De los excrementos de animales y restos de poda se obtiene, tras un proceso que dura medio año, un codiciado nutriente para el campo: “Los agricultores lo aprecian especialmente”
Compost Majorero: así se cierra el círculo de los residuos
De los excrementos de animales y restos de poda se obtiene, tras un proceso que dura medio año, un codiciado nutriente para el campo: “Los agricultores lo aprecian especialmente”
Lo que era un problema se ha terminado convirtiendo en un producto codiciado para el campo. “La idea de crear Compost Majorero, en 2014, surgió porque generábamos mucho estiércol y restos de poda, y teníamos dificultades para darle salida”, explica su responsable, Orlando Cabrera.
Cada jornada, cuando se limpian los espacios de los animales de Oasis Wildlife, las deposiciones se colocan en grandes bandejas. Junto a hojas de palmeras, ramas y otros restos de jardinería, son la materia prima de un apreciado abono para la agricultura.
El proceso parece sencillo pero resulta laborioso, requiere mucho control y grandes dosis de paciencia. Desde que compactas las deyecciones de un antílope hasta que se transforman en las nutritivas barritas negras de pellet de compost pasa medio año.
“Me gusta mucho la agricultura ecológica y empezamos a elaborar compost para nuestros jardines, de forma muy casera, antes de dar el siguiente paso, que fue ponerlo a la venta”, señala Orlando.
Durante estos años, ha llevado a cabo constantes pruebas para mejorar el producto. La única materia prima que se le ha resistido son las defecaciones de gallina, con “un olor malísimo”, sonríe.
“Terciar el estiércol siempre se ha hecho”, recuerda. El compost entronca con la tradición agrícola en todas las Islas, pero de una forma evolucionada.
Orlando explica de forma gráfica la diferencia entre el compost y el estiércol: “El compost es estiércol trabajado, es la gran diferencia. El primero es como si te sirven un plato de cabra perfectamente cocinada y lista para degustar, y el segundo es como si te dieran la cabra”.
En una amplia explanada se monta la pila, de unos 100 metros de largo por otros 12 metros de ancho y unos cuatro metros de altura. Como si fuese una tarta, primero se extiende una hilera de ramas, que previamente se han secado unos tres meses al sol. Encima, se coloca una capa de estiércol, y se continúa: otra hilera de ramas y encima más estiércol.
La atención a cómo evoluciona es fundamental: “Se va humedeciendo y volteando, controlando la humedad y la temperatura, que será de entre 75 y 85 grados”. Entre cuatro y seis meses después, el compost ya está “maduro”. En ese momento, pierde temperatura, cambia el olor y “termina oliendo a tierra de bosque”.
Cuando llega a ese punto, está casi listo. Entonces empieza la otra parte del proceso: el refinado. Primero pasa por un trommel, un sistema de cribado tras el que el producto tiene la apariencia de arena, y vuelve a pasar por otra máquina con doble malla para dejarlo sin impurezas.
“En las plataneras, unos 200 kilos de estiércol se pueden sustituir por cinco kilos de compost en pellet, que da mejor resultado”
El paso final es decidir cómo se presenta: a granel, en sacos o en forma de pellet, que es el “reserva del compost”, dice Orlando. “Los agricultores lo aprecian especialmente porque retiene el alimento para la planta y concentra los nutrientes”.
Su eficiencia también es sobresaliente: “En las plataneras, unos 200 kilos de estiércol se pueden sustituir por cinco kilos de compost en pellet, que da mejor resultado”.
Orlando no da abasto. Acaba de enviar un contenedor de Compost Majorero a una destacada bodega en La Palma. Entre sus clientes hay viticultores, plataneros y agricultores que se dedican a productos tan variados como los aguacates, los tomates, las sandías o las papas.
Salvo en La Gomera y El Hierro, por el momento, está comercializando en el resto de islas. “Empresas que tengan integrada la gestión de los residuos y hagan todo el círculo, desde la recogida de su material, la elaboración y la comercialización, no conozco ninguna otra en Canarias”, afirma Orlando Cabrera.
Economía circular
En el Complejo Ambiental de Zurita, los restos de jardinería terminan enterrados. “El último sitio al que debe ir un residuo es a una celda de vertido”, señala Orlando, que recalca: “Material que se entierra es material perdido”. En su caso, recibe restos de jardinería de hoteles del sur de la Isla.
“Los gestores de residuos deberíamos estar más apoyados por la Administración, que tiene que dar un paso más. En Alemania, las autoridades pagan por entregar cada tonelada de poda”. En tiempos en los que la expresión en boga es la de economía circular, en Fuerteventura se desperdicia.
El proceso, en imágenes
01. Jirafas en Oasis Wildlife Fuerteventura.
02. Orlando Cabrera, junto a una bandeja con defecaciones de antílope y elefante.
03. Movimiento de una pila de compost en periodo de preparación.
04. El apreciado pellet de compost, producto estrella.
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