Con 297 puntos, Francisco Noda, de Bowling Deiland, estuvo a punto de hacer la ‘partida perfecta’ de bolos, algo que han logrado contados deportistas en el mundo
Bolos, entretenimiento y competición en Lanzarote
Con 297 puntos, Francisco Noda, de Bowling Deiland, estuvo a punto de hacer la ‘partida perfecta’ de bolos, algo que han logrado contados deportistas en el mundo
Una partida perfecta en bolos es una hazaña muy complicada. Pocos lo han conseguido en la historia de este deporte. Una de las últimas personas en lograrlo, con la consiguiente repercusión mundial, ha sido el norteamericano John Hinkle, jugador profesional, de 39 años, dos veces campeón universitario de Estados Unidos. El deportista encargó una bola muy especial en 2017, tras el fallecimiento de su padre. Hinkle pidió que se introdujeran dentro de la bola las cenizas de su progenitor. Cuatro años más tarde, el 12 de abril del 2021, consiguió la partida perfecta.
La máxima puntuación que puede conseguir un jugador en una partida de bolos es de 300 puntos. Un hito pocas veces conseguido que en Lanzarote estuvo a punto de ocurrir el 27 de abril de 2017. Francisco Noda realizó ese día una partida casi perfecta, “con 297 puntos, estuve muy cerca de lograr el sueño de todo jugador. Al menos sé que tengo el récord de puntuación en la Isla y así figura en un ranking oficial que se hizo hace dos años”, explica. La mejor marca femenina de la Isla es de 234 puntos.
Francisco ha aparcado los bolos de manera profesional, pero su vida laboral está dedicada en cuerpo y alma a la bolera. Empleado en Bowling Deiland, en Playa Honda, es uno de los dos mecánicos con los que cuenta la bolera y el encargado de organizar los torneos. “En la Isla hay varias boleras porque es un deporte que tiene mucho público, pero esta es la primera y única bolera profesional que hay en Lanzarote. A los lanzaroteños les ha gustado siempre jugar a los bolos, pero muchos lo dejaban porque no tenían el aliciente de la competición. Por eso hemos creado más de 50 torneos y competiciones en los últimos 15 años, que acogen a estos aficionados”, indica.
Bowling Deiland se inauguró en 1997. Sus cinco pistas están hechas con una madera manufacturada de alta resistencia. “Desde que abrió la bolera, hace 25 años, nunca se han tenido que cambiar las pistas, solo los tramos de aproximación a la línea de falta. Otra ventaja de la madera de la que están hechas las pistas es que apenas le afecta la humedad y resiste muy bien los impactos de las bolas”, dice Francisco.
El interés por los bolos en Lanzarote es muy alto, ya sea a nivel profesional o como hobby. En Deiland se organizan ligas para diferentes categorías: infantiles, mixtas, masculinas y femeninas. “Tenemos más de 60 participantes en las ligas que organizamos, de los cuales 25 son mujeres. Las ligas duran entre 12 y 14 semanas, cerca de tres meses”, cuenta Francisco. También se organizan torneos, con formatos parecidos a los que se utilizan en el pádel. El más destacado es el torneo de Navidad, con gran participación e infinidad de regalos para los jugadores. Los precios para participar son accesibles, entre 15 y 25 euros.
La práctica profesional del deporte de bolos no es barata. Un jugador de nivel necesita, además de la ropa especial y los zapatos, al menos dos bolas, que tienen un coste alto. Las hay de resina maciza, que son las convencionales, las más habituales en las boleras y las bolas reactivas, que son especiales porque con ellas se consiguen los tiros con curva, fundamentales para que el nivel en el juego mejore. El precio de una bola reactiva está entre los 100 y los 300 euros.
Como profesional, Francisco Noda fue pionero en Lanzarote con su bola a medida
Como jugador profesional, Francisco fue pionero con su bola en Lanzarote. “Es fundamental para jugar bien que las bolas se ajusten perfectamente a la mano, por eso lo idóneo es hacer la bola a medida. Cuando empecé a jugar en serio me fui a Madrid y en una tienda especializada encargué bola propia, me tomaron medidas y elegí el material. Fue la primera bola de estas características que hubo en la Isla. Se puede decir que fui pionero, cree tendencia”, bromea.
Los bolos siguen siendo un hobby recurrente para momentos de ocio. Ni siquiera la pandemia ha hecho perder el interés a los lanzaroteños. “Quitando los cuatro o cinco primeros meses de la pandemia, no hemos notado que bajara la clientela, ni que se apuntara menos gente a los torneos. Más bien todo lo contrario, hemos certificado un aumento de jugadores, tenemos la bolera prácticamente llena a todas horas”, asevera Noda.
Francisco confiesa que tiene una espina clavada y es la inexistencia de una delegación: “Solo falta eso para que lo bolos tengan mayor repercusión en la Isla. En estos 25 años se ha intentado en varias ocasiones crear una delegación canaria de bolos, pero no hay manera, es muy complicado. Estuvimos en contacto con la Federación Española, la última vez, antes de la pandemia, pero las conversaciones no llegaron a buen puerto porque es muy difícil”, indica. Para que la Federación Española pueda profesionalizar los bolos en Lanzarote se exige un mínimo de clubes federados que a día de hoy no existen en la Isla. No obstante, Francisco y los amantes de esta disciplina no abandonan la ilusión de que este deporte social termine arraigando con fuerza en la Isla.
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