarias. Además, la pandemia complicó la movilidad humana. La población no viene a Canarias. No es tonta, estamos haciendo un flaco favor a los países emisores, porque se quedan vacíos de recursos humanos. Cuando quieren ir a Francia y se quedan varados en el archipiélago canario, supone un sufrimiento doble, primero porque no tienen recursos y segundo porque frustramos sus expectativas. Y además la población se sintió amenazada y por eso surgieron brotes de xenofobia, cuando no tiene nada que ver con el sufrimiento que ocasionó la pandemia o con el empobrecimiento generalizado, porque nuestra industria principal en las islas, que es el turismo, estaba paralizada”.
Piezas de la muestra Máscaras migrantes.
“La alcaldesa de Mogán argumentaba que estaban mal porque en el muelle de Arguineguín había migrantes. Y yo le decía que no, que estábamos mal y que en el muelle de Arguineguín había personas que no había derecho a tenerlas así; y una cosa no tenía que ver con la otra”, recalca.
“Es muy difícil el plantearse qué hacer”, barrunta. “Las estructuras sociales y económicas están basadas en la explotación del otro y la explotación colonial, que es la que ha generado toda esta dinámica, no ha terminado. El colonialismo sigue operando con otros matices”. Alguien de la organización del seminario se aproxima. Queda poco para su intervención. Teodoro se despide cortés y parece que se va, pero en realidad personas como él siempre permanecen.
Comentarios
1 Corrupción en Miami Dom, 08/05/2022 - 12:02
2 Anónimo Dom, 08/05/2022 - 19:39
3 majorero Dom, 08/05/2022 - 21:04
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