Para este colectivo, la instalación de nuevos “adornos”, como una fuente, un grupo escultórico, un pozo y el cartel, rompen con la esencia original del entorno de protección de la iglesia de Santa María
La Gavilla de Betancuria rechaza las últimas actuaciones sobre el casco histórico
Para este colectivo, la instalación de nuevos “adornos”, como una fuente, un grupo escultórico, un pozo y el cartel, rompen con la esencia original del entorno de protección de la iglesia de Santa María
La Asociación La Gavilla, creada para la defensa del Patrimonio Histórico de Betancuria, abre el debate sobre la protección de la Villa, un entorno muy “frágil” al que distintas actuaciones “pueden afectar negativamente”. “Sabemos que la población crece, pero nuestro patrimonio debe sufrir la mínima intervención y en Betancuria algunas decisiones han sido bastante negativas”, desvela el presidente de la asociación y conservador de bienes culturales, Loren Mateo Castañeyra.
“Considero que el trabajo realizado en los últimos 20 años en la protección de los bienes muebles de la Isla, como retablos, pinturas de iglesias o imágenes, ha sido muy bueno, pero con los inmuebles no ha ocurrido lo mismo, como consecuencia de desconocimiento y decisiones incorrectas, y se han cometido errores graves que dejan huella para el futuro”, resume Castañeyra, aunque afirma que en otras décadas había un gran desconocimiento sobre la protección del patrimonio en la Isla.
“En su día, la asociación rechazó la colocación de una fuente al más puro estilo de las colonias americanas, rompiendo con la esencia de este entorno, a la que encima le concededieron un premio en la campaña Fuerteventura Te Queremos Bonita, muy polémica, ya que Fuerteventura es bella de forma original y no hay que poner nada sino cuidar lo existente”, explica el restaurador. “Un ejemplo son las numerosas ruinas existentes por toda la geografía insular, que tienen un potencial enorme y una gran belleza. Encuentras una casa en ruinas y te paras a contemplarla; es sugerente, un símbolo de una vida anterior, y deberíamos conservarlas como un bien patrimonial en lugar de destruirlas”, expresa. La población propone incluso realizar una catalogación de las numerosas viviendas en ruinas por toda la geografía insular, últimos vestigios de la Fuerteventura de los siglos XVIII y XIX, para evitar su desaparición definitiva y exigir su protección. “Cuando entré en la Casa Alta de Tindaya, me encontré una vivienda reformada que no me dice nada de cómo era su funcionamiento y donde no se han respetado sus usos tradicionales” apunta. Con respecto a la restauración de la Casa de Los Coroneles, Castañeyra se enoja y cree que ha sufrido una transformación tan grande que ha perdido hasta su fachada original y no se asemeja a su aspecto genuino: “Era policromada, al igual que Tindaya”, resume.
Con respecto al cuidado del Patrimonio histórico de la Villa, el experto explica que hay muchos elementos que rompen con el ambiente antiguo de la Plaza de la Iglesia de Santa María. “Es el caso del pozo, que imita a uno andaluz más que a uno propio de la zona” añade Castañeyra. Ese pozo, señala, “se puso por una decisión de algún político en años pasados y fue retirado por el Cabildo, al considerar que alteraba el aspecto original de la Plaza. Recientemente ha vuelto a instalarse como elemento decorativo, cuando no pega en absoluto con el ambiente de la Villa”. También rechaza la colocación del cartel con letras grandes. “Si a eso añadimos el conjunto escultórico nuevo instalado en la misma Plaza aumenta la modificación de la esencia y del ambiente, ya que nada tiene que ver con la historia y la esencia original del entorno de protección de la iglesia de Santa María”, expresa Castañeyra. La Gavilla considera que “no es el lugar adecuado para instalar esta escultura”.
La obra del nuevo edificio del Ayuntamiento de Betancuria está parada, debido a su enorme impacto en el paisaje y entorno; y “el Museo Arqueológico es un edificio moderno, pero se halla bastante escondido y acoplado al espacio, ya que la obra nueva no debe imitar lo antiguo”, comenta Castañeyra.
La iglesia de Santa Maria de Betancuria data de 1410, fue mandada a construir por el conquistador Jean de Bethencourt y encargada a Jean Le Maçon. Tras su destrucción en 1593 por los ataques de piratas berberiscos y quema de la villa se vuelve a reconstruir y finaliza en la última década del siglo XVII. El resultado de esta gran obra es la iglesia que hoy se puede contemplar, en la que se aprecian elementos góticos, mudéjares, renacentistas y barrocos.
