Sospecha que su consumo es uno de los factores determinantes en los accidentes que se producen en la práctica de la actividad cinegética
La Fundación Franz Weber reclama controles de alcohol y drogas a los cazadores canarios
Sospecha que su consumo es uno de los factores determinantes en los accidentes que se producen en la práctica de la actividad cinegética
La Fundación Franz Weber reclama la realización de controles de alcohol y drogas a los cazadores canarios ante “la sospecha” de que su consumo es uno de los factores determinantes en los accidentes que se producen en la práctica de la actividad cinegética.
En un comunicado, la organización naturalista hace hincapié en que la Ley de caza de Canarias, de 1998, no recoge ninguna prohibición del consumo de alcohol o drogas cuando se portan o exhiben armas, como sí se determina en el reglamento estatal de armas de 1993.
Y añade que la consideración legal de la caza como disciplina deportiva federada debería llevar aparejadas “medidas de vigilancia”, entre las que se encuentran los controles antidopaje.
Sin embargo, indica, “ni el Gobierno autonómico ni el Consejo Superior de Deportes, ni mucho menos los lobbies procaza, han desarrollado protocolo alguno para desarrollar controles de alcoholemia y drogas”.
Estas labores, apunta la Fundación Franz Webber, podrían ser “fácilmente asumidas” por el cuerpo de agentes de Medio Ambiente, y su estrategia se podría establecer en la propia normativa autonómica sobre batidas.
Los naturalistas denuncian que las administraciones públicas “ignoran deliberadamente” el consumo de bebidas alcohólicas que se da en estos contextos, y subrayan que “la única tasa aceptable mientras se portan armas debería ser cero”.
Ponen como referente un reciente informe del Senado de Francia, cuya principal propuesta es prohibir estos consumos a los cazadores alertando sobre el número de víctimas y heridos que provoca la actividad en aquel país.
La Fundación Franz Webber opina que la práctica de la caza bajo los efectos del alcohol o las sustancias estupefacientes es “un peligro para la naturaleza, para la biodiversidad y para cualquier persona que participe en las batidas o que sea ajena a las mismas”.
Y ponen como ejemplo “las víctimas causadas por escopeteros que afirman haberse confundido al disparar”.
“Si un individuo es incapaz de reconocer a un animal con sus capacidades volitivas supuestamente adecuadas, estando bebido o drogado los riesgos se multiplican de manera exponencial”, abunda la organización naturalista
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