A apenas un centenar de kilómetros de Fuerteventura y Lanzarote, la población saharaui denuncia torturas y condena que “el chantaje de Marruecos” haya surtido efecto en el Gobierno de Pedro Sánchez
La última traición al Sahara, “una cárcel al aire libre”
A apenas un centenar de kilómetros de Fuerteventura y Lanzarote, la población saharaui denuncia torturas y condena que “el chantaje de Marruecos” haya surtido efecto en el Gobierno de Pedro Sánchez
En las casas de El Aaiún, la capital del Sahara, se habla de traición de España al pueblo saharaui. En las jaimas del desierto de Tinduf, de olvido. La diáspora saharaui clama libertad para su tierra y para las decenas de presos políticos que siguen en las cárceles marroquíes. Ninguno entiende un futuro que no pase por un referéndum ni una vida bajo una bandera que no sea la saharaui. Hasta ahora, la que fuera provincia 53 española creía, o se lo habían hecho creer, que el Gobierno español mantenía una posición neutral respecto al conflicto saharaui. Sin embargo, alcanzar la ‘paz’ con el vecino marroquí ha tenido que ser a cambio del Sahara.
Cuando toda España condenaba la invasión rusa en Ucrania, el presidente Pedro Sánchez anunciaba un cambio de guion y decidía tomar partido por Rabat y reconocer la autonomía marroquí del Sahara “como la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”. Una carta del presidente español al rey de Marruecos, Mohamed VI, hecha pública por el gabinete real del país alauita, acababa con la postura oficial del Gobierno español hasta ahora, la de alentar un acuerdo entre las partes en el marco de las Naciones Unidas sin inclinarse ni por la autonomía ni por la independencia, sin descartar otras soluciones pactadas.
Con el apoyo de Sánchez al plan de autonomía marroquí, el Gobierno español pretende cerrar la crisis diplomática con su vecino del sur, después de que en abril de 2021 recibiera al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para tratarse de Covid en un hospital de Logroño. La respuesta inmediata de Marruecos fue la entrada en Ceuta de 10.000 inmigrantes ante la indolencia de las fuerzas de seguridad marroquíes. La intensidad de pateras hacia Canarias y los dos saltos en Melilla a principios de marzo de este año se entendieron también como medidas persuasorias para que España se decantara por apoyar el plan de autonomía del Sahara.
El cambio de guion del Ejecutivo español a favor de su socio marroquí parece perseguir el respeto a la integridad territorial de España, incluidas Ceuta y Melilla, el control migratorio en aguas canarias y en las vallas de Ceuta y Melilla. “Este giro dramático nos ha hecho entender que España es muy vulnerable ante los chantajes de Marruecos”, sostiene el periodista Ahmed Ettanjj, de la agencia saharaui de noticias Equipe Media. Casi un año después de la entrada masiva de inmigrantes a Ceuta, el periodista recupera las declaraciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles asegurando en ese momento, que España no iba a aceptar “el más mínimo chantaje”.
El periodista asegura que Marruecos, una vez más, ha entendido las declaraciones de Sánchez como una luz verde para ordenar a sus fuerzas militares y paramilitares cometer más violaciones de derechos y saqueos masivos de los recursos naturales. Según este defensor de los derechos humanos, los apoyos que el régimen del rey Mohamed VI recibe desde el exterior,“por parte de un Estado o de un político a favor de la invasión al Sahara Occidental, hacen entender a Marruecos que está respaldado”. A partir de ahí, “empieza a reprimir, con represalias contra los activistas que rechazan la ocupación. Aun así, seguirá impune y robando los recursos naturales al Sahara Occidental”, añade.
En 1976, España entregó su colonia a Marruecos y Mauritania. Miles de saharauis huyeron al desierto argelino y se convirtieron en refugiados. Los saharauis que se quedaron en los territorios ocupados por Marruecos llevan décadas denunciando agresiones, violaciones y persecuciones. Ahmed Ettanji sostiene que vivir en el Sahara Occidental ocupado significa “vivir en una cárcel al aire libre”. “Estamos sujetos a una libertad condicional. Cualquiera de nosotros puede entrar en prisión sin ningún motivo, solo por ser saharaui o por reivindicar la independencia del Sahara Occidental”, señala.
La Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA) calcula que 456 saharauis se encuentran en paradero desconocido y 43 siguen detenidos como presos políticos en cárceles marroquíes. Sus familias denuncian malos tratos, incomunicación y negligencias médicas. Hace unas semanas, la familia de Mohamed Lamin Ahmed, conocido como Haddi, denunció que le habían arrancado la barba “con tenazas” en prisión, cuenta Ahmed. Haddi está preso en la cárcel de Tiflet 2, al este de Rabat. Este locutor de la radio nacional de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) fue condenado a 25 años de prisión después de que, junto a otros 23 saharauis, fuera acusado de la muerte de 11 gendarmes marroquíes a finales de 2010 en el denominado campamento de la Dignidad de GdeimIzik. Amnistía Internacional denunció que “el tribunal militar que lo juzgó, junto con otros saharauis, no investigó sus denuncias de haber sido obligados a firmar confesiones por medio de tortura”.
Protesta saharaui en Lanzarote.
El periodista de Equipe Media asegura que, tras el acuerdo entre Madrid y Rabat, se ha intensificado la vigilancia en las calles para intentar abortar cualquier manifestación promovida por los saharauis “y muchos activistas han sido agredidos estos días”. Su colega en Equipe Media, el periodista y fotógrafo Said Amidan, conoce bien el precio que pagan los periodistas que intentan romper el muro de silencio impuesto por Marruecos. Ha sido detenido y torturado en tres ocasiones, “dos en 2005 y otra en 2016”, dice al otro lado del teléfono. La primera vez tenía 17 años y, junto a un grupo de compañeros, fue arrestado en la escuela por manifestarse. En comisaría, le vendaron los ojos y recibió amenazas de agresión sexual. De nuevo, fue detenido el 30 de septiembre de 2016 junto al periodista Brahim Laajil en el control policial de Guelmin, cuando iban de camino a Agadir para estudiar en su universidad. Fueron torturados durante un interrogatorio de 72 horas, hasta que quedaron en libertad.
Said insiste en las dificultades que tienen los periodistas saharauis para sortear el bloqueo informativo de Marruecos. “Trabajamos de forma clandestina, pero es muy difícil”, explica. También recuerda que Marruecos expulsa a los observadores internacionales y periodistas extranjeros que intentan entrar a los territorios ocupados.
El 25 de marzo, decenas de saharauis y defensores de la causa se manifestaron en la calle Real de Arrecife. Bachir Mansur, presidente del colectivo saharaui en Lanzarote, reivindicó el derecho a la libre autodeterminación del Sahara, criticó el “vasallaje” de Pedro Sánchez al “sátrapa” marroquí. “Abandona al pueblo saharaui a su suerte en contra de la mayoría del pueblo español”, afirmó.
Tres días después, hubo otra concentración con decenas de asistentes ante la Delegación del Gobierno en Fuerteventura. Entre ellos, Salka Saleh, una saharaui con nacionalidad española que, mientras gritaba proclamas a favor de la libertad del Sahara, recordaba a Sánchez que “no se puede presumir de socialdemócrata y vender la dignidad de un pueblo que lleva 46 años luchando para volver a su tierra”. “El chantaje de Marruecos nos perjudica a nosotros -insistía-, pero también al pueblo español y Canarias. Hoy nos toca a nosotros, mañana a las aguas canarias y pasado a Ceuta y Melilla”, alertaba. Y, de nuevo, insistía: “Un gobierno socialdemócrata no puede dejarnos tirados por el capricho de un rey opresor que encarcela a los saharauis por levantar una bandera”.
Sultana Khaya en la azotea de su vivienda, donde está bajo arresto domiciliario impuesto por Marruecos. Foto: Cedida.
Resistencia
En la azotea de Sultana Khaya no ha dejado de ondear la bandera saharaui, un símbolo de resistencia pacífica y de condena contra el arresto domiciliario que sufre desde el 19 de noviembre de 2020. Días antes de su detención, Marruecos había roto el alto el fuego. Sultana regresaba a Bojador para resistir con su gente, después de una temporada en España. Fue interceptada de camino a su casa, asediada y obligada a encerrarse. Desde entonces, permanece bajo arresto domiciliario, junto a su madre, de 85 años, y su hermana Luara.
“España ya nos vendió y Sánchez lo vuelve a hacer”, asegura Sultana Khaya
Sultana, una de las voces más molestas para Marruecos, había perdido un ojo en 2007 por un porrazo de un agente marroquí en la Universidad de Marrakech. Después de ese episodio, llegaron más torturas y violaciones, ha contado en varias ocasiones. Desde su casa, contesta a DiariodeCanarias.es. Explica que ella y su familia han recibido todo tipo de torturas durante el arresto domiciliario. “Nos han violado y arrojado sustancias toxicas. Nos han quitado el suministro de agua y luz. Estamos encarceladas en nuestra propia casa, sin poder salir ni para que nos vea un médico”, denuncia.
