Amelia Tiganus, activista y escritora
“Si ningún hombre pagara por penetrar a una mujer que no le desea se acabaría todo”
Amelia Tiganus, activista y escritora
Nació en Rumanía. Sufrió una violación grupal en su adolescencia, fue vendida a un proxeneta por 300 euros y así llegó a España con 17 años. Después de pasar por 40 prostíbulos salió de ese mundo. Vive en el País Vasco. Acaba de crear Emargi, una asociación, que también es una cooperativa que impulsa proyectos de formación con el fin de acercar la lucha contra la violencia sexual a la población. Acaba de publicar La revuelta de las putas (Penguin Random House), presentado en Lanzarote.
-¿Qué es ‘La revuelta de las putas’?
-Es autobiografía y ensayo porque mi propósito era poder trasladar a la sociedad conocimiento popular en base a toda la teoría que he ido estudiando, pero con palabras sencillas para que se entienda una realidad que se puede tornar compleja. El hilo conductor es mi historia personal pero lo convierto en un relato político y lo combino con otros ejemplos de otros casos. Me han otorgado una mención especial en un certamen literario, el Premio Ciudad de Barcelona, en la categoría de ensayo.
-¿Le costó mucho dar el paso al activismo, dar la cara, teniendo en cuenta el estigma que supone la prostitución?
-Es un proceso de muchos años. El libro se publicó en 2021, pero el proceso empezó mucho antes, desde que descubrí el feminismo y me di cuenta de que mi historia, aparte de ser mi historia personal, es una historia profundamente política, la historia de aquellas mujeres que el patriarcado y el capitalismo arroja a servir sexualmente a los hombres. Me di cuenta de que tenía una historia que contar. Si te enfrentas con tu testimonio a una sociedad que no está acostumbrada a escuchar algo tan crudo o que prefiere desconectar emocionalmente, con la base teórica era más fácil para mí. Me lo empezaron a proponer después de salir en una entrevista con Jordi Évole, pero no me sentía preparada porque los libros son una cosa muy importante, han sido y siempre serán mi tabla de salvación, y no estaba dispuesta a hacer una chapuza. Hace dos años me contactaron porque varias feministas y teóricas como Rosa Cobo o Laura Freixas habían hablado de mí y pensaban que podía sacar un libro bueno. Esa confianza me dio el impulso para creerme que lo podía hacer.
-Su historia se repite en muchas mujeres y la mayoría de ellas tiene como elemento común la pobreza. ¿Es un elemento determinante?
-La cuestión de clase siempre ha estado ahí, desde el inicio del patriarcado. La pobreza o el empobrecimiento de las mujeres, para ser más clara, pero es algo más complejo. No todas las mujeres pobres acaban en la prostitución. Lo que sí tenemos todas en común es la violencia sexual sufrida en edades tempranas. No es tanto la pobreza de las mujeres como las dinámicas entre la masculinidad hegemónica y el capital. Más bien son movimientos para que los hombres pobres adquieran los bienes materiales que tienen los ricos a través de instrumentalizar a sus propias mujeres. Es una cuestión que tiene que ver con el sistema prostitucional, no es una cuestión individual. Las mujeres de países empobrecidos o que se incorporaron tarde al capitalismo, como los de Europa del Este, su único bien para poner en el mercado eran las mujeres, y así lo han hecho.
-Parece que hay una división en el movimiento feminista sobre el abolicionismo o la regulación, y da la impresión de que es un debate, en cualquier caso, del primer mundo, porque en otros lugares la situación de la mujer no permite que se den esos debates.
-Es un falso debate. Hay gente interesada en generar malentendidos y falsos debates. De hecho, la mayoría de las mujeres que se definen como defensoras del concepto de la regulación aún no han comprendido lo que significa el abolicionismo, que confunden con prohibicionismo. El feminismo es una teoría política, no es cualquier cosa que le parezca a cualquiera, y tenemos una agenda política clara. En cuanto a si es del primer mundo, ese debate se da en el primer mundo precisamente porque hay un movimiento feminista muy fuerte. En mi país de origen, que es Rumanía, no se da este debate porque, aunque hay feministas, no hay un movimiento como tal porque cualquier intento es perseguido. Ante la falta de resistencia feminista se está colando el discurso del llamado trabajo sexual. Hay un lobby de la industria proxeneta que claramente tiene sus intereses y está en sitios de poder, como ONU Mujeres. Ahora mismo hay una ley encima de la mesa, del sí es sí, que podría condenar alguna de las formas de proxenetismo que no están condenadas y vemos cómo se va diluyendo esa propuesta...
