ECONOMÍA

La desaparición de las tuneras en Lanzarote

Una plaga invasora ataca sin control a los ejemplares dedicados al tradicional cultivo de la cochinilla, un sector abocado a su fin en la Isla

María José Lahora 0 COMENTARIOS 21/04/2022 - 07:25

Leandro Caraballo, presidente de la Comunidad de Regantes ‘Isla de Lanzarote’ y perito agrícola, alerta de la definitiva desaparición del cultivo de la cochinilla a consecuencia de una plaga invasora perteneciente al mismo género que la tradicional y que afecta a toda la superficie de tuneras de la Isla hasta secarlas por completo.

En Lanzarote existen alrededor de 200 hectáreas de tuneras de la familia de la Opuntia ficus indica, plantadas principalmente en la zona de Guatiza y Mala, con el objetivo de servir de alimento a la cochinilla del carmín, la Dactylopius coccus, empleada para producción de tintes y colorantes, y que ahora están siendo amenazadas por una plaga invasora: la Dactylopius opuntiae, cochinilla basta del carmín o cochinilla silvestre en México, bastante más agresiva para su hospedador que su congénere y considerada en Canarias como especie invasora.

Procedente de México, esta especie invasora se ha propagado en los últimos meses en la superficie antaño dedicada al tradicional cultivo de la cochinilla para su exportación. Este sector forma parte del patrimonio cultural de Lanzarote. Un patrimonio en vías de extinción.

Leandro Caraballo explica que en México se usaba esta especie dañina para deforestar grandes superficies de cactus invasivos. Las primeras tuneras afectadas por la plaga en Canarias se detectaron en La Palma, hace 10 años, donde ya se han podido comprobar los perniciosos efectos de la invasión de estos insectos.

Desde la Isla Bonita ha saltado a Lanzarote, donde se expande sin remedio por las tuneras autóctonas afectando ya a casi toda la Isla, según explica el perito agrícola, quien estima que el foco de la plaga se inició en Guatiza, en los alrededores del Jardín de Cactus.

“Se cree que llegó a Lanzarote con alguna fruta afectada con larvas y se expandió con rapidez. Cayó en el corazón de las tuneras de Lanzarote, como es la zona de Guatiza y Mala”, aclara Leandro Caraballo.

Aunque en un principio se temió por su propagación al Jardín de Cactus, el perito explica que las plantas decorativas se encuentran a salvo, dado que el insecto solo ataca a las tuneras de la familia de la Opuntia y los escasos ejemplares de este género que se encuentran en el Centro Turístico están siendo controlados.

Las características de la especie invasora son, entre otras, su rápida expansión y que es muy agresiva con toda la planta. Una de las diferencias con la cochinilla tradicionalmente cultivada en la Isla (Dactylopius coccus), que se asienta en las partes tiernas de las tuneras jóvenes y no tiene capacidad de penetrar en los ejemplares antiguos, es que, en cambio, la Dactylopius opuntiae “ataca a las tuneras viejas, va al sistema radicular y alcanzado el suelo, secando por completo la planta y destruyéndola”.

También se diferencia de la cochinilla del carmín en la abundante proliferación de machos de menor tamaño y capaces de recorrer kilómetros de distancia en un día de viento.

El Gobierno de Canarias está llevando a cabo tratamientos para el control de la plaga aplicando la limpieza con jabón de las partes afectadas de la planta, medida que, a juicio de Leandro Caraballo, “no resulta efectiva, porque para salvar la tunera habría que hacer lavados cada media hora a fin de evitar la reinfección”.

Una de las características de la cochinilla invasora es su rápida expansión

El experto cree que esta plaga va a acabar con todas las opuntias de la Isla en el plazo de pocos años, después de comprobar cómo la infección se ha extendido ya hasta el área de Zonzamas: “Tiene mucho poder de dispersión. Es fácil que el insecto se adhiera a la ropa o a vehículos a su paso por las carreteras”.

Afortunadamente, esta plaga parece que no afecta a la tunera india (Opuntia dillenii) y de la que se obtiene el fruto para su consumo, plantada también en los alrededores del Jardín de Cactus y sobre la que no se han observado efectos perniciosos.

Oportunidad

Lanzarote era uno de los reductos donde aún se utilizaba la tunera para el cultivo de la cochinilla del carmín. La llegada de los tintes sintéticos y la dificultad de competir con unos precios justos en el mercado ante el aumento de la oferta de la producción procedente de otros países, provocó el abandono de grandes extensiones de esta planta. La reactivación de este sector es, a día de hoy, una idea romántica.

La cochinilla invasora es muy agresiva con toda la planta.

La ‘Dactylopius opuntiae’ ataca secando por completo la planta y destruyéndola

Con la llegada de esta plaga invasora y la previsible desaparición de la tunera en la Isla en pocos años, hay quienes, como Leandro Caraballo, entienden que podría ser “una oportunidad” para incentivar otras producciones agrícolas.

El experto señala al respecto que ya se están realizando los primeros ensayos para el cultivo de variedades de frutas tropicales como papaya o piña. “Aprovechando que la naturaleza va a hacer su parte para poner fin a una producción sobre la que no veíamos el futuro, hay que replantearse las cosas y ver qué tipo de cultivos pueden ser atractivos y rentables para atraer a nuevas generaciones de agricultores”, comenta.

Estudios

En opinión de Leandro Caraballo, para determinar el cultivo más adecuado a los suelos donde hasta ahora crecían las tuneras habría que realizar una serie de estudios a fin de comprobar si las nuevas plantas vegetan bien en esos terrenos: “Es menester la puesta en marcha de un grupo de investigación con los medios suficientes para realizar estas pruebas, ya sea a través de la administración pública o la iniciativa privada”.

Como presidente de la Comunidad de Regantes ‘Isla de Lanzarote’ recuerda que el principal problema al que se enfrenta el sector agrícola sigue siendo la calidad del agua. El uso de cloratos provoca daños irreversibles en los suelos de cultivo, hasta el punto de que Europa está restringiendo el empleo de este compuesto.

“Tanto el agua potable como la regenerada llevan una gran concentración de cloro. En La Palma han tomado la delantera y están desinstalando las potabilizadoras de uso agrícola. La necesidad de un agua de riego de calidad, sin cloratos, es fundamental para el mantenimiento de los suelos agrarios”, enfatiza Caraballo.

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