Sultana sigue sin saber por qué lleva casi año y medio retenida en su domicilio. “Nunca supe de qué me acusan. Lucho por mi derecho y el de todos los saharauis. Mi lucha es pacífica. Sin embargo, todo un ejército rodea mi casa. Muchas noches nos asaltan y nos hacen todo tipo de torturas”, afirma. Días después de hacerse pública la postura de Sánchez, la activista aseguraba que la decisión del presidente del Ejecutivo español había servido para “dar un poco de oxígeno a una monarquía enferma”. Sultana no se sorprende: “España ya nos vendió y ahora Sánchez lo vuelve a hacer a solas”.
El delegado del Pueblo Saharaui en Fuerteventura, Larbi Mohamed, también habla de “segunda traición”. El Acuerdo Tripartito de Madrid, que se firmó en noviembre de 1975 entre España, Marruecos y Mauritania, “va en contra del pueblo saharaui, está firmado a sus espaldas”, sostiene. Y añade: “Este giro se esperaba porque el Partido Socialista siempre se ha codeado con Marruecos”.
Larbi recuerda que “ni España ni Marruecos pueden decidir plantar una autonomía en el Sahara. Hubo un alto el fuego en 1991 con la intención de que las partes hicieran un referéndum. Esa consulta no se ha hecho porque Marruecos ha puesto todas las trabas posibles y ha estado trayendo colonos a las zonas ocupadas”. Y concluye: “El pueblo saharaui y su gobierno están decepcionados con la decisión de Sánchez, pero tenemos la ventaja de contar con el pueblo español, que está con la causa saharaui”.
La hamada
Unas 173.000 personas, según cálculos de Naciones Unidas, esperan en los campamentos de refugiados de Tinduf, a unos 1.700 kilómetros al sur de Argel, desde hace 46 años, el fin del conflicto y para poder volver a su tierra. Condenados a vivir en el desierto con temperaturas que alcanzan los 60 grados, van perdiendo la esperanza del regreso. La población depende casi en exclusiva de la ayuda humanitaria: el 94 por ciento de los refugiados come gracias al Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Con una dieta de cereales, legumbres, galletas, pasta y leche y en la que apenas hay carne, fruta fresca y huevos, no debe sorprender que el 7,6 por ciento de los niños entre cero y cinco años tuviera desnutrición aguda en 2019.
Said Amidan.
Amidan, fotógrafo y periodista, ha sido detenido y torturado en tres ocasiones
“Es una vida que no deseo a nadie”, asegura Abidin Salec Mohamed. Nació en los campamentos de refugiados de Argelia. Con 16 años, fue becado para estudiar el bachillerato en China. Luego, regresó a los campamentos. Desde entonces, ha estado viviendo entre Tinduf y España. Desde hace tres meses, está en Madrid preparando la tesis para graduarse en estudios de cine. Sus padres huyeron del Sahara cuando eran unos niños. Allí, formaron una familia con seis hijos. Abidin creció en uno de los asentamientos levantados sobre la hamada, nombre con el que los saharauis llaman al desierto, el bautizado como Bojador en recuerdo de la ciudad saharaui. Asegura que vivir en los campamentos es hacerlo con “una incertidumbre diaria”. “No sabes lo que puede pasar mañana o la próxima semana. Puede que haya una tormenta, se destruya el colegio y te deje sin estudiar un tiempo o que no haya agua”, explica.
La reciente decisión del presidente español se ha tomado como una traición. “A los saharauis de los campamentos y las personas mayores no es la primera vez que los traicionan, que los dejan abandonados”, recuerda el joven, de 22 años. La postura del Gobierno español “reafirma un lema que el pueblo saharaui tuvo que adquirir: el único que podría resolver el tema del Sahara para descolonizar es el pueblo saharaui”. Los demás, continúa, “van a optar por una situación legítima siempre y cuando les beneficie. Ahora, no les beneficia caminar junto a la legalidad internacional y prefieren sacrificarla para obtener beneficios económicos o políticos”. Sánchez le debe una explicación al pueblo saharaui, “pero también se debe una explicación a sí mismo porque ha traicionado sus propios valores o los que decía ser sus valores”, concluye el joven.
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