Isaac Marrero, profesor de Antropología visual de la Universidad de Goldsmiths en Londres
“Tindaya confirma el lugar periférico que ocupa el patrimonio indígena en la política cultural en Canarias”
Isaac Marrero, profesor de Antropología visual de la Universidad de Goldsmiths en Londres
El investigador canario Isaac Marrero es profesor de la Universidad de Goldsmiths en Londres, que está a la vanguardia en las disciplinas creativas, culturales y cognitivas. Acaba de presentar en Fuerteventura el documental Las Variaciones de Tindaya. Su investigación se centra en conflictos en los que se movilizan formas alternativas de conocimiento, patrimonialización y representación. Sus principales proyectos los ha desarrollado en Barcelona (barrio de Poblenou), en Londres (zona Olímpica) y ahora en Fuerteventura (Tindaya).
-¿Por qué decide llevar a cabo este trabajo del caso Tindaya?
-La controversia de Tindaya me parecía un caso excelente para pensar sobre el tipo de relaciones entre naturaleza y cultura propias de la modernidad occidental, y más específicamente del Estado español de la postdictadura. El punto de partida era ciertamente abstracto. Las ideas clave con las que estoy trabajando ahora surgieron del trabajo de campo. Por ejemplo, con respecto al proyecto de Chillida, me parece que la idea de suspensión permite capturar su verdadero modo de existencia: un monumento que ni ha sido construido ni abandonado, que existe a través de una multitud de materializaciones (desde maquetas y estudios de minería hasta juicios o partidas presupuestarias) y que es al mismo tiempo una oportunidad (para el Gobierno) y una amenaza (para los defensores de la montaña). De ahí que hable de suspensión monumental para capturar esta situación de incertidumbre radical que, no obstante, no deja de producir efectos y afecto.
-¿Cuánto tiempo le ha llevado y como lo plantea en el departamento de Antropología de la Universidad de Goldsmiths?
-Llevo trabajando en el proyecto desde el verano de 2016 y, gracias a una beca de la British Academy, he podido desarrollar dos periodos de trabajo de campo en Fuerteventura, así como visitas más cortas a otros lugares relevantes para la controversia, tanto en las Islas como en la península. En el departamento les ha interesado mucho el proyecto, les parece un caso fascinante y del que se puede aprender mucho. Por ejemplo, sobre la relación entre arte y política en la España de los años 90 o sobre el lugar periférico que ocupa el patrimonio indígena en la política cultural en Canarias. Para antropólogos que trabajan en otros lugares, la articulación de estos temas en el caso de Tindaya les ofrece un punto de comparación, o de relación, con otros lugares, conflictos, casos, etc.
-¿Qué es lo que más le ha llamado la atención en torno a los 25 años de historia desde que se plantea el monumento de Chillida en Tindaya?
-Una de las cosas más llamativas es la temporalidad de la controversia. Por un lado, es como si el tiempo se hubiera suspendido también: después de 25 años, los términos de la controversia no han cambiado demasiado. Pero, por otro lado, todo ha cambiado alrededor del proyecto: la crisis y la austeridad han dejado cicatrices por toda la Isla y el país y, en mi opinión, arrojan una alargada sombra sobre la monumentalidad del proceso de modernización en España desde mediados de los años 80 hasta 2008. Creo que la controversia de Tindaya conecta directamente con este proceso de exaltación de ciertos grandes proyectos, lo que el artista David Bestué llama la monumentalización de la infraestructura.
-¿Por qué cree que molesta la cultura aborigen a los políticos canarios?
-No soy experto en la cultura indígena de las Islas, ni mucho menos, pero mi impresión es que se trata de un legado de difícil encaje en la lógica institucional moderna. Tomar en serio el patrimonio arqueológico indígena, por ejemplo, implicaría hablar de procesos coloniales, repensar las narrativas dominantes sobre nuestro encaje en el proyecto de Estado español... Quizá estudiar este pasado, tristemente tan poco conocido, sería una herramienta para reflexionar acerca de futuros inimaginables, para ejercitar, siquiera conceptualmente, nuevas formas de soberanía.
-A todo el trabajo lo denomina Suspensión Monumental y, el del documental, Las Variaciones de Tindaya. ¿Por qué ese título? ¿Cree que el monumento natural y el yacimiento arqueológico se está dejando deteriorar a propósito?
-La película que he hecho como parte de esta investigación se llama Las Variaciones de Tindaya. Le puse este nombre porque no se me ocurrió otro mejor a tiempo... En todo caso, el título tiene que ver en primera instancia con la estrategia de montaje, que concebí al estilo de las variaciones musicales, o sea, basada en la recombinación de ciertos elementos. Por otro lado, tiene que ver con la idea de que Tindaya existe simultáneamente de un modo múltiple: como montaña sagrada y ob- jeto de estudio arqueológico, como terreno de pastoreo, como desafío técnico en los estudios geotérmicos o como abstracción en las simulaciones del proyecto de Chillida.
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