La arqueóloga Rosa López destaca que se trataría “no de un poblado de entidad a lo largo del tiempo, sino de un asentamiento quizá más de carácter nómada que sedentario”
El conchero de El Cotillo fue un lugar para el procesado de marisco desde el siglo IV
La arqueóloga Rosa López destaca que se trataría “no de un poblado de entidad a lo largo del tiempo, sino de un asentamiento quizá más de carácter nómada que sedentario”
El metacarpo de una cabra y el Carbono 14 han puesto fecha al conchero de Punta Mallorquín, en El Cotillo. Desde finales del siglo IV, el yacimiento sirvió como lugar para el procesado de marisco, sobre todo mejillones, y también como punto desde el que abastecer de lapas y mejillones a otros poblados cercanos.
Hasta ahora, la tradición y las fuentes etnohistóricas habían situado la pesca y la recolección de mariscos como actividades secundarias en Fuerteventura frente a la ganadería. Apoyan esta teoría la crónica normanda de la conquista Le Canarien, que cifraba a comienzos del siglo XV en 60.000 el número de cabras, y los restos de construcciones pastoriles de etapa prehistórica, diseminados por la Isla. Ahora, el estudio del conchero de El Cotillo, el primero que se excava en la Isla, coloca la pesca como una actividad importante en la dieta de los antiguos mahos.
El conchero lleva años catalogado en la Carta Arqueológica de Fuerteventura. Sin embargo, los investigadores y el público, en general, empezaron a interesarse por este cúmulo de cáscaras de mariscos, tras una denuncia que alertaba de la presencia del yacimiento. La queja llegaba después de que el propietario de los terrenos empezara a allanar la zona con licencia del Ayuntamiento de La Oliva. El fin último era crear un eco-camping en la zona. La denuncia obligó a parar las obras de allanamiento de los terrenos y a encargarse un estudio de impacto y una excavación para evaluar los daños en el yacimiento.
Desde entonces, los trabajos de excavación de la empresa Arenisca, dirigida por Rosa López, no han parado de dar sorpresas. A principios de junio, está previsto que el equipo de arqueólogos comience la tercera campaña de excavaciones. Con los trabajos realizados hasta ahora, tienen datos suficientes para poner en relieve este yacimiento que se extiende por un terreno de 2.000 metros cuadrados.
La arqueóloga explica cómo hasta ahora no se había dado la suficiente importancia a estos yacimientos, repartidos por toda la costa de Fuerteventura. “Son los que menos se han estudiado en la Isla. Muchas veces se asocian a amontonamientos contemporáneos de cáscaras de mariscos, relacionados con la exportación de cáscaras para hacer pienso para gallinas, pero al no haberse excavado no sabemos cómo funcionaban ni cuál era su importancia”, dice.
La excavación del conchero de El Cotillo está empezando a aclarar algunas dudas a la comunidad científica. Rosa López apunta cómo este yacimiento, a raíz del material encontrado: abundantes restos de cerámica, material lítico, cuentas de collar y huellas de antiguas construcciones, “nos permite decir que no nos encontramos ante un conchero en el sentido estricto, sino que junto a él debió existir un lugar de hábitat asociado, ocupado estacionalmente, que actuaba como lugar de procesado de mariscos”.
Además, los abundantes restos malacológicos encontrados ponen en la pista de que este lugar servía para “abastecer a muchos poblados del alrededor”, apunta López. Se trataría, apostilla, “de un sitio que se planteó con ese fin. Se vivió allí, pero sobre todo servía para producir alimentos relacionados con el mar, principalmente mejillones y lapas”.
Durante las excavaciones han ido apareciendo abundantes restos de malacofauna, pero también gran cantidad de fragmentos de cerámica y lítico y restos óseos de pescados y cabras, lo que “está indicando que aquí se produjo una actividad más allá del procesado de alimentos”, explica la responsable de Arenisca. “La cerámica y la industria lítica suelen estar escasamente representadas en otros concheros”, aclara.
Se trataría, según la arqueóloga, “no de un poblado de entidad a lo largo del tiempo, como puede ser Tisajoyre en el malpaís de La Arena, sino de un asentamiento claramente asociado a una actividad, quizá más de carácter nómada que sedentario”.
Además, la cercanía del mar y de un naciente de agua, hoy convertido en aljibe, a unos 30 metros, fueron decisivos para que los antiguos pobladores de la Isla se asentaran en el lugar. Allí debieron levantar sus chozas, aunque la reutilización de las piedras para casas y gavias, en etapa histórica, acabó haciendo desaparecer las estructuras habitacionales de los aborígenes.
