Su conservación en la Isla está amenazada por el botulismo que se ha instalado en los humedales majoreros, el vaciado de las charcas y la fauna invasora
El tarro canelo cumple 25 años en Fuerteventura
Su conservación en la Isla está amenazada por el botulismo que se ha instalado en los humedales majoreros, el vaciado de las charcas y la fauna invasora
Este pequeño ganso del desierto, denominado tarro canelo, se avistó por primera vez el 15 de abril de 1994 en la Isla majorera, concretamente en una “presa seca” travesera en Rosa de Catalina García, de Tuineje. Desde esas fechas, esta especie cumple 25 años habitando las zonas húmedas de Fuerteventura y se ha expandido a otros lugares del archipiélago canario.
Unos censos recientes, llevados a cabo por SEO/BirdLife, contabilizan la población canaria en unos 515 ejemplares, que suponen el 95 por ciento de la población europea. La primera observación fue una hembra y al mes siguiente se vio una pareja con pollos. “A partir de esas fechas se ha expandido a las demás islas, estableciendo colonias reproductoras en Lanzarote, Gran Canaria y Tenerife, así como avistamientos en El Hierro, La Gomera e, incluso, Lobos y La Graciosa, por lo que sólo faltan observaciones en La Palma”.
Además, “esta especie también ha colonizado Madeira recientemente”, apunta Marcelo Cabrera, ornitólogo majorero. “No es una especie invasora, puesto que se ha trasladado a Canarias por sus propios medios”, señala el investigador de esta anátida.
“El tarro canelo (Tadornaferruginea) significa en latín pato manchado herrumbroso debido al color general de su cuerpo. Aunque ambos tienen cuello y cabeza blancuzcos, la hembra -añade Cabrera- se distingue por una máscara blanca brillante alrededor del ojo que se extiende a la frente, el mentón y los auriculares, mientras que el macho está caracterizado por un collar negro alrededor del cuello”.
El ornitólogo explica que “su observación es posible en muchos tipos de humedales, entre los que contamos balsas, presas secas, embalses, cauces de agua, estanques y gavias, así como obstáculos de agua en campos de golf y el interior de explotaciones ganaderas”.
“Todo indica que esta especie procede del norte de África, donde tiene un comportamiento nómada y aprovecha los encharcamientos tras las lluvias”, indica Juan Antonio Lorenzo, coordinador de proyectos de SEO/BirdLife en Canarias.
En este sentido, este mismo autor apunta que “los desplazamientos que trajeron la especie a Canarias pueden estar precedidos de períodos de sequía, lo que empuja a estas aves a buscar nuevos humedales”.
El profesor de la Universidad de Oviedo Juan Carlos Illera, cuya investigación está centrada en el estudio de patrones y procesos evolutivos en medios insulares, considera que se puede tratar de un proceso estocástico, un concepto matemático al que se aplica variables aleatorias.
La dispersión de un pequeño contingente poblacional de tarros canelos ayudada por los vientos del Este han hecho posible que colonice Fuerteventura, subraya este biólogo, dedicado a trabajar sobre todo en la diferenciación de las poblaciones de aves que habitan los archipiélagos atlánticos de la región macaronésica.
El desplazamiento de distintas aves africanas a Canarias causado por el cambio climático es un hecho, apuntan los científicos. Pero lo interesante es investigar su asentamiento en Fuerteventura, como ha sido el caso del tarro canelo, afirma Marcelo Cabrera, aunque los humedales no sean muy abundantes en la Isla.
“Otras anátidas que intentaron colonizar Canarias no tuvieron la misma suerte que el tarro canelo”, apunta Juan Antonio Lorenzo. “Un ejemplo es la cerceta pardilla, que llegó a criar durante unos años en Fuerteventura pero que después desapareció”, dice.
Macho. Foto: Marcelo Cabrera.
Amenazas
Los factores de amenaza a su conservación son múltiples y variados, advierte Marcelo Cabrera. “La depredación por fauna exótica invasora y el vaciado de las charcas durante la época reproductora han sido constantes a lo largo de estos primeros 25 años, pero el problema de conservación más significativo es la instalación de una nueva enfermedad en los humedales majoreros, el botulismo, una bacteria que prolifera estacionalmente en el agua y que está afectando a ésta y otras aves acuáticas, como la focha moruna, la cigüeñuela o la gallineta común”.
Las claves para mantener esta especie recién llegada, concluyen los investigadores, son la buena gestión de los humedales, el control de los depredadores exóticos y la aplicación de buenas políticas de conservación, que beneficien tanto al tarro canelo como a los agricultores y ganaderos de la Isla.
Comentarios
1 jornalero en paro. Mié, 15/05/2019 - 09:33
2 ciudadano Mié, 15/05/2019 - 11:55
3 Quiquere Mié, 15/05/2019 - 13:00
4 Bambam Mié, 15/05/2019 - 21:24
5 Anónimo Jue, 16/05/2019 - 12:29
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