-Siempre que se avanza aparecen reacciones.
-Por supuesto, porque hay muchísimos intereses y muchísimo dinero en juego. Los proxenetas de Alemania, donde está regulada, ya están en la frontera con Polonia captando mujeres y niñas que huyen de la guerra. Y yo puedo pensar que los proxenetas van a hacer eso porque son criminales, pero, si ningún hombre de esta sociedad pagara por penetrar a una mujer que no le desea sexualmente, se acabaría todo.
-¿Cuál es la diferencia entre el prohibicionismo y el abolicionismo?
-Cuando hablamos de enfrentar este problema social que es la prostitución hablamos de tres modelos. Está el modelo tradicionalista, que es moralista y conservador, que no tiene en el centro un análisis de los derechos humanos y lo único que considera es que es algo que está mal y que no se vea. Teóricamente persigue a todos los actores de la prostitución pero en la práctica, son las mujeres las perseguidas, multadas e incluso encarceladas en algunos países. En el caso de la regulación, piden derechos laborales para las trabajadoras, y muchas veces no somos consecuentes de lo que representa esto, si a una mujer que ha sobrevivido a la violencia sexual de su pareja le vamos a recomendar mirándola a los ojos que tiene una plaza en un puticlub. Lo último que necesitamos las mujeres es una estructura de explotación sexual. Sin embargo, el modelo abolicionista es otro camino, porque no se contrapone a otro modelo sino que nostras ponemos el debate sobre los derechos humanos en el centro. Consideramos que las mujeres en prostitución deben ser consideradas víctimas, seres inocentes que están sufriendo la vulneración de sus derechos y que se abusa de esa situación de vulnerabilidad. Exigimos derechos para las mujeres: renta básica, acceso a la vivienda, formación, terapia, asesoramiento jurídico, trabajo... Otra demanda es que se persigan todas las formas de proxenetismo y se ponga especial atención en el proxenetismo virtual, porque últimamente nuestras hijas están cayendo en redes de proxenetismo virtual. Digo nuestras hijas porque ahora los puteros demandan producto local, kilómetro cero. De alguna forma pretenden hacer, entre comillas, un consumo responsable, y la educación nos parece importante en todos los niveles, tanto a alumnado y profesionales del periodismo o de los cuerpos de seguridad del Estado o de la sanidad, pero para desincentivar la demanda, que es el gran problema, también exigimos que se multe a los puteros porque entendemos que es una agresión sexual, porque penetrar a una mujer que no te desea sexualmente está mal, haya o no un billete de por medio. Si paga, es que no quiere estar contigo. Las mujeres necesitan dinero, no quieren sexo.
“El feminismo no es lo que le parece a cualquiera, tenemos una agenda política”
-¿Y si una mujer se quiere dedicar libremente a la prostitución?
-Nosotras no hablamos de casos particulares. Si una mujer libre dice que lo mejor que quiere hacer en esta vida es abrirse de piernas y cobrar por ello, pues bien. No nos metemos en la cama de nadie y en las decisiones individuales de nadie. Es más, si se llega a regular como trabajo, Hacienda sí se metería en su cama y en la nuestra. Las que tuviéramos sexo por placer, ¿estaríamos hablando de competencia desleal? Estas son las cosas que trae la regulación... Si hay mujeres que supuestamente lo eligen libremente, que sigan haciéndolo. Lo que pasa es que desde una óptica progresista, lo que a unas personas les viene bien, por lo que sea, no se puede convertir en norma si alimenta la desigualdad.
-El abolicionismo, si no se aborda de manera internacional, puede ser muy ineficaz. Reino Unido es abolicionista, pero esos mismos ingleses pueden venir aquí de vacaciones y acudir a la prostitución sin ningún problema.
-Es un buen ejemplo. Suecia fue el primer país en multar a los puteros. Después, varios países se incorporaron y legislaron en sentido abolicionista, como Noruega, Islandia, Irlanda del Norte o Francia, pero lo que ha hecho bien Noruega es añadir que los ciudadanos noruegos respondan a su legislación allá donde vayan. Si les pillan fuera de sus fronteras, se les aplicará igual.
