Juan Baztán, oceanógrafo y profesor en la Universidad de Versalles, coordina la campaña ‘Plástico Cero’ y ha sido reconocido por la Reserva de Biosfera de Lanzarote
“Si queremos reducir la contaminación por plástico hay que disminuir la producción”
Juan Baztán, oceanógrafo y profesor en la Universidad de Versalles, coordina la campaña ‘Plástico Cero’ y ha sido reconocido por la Reserva de Biosfera de Lanzarote
En febrero, la Reserva de la Biosfera de Lanzarote entregó un reconocimiento por su colaboración en los últimos 14 años a la red de investigadores Marine Sciences For Society, impulsoras de la campaña ‘Plástico Cero’, que ya se ha extendido a otras 23 reservas de todo el mundo. Juan Baztán, ocenaógrafo y profesor en la Universidad de Versalles, es su coordinador.
-¿Qué supone para ustedes este reconocimiento?
-Nos gustaría que pudiera suponer que se reconozca el trabajo en red y que aprendamos a trabajar en red, porque aún no sabemos. Sabemos verbalizar los términos colectividad y servicio público, pero no trabajar en red. Tenemos que aprender a escuchar los valores y las señales débiles de la sociedad. El desafío es salir de discursos vacíos a palabras motor, de acción, porque, aunque las encuentres, sigue habiendo resistencias. El reconocimiento nos sirve para darnos un momentito de altavoz.
-Desde que empezaron a colaborar hace 14 años, ¿cómo ha cambiado la situación? ¿Cómo ha avanzado el conocimiento científico sobre los efectos del plástico?
-A nivel académico, Richard Thompson, en Plymouth, que ahora es decano, había publicado el primer artículo. El año pasado ya había más de 3.000. Hemos mejorado mucho en conocimiento. El problema ya está desplegado y no sé si por el trabajo del cambio climático o porque a las industrias les interesa que la sociedad sea responsable, pero la problemática está. Sin embargo, estamos a cero o a menos dos en la regulación, en abordar el origen. La producción de plástico ha aumentado.
-Para abordar este problema, ¿todo lo que sea reducir la producción de plástico no tiene sentido?
-Tiene sentido desde el punto de vista de la producción y la rentabilidad y eso es a lo mejor lo que tenemos que aprender a mirar de frente. Si queremos reducir la emisión de gases de efecto invernadero, pues habría que dejar de viajar en avión, si queremos reducir la contaminación por plástico, reducir la producción. Lo demás es marear. Está bien mejorar el conocimiento, pero con lucidez. No es conocimiento abstracto.
“En la Isla el nivel del mar ha subido cinco centímetros y afecta a la red de saneamiento”
-Aún tenemos la esperanza de seguir haciendo lo mismo y encontrar una fórmula mágica...
-La clave de la fórmula mágica es la negación y la capacidad que tenemos de mirar hacia otro lado, y de convencernos de que estamos en el buen camino, y no es verdad. Estamos en el lado de sacar rentabilidad de una forma de producción asesina. Es lo mismo con el cambio climático. No podemos hacer compatibles términos incompatibles. Por algún lado hay que empezar. El doctor Nicolás Olea no lo puede decir más claro. ¿Quién es responsable de esto? La administración del Estado. Son nuestros representantes para regular la industria. Ahí están los responsables, en la industria y en su regulación.
-Ya no hay mucha discusión sobre que el plástico es nocivo para la salud humana.
-No la hay. Se puede mejorar, pero no la hay. No perdamos el tiempo con los negacionistas. Están intentado combatir las evidencias desde los años setenta. Desde el primer artículo que responsabiliza a la industria de la producción, ya empezó la limpieza de playas organizada y financiada por la industria, con bolsas de la industria. Puede sonar muy lejos, porque en Lanzarote no hay industria del plástico, pero sí se puede poner en práctica un sistema de retornos de envases. Habrá que empezar por ahí.
-Desde el Micro 2016 se han hecho congresos sobre los plásticos cada dos años. ¿Siguen siendo necesarios o hay que poner todo el empeño en aplicar otras medidas?