Finalizada la conquista, Betancuria se convirtió en centro rector de la Isla y en su territorio comenzó a asentarse una nueva sociedad, conformada por los colonos europeos y parte de la población aborigen que sobrevivió al proceso de conquista, y se implanta una economía basada en las actividades agropecuarias, en la recolección de orchilla y en el comercio. También se radicaron en Betancuria los señores territoriales de la Isla, cuya casa-palacio se ubicó en la trasera de la iglesia; las principales autoridades civiles, religiosas y militares; y todas las instituciones y órganos de gobierno insulares. De este modo Betancuria se convirtió en “villa de señorío”, en capital de la Isla con jurisdicción sobre todo el territorio insular.
Las ruinas del Convento de San Buenaventura
Castañeyra recalca que para conservar el patrimonio histórico no hace falta poner nada nuevo, sino cuidar lo existente y del modo más ajustado a su aspecto original. “He llegado a escuchar disparates del calibre de que la única forma de proteger el Convento de San Buenaventura es techarlo, algo absurdo e incierto porque con una mirada a los países más antiguos vemos que se conservan templos y ruinas en las que no se pone absolutamente nada nuevo”, ejemplifica Castañeyra. Recuerda que lo único que se ha hecho en el convento fue una primera fase de conservación de los muros, mientras que la segunda está pendiente.
El Convento franciscano de San Buenaventura de Betancuria se fundó en 1416 bajo los auspicios del Papa Benedicto XIII, pocos años después de la conquista normanda de Jean de Bethencourt. Entre otras vicisitudes, fue arrasado en 1593 por el pirata argelino Xabán Arráez que acabó con casi toda Betancuria. Cuatro siglos más tarde, en 1883, se deja constancia de que está totalmente en el suelo.
La empresa Tibicena ejecutó el año pasado el proyecto de investigación de estos restos, encargado por la Dirección General de Patrimonio Cultural para estudiar el primer convento cristiano de Canarias.
Hay que recordar que Tibicena ha realizado cinco sondeos en el terreno adosado a la iglesia conventual que han ampliado los límites establecidos en las prospecciones arqueológicas realizadas por el juez Roldán Verdejo en 1975. Entre los hallazgos de este equipo, formado por cinco arqueólogos, un restaurador y una bioantropóloga, se observó que los muros de la fachada principal del convento corre pareja a los muros de la propia iglesia y está orientada hacia el Oeste, mirando a la ermita de San Diego y al barranco. También han descubierto los cimientos de los muros interiores del edificio franciscano que giraba en torno al claustro y sobre los que, seguramente, se levantaba una segunda planta donde se localizaban las celdas de los monjes.
En su 600 aniversario surgió el debate en torno a la conveniencia o no de devolverle el tejado que conservó al menos hasta la década de 1890. Cabildo majorero y Diócesis de Canarias tendrán la última palabra sobre las ruinas del convento de San Buenaventura.
“Para tomar esta decisión se deben crear mesas redondas y debates para ver los pros y contras de la conservación de estas ruinas, ya que este patrimonio es muy importante y debe tener en cuenta la opinión de los expertos porque aquí se han vertido disparates sobre la conservación del convento” propone el presidente de La Gavilla de Betancuria.
La asociación La Gavilla de Betancuria se creó hace más de diez años, tuvo como presidenta anterior a la técnico Rosario Cerdeña y se formó con el ánimo de poder colaborar y ayudar en todo aquello que la capital histórica de Canarias pueda requerir dando prioridad al patrimonio. “Hasta la fecha se han hecho bastantes cosas, hemos colaborado en actividades culturales relacionadas con las fiestas y la romería de la Peña y, también, con subvenciones del Cabildo Insular y aportaciones propias, se ha restaurado una noria y una era en Betancuria”, señala su presidente actual. Además, pone el colectivo a disposición de las instituciones para prestar toda la información, colaboración y ayuda que puedan requerir. La Gavilla de Betancuria se halla en constante estudio y cuenta con un centenar de socios, vecinos y expertos sensibilizados con la protección del Patrimonio Histórico.
Añadir nuevo comentario