Rubén Acosta, fotógrafo
“Sentía la necesidad de contar lo que supone residir en un parque temático”
Rubén Acosta, fotógrafo
El lanzaroteño Rubén Acosta Morales es un fotógrafo con una amplia formación que ha compatibilizado su trabajo profesional en el mundo de la imagen y de la cultura, con una ya amplia carrera artística y personal. Su obra ha obtenido numerosos premios, ha sido adquirida por grandes colecciones nacionales y se ha expuesto internacionalmente. Hasta el 20 de agosto presenta en el MIAC Castillo de San José la exposición Tours, volcanes y lentejas, un retrato íntimo y comprometido de su isla natal.
-La exposición se llama ‘Tours, volcanes y lentejas’, ¿Por qué este título?
-El proyecto fotográfico recoge mucha variedad de imágenes y es una visión muy personal de la isla donde resido, tocando temas que admiro y que, a la vez, me preocupan. Este título recoge mi interés por el paisaje que nos caracteriza, por la inclusión del turismo en todos los aspectos del día a día, al mismo tiempo que trata la cuestión de la identidad del isleño. El caso de la lenteja denominada ‘tipo Lanzarote’, en realidad es un ejemplo de que la marca está por encima del origen. Me gustaría invitar a dar la vuelta a un paquete de lentejas de este tipo que nos encontramos en cualquier supermercado y leer con detalle la información. Nos sorprendería saber que este tipo de lentejas, a pesar de que la gráfica del paquete tenga referencias que se pueden relacionar con la Isla, como el camello, palmeras o incluso la forma de Lanzarote, en realidad se cultiva en Canadá.
-¿Después de tantos proyectos en el exterior (China, Dubai, Turquía, etcétera) por qué decidió afrontar un tema tan cercano?
-Es cierto que hubo un momento en el que planteaba proyectos globales y viajaba en busca de historias que me interesaran, historias relacionadas, sobre todo, con el urbanismo y la sostenibilidad. Pero, después de varios años residiendo en Lanzarote, sentí la necesidad, y también la responsabilidad, de mirar Canarias de una forma diferente a lo que se venía haciendo hasta ese momento. En 2016 presenté la publicación La costa afortunada, donde reivindicaba que lo más local puede ser lo más global porque toca fibras sensibles y te atrapa aunque no conozcas la localización. Los proyectos sinceros y honestos son los que perduran. Ese trabajo fotográfico estuvo expuesto en Photoespaña, forma parte de la Colección de Arte de la Fundación Coca Cola, una de las importantes del país, y se muestra en varias universidades como ejemplo de arquitectura orgánica. Tras ese proyecto quería ir cerrando el círculo y decidí que lo siguiente sería una visión personal sobre Lanzarote.
“La única forma de contar el lugar donde vivo debía ser desde la honestidad”
-¿Qué dificultad tiene intentar retratar un espacio al que está tan unido personalmente?
-Este proyecto está siendo uno de los más complejos de los que he hecho hasta ahora y es precisamente por el vínculo emocional. Después de un proceso de reflexión y de prueba y error, decidí que la única forma de contar el lugar donde vivo debía ser desde la honestidad. La Isla es mi casa, es mi espacio de intimidad más allá de las paredes de una vivienda, y por eso debía abordarla desde esa perspectiva tan personal. Dentro de las fotografías estoy presente, pero también mi círculo cercano, mi pasión por los paisajes, por la agricultura y también la crítica a lo que considero conflictos del paisaje y de la identidad.
-El proyecto se articuló en torno a cuatro palabras, ¿por qué esas palabras exactamente?
-Existen cuatro apartados que agrupan las fotografías y tocan rasgos definitorios del territorio desde diferentes perspectivas. Se llaman Malpéis, Magua, Taro y La Tiñosa. El primero engloba todo lo relacionado con el paisaje, Magua recoge imágenes relacionadas con la cultura local y la tradición. Taro reúne lo arquitectónico, desde un simple muro de piedra seca, a la arquitectura tradicional y o las urbanizaciones turísticas ocupadas. En La Tiñosa, las fotografías giran en torno al turismo y a la identidad del isleño. No son compartimentos estancos, y algunas imágenes podrían estar en varios de ellos.
-A su modo de ver, ¿cómo puede coexistir en un lugar tan pequeño el turismo con el paisaje y con la cultura local?