-Incluso con la legislación actual se podría hacer mucho más, porque la trata está prohibida. ¿Se ponen los suficientes medios para perseguir estos delitos?
-La Ley que tenemos es un tanto problemática porque deja sobre los hombros de la víctima enfrentarse al crimen organizado, porque tiene que mantener su testimonio y esto es muy peligroso. No es solo ella, sino las amenazas a su familia. En las noticias no se habla nunca de los puteros y no son perseguidos.
“Los libros son muy importantes, han sido y siempre serán mi tabla de salvación”
-¿Hace falta una ley integral?
-Lo que exigimos es una ley integral abolicionista del sistema prostitucional. Hay muchas mujeres que no son captadas, sino que su situación de desesperación y pobreza las lleva a la prostitución ¿Qué les vamos a decir a esas mujeres? ¿Que no se merecen unas políticas públicas? Tenemos que abrir el foco. Por otro lado, cuando pillas a un traficante con dos kilos de cocaína, hay motivo suficiente para meterlo en la cárcel, pero si pillas a un proxeneta con dos mujeres, tienes que demostrar que ellas no han dado su consentimiento porque está permitido en este país el proxenetismo no coercitivo. Es una trampa.
-Hay otras cuestiones que giran también en torno al cuerpo de la mujer, solo el cuerpo: los vientres de alquiler, el aborto, la violencia sexual... ¿Todo tiene que ver con ver el cuerpo de la mujer como un objeto?
-En esta cuarta ola feminista hemos puesto el foco en la violencia sexual, el cuerpo, como tal, era lo último a poner en el mercado y ya lo está a través de la pornografía, prostitución, vientres de alquiler... En este neoliberalismo están haciendo todo lo posible para seguir lucrándose con nuestra capacidad sexual y reproductiva, porque ese es el origen del patriarcado, hace entre 5.000 y 7.000 años, que empezó construyendo sobre esa discriminación.
Amelia, en un momento de la entrevista.
“Lo que tenemos todas en común es la violencia sexual sufrida en edades tempranas”
-Incluso ahora con la invasión de Ucrania, se han visto mensajes pidiendo que sacaran de allí a las ‘gestantes’, ni siquiera hablaban de mujeres...
-Es una deshumanización absoluta y la gente que tiene dinero se piensa que tiene derecho a tener criaturas, y no existe tal derecho para que uses a una mujer como un horno. No sabemos ni siquiera las consecuencias para la salud mental del propio niño. Son cuestiones complejas, pero estaríamos hablando directamente de compra de bebés.
-Da la sensación de que se ha avanzado algo en España, que los hombres más jóvenes no acuden tanto a la prostitución como antes... ¿Es así o hay un retroceso?
-Hay un retroceso claro. Los consumidores de prostitución son cada vez más jóvenes. Esto antes era una especie de iniciación, y ahora es mero ocio y entretenimiento, irse de putas es divertirse. Y, además, la pornografía entra en la mente a edades más tempranas. No solo se fabrican putas a través del empobrecimiento, sino también puteros. Tenemos una responsabilidad grande en proteger a nuestros niños varones para que se desarrollen con una ética y unos valores y que no consideren a las mujeres meros instrumentos.
-¿El papel de la pornografía es fundamental?
-Sí, porque moldea la mente de los más jóvenes, que ni siquiera han tenido una experiencia sensorial con otra persona. Y produce frustración y dependencia porque hay una descarga de dopamina. El desajuste entre lo que te hacen ver y la realidad es que no son capaces de tener un encuentro sexual satisfactorio.
-¿Cree que páginas como Onlyfans representan una forma camuflada de prostitución?
-Es terrible y cambia el perfil de las mujeres de la prostitución. Con la llegada de Internet y las redes sociales, se ha instalado el discurso de que es menos dañino porque estás en tu casa, pero esas imágenes, el día de mañana, van a estar en todos los foros. Hay actrices porno que han intentado retirar el contenido y no se puede. Algunas han acabado suicidándose. Onlyfans las induce a crear este contenido, que dicen erótico, no pornográfico, pero hay hombres que se organizan y presionan a esas chicas, que se dedican a destruir mujeres para crear contenido pornográfico.
Comentarios
1 Anónimo Dom, 17/04/2022 - 10:05
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