-Son dimensiones distintas y son complementarias. En 2020, la última edición, eramos 2.500 investigadores para 500 ponencias. Es muy bonito que se reúnan por un bien común, es la ilusión que me queda del oficio de investigador, solo por eso merece la pena. La cuestión es cómo conectarlo y aprovechar para dar caña. Y ahí es donde se complica. Ha entrado mucho dinero en la investigación y mucha financiación viene de la producción para soluciones tecnológicas.
-Con el océano repleto de plástico, que afecta a la fauna marina, ¿comer pescado salvaje será un lujo dentro de unos años?
-Un compañero dice que no puede comer pescado porque es como comer elefantes, los últimos animales del mar. Se me escapa ese terreno porque para mí la prioridad es social. Hay otras cosas delante. Nos planteamos la regulación de los plásticos y ya nos plantearemos cómo mejorar la dieta.
-Se habla de la mala salud del Mediterráneo. ¿Está mucho peor que el Atlántico o la situación de todos los mares es muy parecida?
-Nos planteamos si estamos mejor o peor, pero el problema, por ejemplo, es que la fertilidad de la especie humana ha caído en picado. Eso es la marca de los plásticos, de los ftalatos, el disfenol, etcétera, y de eso hay un responsable y una legislación, y pasa lo mismo con los residuos. Hay conclusiones de la Universidad de Vigo sobre los mejillones que dicen que tienes que comer muchos mejillones para que el ftalato entre en el tejido humano. Si lo miras desde el punto de vista de los mejillones, pues bien, pero, si lo miras desde el punto de vista de la acumulación, el plástico está por todas partes y no sabemos cuál es el límite, no sabemos cuál es el umbral en contaminación. Sabemos que está perjudicando al conjunto de la naturaleza, a las personas incluidas, y alguien está sacando rentabilidad, y habría que empezar por ahí.
“La fertilidad humana ha caído en picado. Eso es la marca de los plásticos”
-El ministro de Tuvalu dio una rueda de prensa con el agua por las rodillas para alertar de la subida del nivel del mar. Es una foto simbólica, pero puede ser real dentro de poco...
-Es que ya está ocurriendo. En Lanzarote se han hecho recientemente dos trabajos, y hasta el año pasado no sabíamos si el nivel del mar estaba subiendo o bajando. ¿Cuál es la realidad? Pues que ha subido cinco centímetros y hay una red de saneamiento a la que afecta. Está mal diseñada y está subiendo el nivel del mar y los malos olores. Los problemas ya están aquí, no hace falta esperar. O la carretera que se hundió en Los Hervideros. Son solo cinco centímetros, pero, si se le suma que vienen olas de 10 o 20 metros...
-¿Cualquier proyecto de ocupar mínimamente la costa es descabellado?
-Habría que contestar desde la legalidad. Es que no se puede. Ya no se está respetando la ley y no se tiene en cuenta lo que está pasando. Que se respete, hay unas cuantas camas turísticas ilegales. Además, se está faltando al respeto a la mayoría de la población por el agua potable y por el saneamiento y es una tomadura de pelo que Ecoembes siga en esta Isla, es una vergüenza. Hay mucha gente que hace esfuerzos, pero ¿es necesario? Las grandes productoras de plástico sacan beneficio de lo que se recicla y de lo que no. La tasa se paga por el derecho a reciclar, que lo recuperan a través de Ecoembes y no pagan lo que no se recicla, que es mucho. Hay una ley que permite a territorios peninsulares proponer otras soluciones y poner, por ejemplo, el sistema de retorno.
-El Jable se formó con restos de origen animal del fondo del mar. ¿Se imagina un Jable repleto de plástico en el futuro?
-Hace poco estuve allí y aún se ven restos de planes de urbanización. Soy incapaz de plantearme una duna de plástico, pero es que ese cemento no pinta nada, hay que sacarlo de ahí.
-¿El estado de salud del océano marca el estado de salud del planeta?
-Es bonito pensarlo así. Todo lo que cuidemos el océano es una clave para saber cuidarnos nosotros. Hace unos años estaba entre Durban y la Antártida, y aprendí lo que es la linearidad. Nos decían que el mar tiene una inercia muy fuerte, pero nadie sabe cuándo peta esto. Hay que cuidarlo y no lo estamos haciendo. Es un reflejo de lo que somos y es una buena manera de mirarse como sociedad.
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