-Es complicado, pero encontramos ejemplos incluso dentro de la propia Isla. La Geria es un ejemplo de paisaje, cultura, y últimamente, escenario para el turismo. Este equilibrio complejo está en continua amenaza y no únicamente por la sobre explotación turística, también la población residente realiza escombreras ilegales, por ejemplo. En realidad, todos debemos aportar acciones diarias pensando en lo que dejamos a nuestro paso con la vista puesta más allá de nuestra existencia. El primer acto de respeto por nuestro territorio empieza por cambiar nuestro modo de vida con gestos de la rutina del día a día. No me creo los discursos institucionales o empresariales de sostenibilidad, se han convertido en una campaña de marketing.
-¿Cómo se planteó intentar lograr nuevas visiones de una isla tan retratada por su condición de destino del turismo de masas como Lanzarote?
-Podría haber afrontado fotografiar la Isla desde el lado idílico o romántico, pero no dejarían de ser las imágenes que vemos en los folletos. Sentía la necesidad de contar lo que supone residir en un parque temático. Con este símil, puedo decir que me sentía como la persona que va dentro del Micky Mouse en Disneyland, que tiene acceso a la zona del público en general, pero que cruza una puerta y se quita el disfraz en el backstage. Siempre me ha gustado fotografiar el porqué de las cosas y el cómo se hacen, y en este proceso he disfrutado mucho.
-¿Cómo ha sido el proceso de la realización de fotografías y la selección final?
-La toma de fotos ha durado mucho tiempo y tiene muchos orígenes. Hay fotos que fueron hechas hace 12 años. Algunas imágenes son de mi archivo personal y, aunque estuviera haciendo un encargo comercial, ya se aprecia que la misma mirada estaba presente. Y, por último, hay otras que han sido hechas con la idea del proyecto. La selección final recoge algo más de 70 fotografías tomadas con hasta ocho cámaras diferentes, fruto del paso del tiempo, pero también de la casualidad de encontrar situaciones que ocurrían en un momento. Hay incluso fotografías tomadas con el móvil. La selección final ha sido complicada, porque quería tocar muchos temas y había que sintetizar. Seguramente dentro de un año podría tener otra colección de fotografías diferentes porque esto podría ser un proyecto en continua evolución, al menos el tiempo que esté en Lanzarote, pero me siento muy contento con la selección final.
“Me interesan las historias relacionadas con urbanismo y sostenibilidad”
-¿Qué desafío supone exponer en el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC)?
-Para un artista de Lanzarote es un gran reconocimiento. Siendo fotógrafo más aún, porque en los espacios destinados al arte, la fotografía ocupa muy poco lugar. En este proyecto cuento con un equipo del que me siento muy contento, desde el equipo de los de Centros de Arte, Cultura y Turismo (CACT) y en especial a la dirección del MIAC, a la que le agradezco la confianza en mi trabajo, hasta la diseñadora de la exposición, Diana Jusdado, y a los textos de Meryem El Mehdati y Mario Ferrer. Habrá además una sorpresa, porque junto al trabajo fotográfico el visitante podrá encontrar cuatro instalaciones.
-El proyecto conlleva un libro, ¿qué nos puede adelantar? ¿Qué supone para un editor que otros le dirijan la edición de su obra?
-En realidad este proyecto nace como libro, que se presentará en septiembre, editado por Ediciones Remotas. Comparte con la exposición muchos elementos, pero con diferente lenguaje. El libro tendrá nuevas imágenes y el diseño del equipo Santana Santana es soberbio. Siendo editor habitual en otras publicaciones de Ediciones Remotas te alejas del trabajo y puedes aportar una visión externa, pero en este caso es imposible separarme por las vinculaciones emocionales que tengo con las fotografías. Aquí ha jugado un papel importantísimo Ricardo Cases, quien ha actuado como editor aportando mucho criterio en la narración y en una dimensión global por su visión externa a la isla.
-Algo sobre el panorama cultural de la isla si te apetece...
-No sabría qué decir sobre el panorama cultural de la Isla. Podría decir que soy optimista, que veo artistas serios y trabajadores, que las instituciones apoyan, que hay eventos interesantes... Pero lo podría decir ahora, igualmente que hace 20 años, cuando regresé a la Isla. Nada ha cambiado y seguimos siendo una promesa. Es cierto que visto desde otras islas, Lanzarote tiene una buena agenda cultural y bastante movimiento, pero aquí me gustaría citar una frase de Charles Chaplin que incluye Mario Ferrer al final del texto de sala que ha escrito: “Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero mirada de lejos, parece una comedia”.
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