Durante la primera campaña de excavación, en el año 2017, se pudo documentar una secuencia estratigráfica en la que el equipo de arqueólogos, compuesto también por Derque Castellano y Tarek Suleiman, detectó un potente estrato arenoso sobre el que la población aborigen se asentó. Ahora faltaba saber desde cuándo los mahos habían utilizado la zona.
El hallazgo de un hueso de cabra, un trozo del metacarpo, incrustado en la arcilla de un hogar (fuego) supuso un golpe de suerte para el equipo de investigadores. El hueso no tardó en viajar a los laboratorios de Miami, en Estados Unidos, en busca de una fecha que pudiera poner algo de luz en torno a la historia del conchero.
Los resultados llegaron a Fuerteventura. El Carbono 14 aportó una cronología que abarca desde finales del siglo IV hasta el VI, “Este resultado nos indica que pudo haber una ocupación desde finales del siglo IV. Además, la última excavación, realizada el pasado año, da indicios de que estuvo ocupado durante muchos más siglos”, señala la arqueóloga. Aunque por el momento no se puede concretar cuántos más.
A la espera de nuevos resultados del Carbono 14, que puedan ampliar el periodo de ocupación, parece claro que el yacimiento se ocupó en diversas etapas. López plantea cómo hipótesis que la ocupación del yacimiento “fuera creciendo y evolucionando a lo largo del tiempo, según las necesidades de la población y el espacio disponible”.
Rosa López ha trabajado en muchas de las excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos años en Fuerteventura: Barranco de los Canarios, Llano del Sombrero, Cueva de Villaverde… Ahora, insiste en que el conchero de El Cotillo es un asentamiento que presenta mucha dificultad a la hora de excavarse por la cantidad de núcleos de combustión, fuegos y carbones, para los que se requiere una gran minuciosidad. “Sólo podremos interpretar bien el yacimiento con intervenciones que nos permitan comprender de qué manera fue creciendo y evolucionando a lo largo del tiempo”.
Restos de fuego
Durante las excavaciones arqueológicas de estos dos últimos años, han ido apareciendo focos de combustión en los que aún se conservan abundantes carbones y restos malacológicos quemados y dispuestos de forma horizontal. Durante la última campaña aparecieron 33 focos. La especialista en arqueología explica cómo estos focos de combustión “se realizaron en un suelo arcilloso que nos han llegado con restos de cerámicas, carbones, etcétera, fruto de la actividad desarrollada en el lugar”.
El conchero de El Cotillo es un asentamiento que presenta mucha dificultad a la hora de excavarse por la cantidad de núcleos de combustión, fuegos y carbones, para los que se requiere una gran minuciosidad
“Creemos que no se trata de focos independientes, realizados para el procesado de alimento, sino que, por el contrario, nos encontramos ante una superficie muy extensa a modo de plataforma en la que se extendería el marisco y donde se pondría matorral que, quemado, adquiriría las temperaturas necesarias para cocer los mejillones y las lapas”, explica López.
El equipo de arqueólogos no descarta que algunos de los focos de combustión, repartidos por todo el yacimiento, se usaran para la cocción de otros alimentos, al haber aparecido restos óseos de animales claramente cocidos. En este sentido, han localizado huesos de cabras y paladares y espinas de viejas. En estos momentos, se estudian estos restos en busca de respuestas a las preguntas que se plantean los arqueólogos.
El estudio de estos restos de viejas puede aclarar “la relación de los mahos con la pesca, qué se consumía en ese momento, en qué zonas se podría consumir, qué tipo de pesca se usaba y si se pescaban pescados pequeños o grandes”, explica Rosa López.
Hasta ahora, las crónicas de la conquista hablaban de la técnica del ‘embroscado’, que consistía en pescar en charcos usando la savia del cardón con propiedades tóxicas para adormecer los peces y poder capturarlos. Los estudios en el conchero de El Cotillo esperan aclarar si usaban sólo esa técnica o también redes, tal y como está documentado en otras zonas de Canarias.
Los nuevos trabajos, financiados por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, se centrarán en tres zonas que, a priori, los arqueólogos creen que serán las que den más información. Las excavaciones buscarán conocer en cuántos momentos se pudo ocupar el yacimiento. Para ello, se analizará toda la secuencia estratigráfica del terreno.
Comentarios
1 Bambam Mar, 02/07/2019 - 08:06
2 Majorero maduro. Mar, 02/07/2019 - 09:08
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