CULTURA

La historia escondida y maldita del maestro Juan Cabrera Carámbula

Un libro rescata la memoria del docente Juan Cabrera Carámbula, un majorero que emigró a Uruguay pero que tras volver fue represaliado por el franquismo

Mario Ferrer 1 COMENTARIOS 05/08/2019 - 15:07

Buscando información sobre el célebre majorero Manuel Velázquez Cabrera, el investigador y divulgador Felipe Bermúdez se topó con Juan Cabrera Carámbula, una figura que solo aparecía colateralmente en la vida del político y abogado de Fuerteventura y cuya trascendencia parecía secundaria. En principio nada hacía presagiar que detrás de aquel humilde emigrante habría una historia que necesitara un texto y una larga investigación. Sin embargo, el modesto libro El huerto de la memoria. La represión del maestro Carámbula (1876-1951) es una aportación muy valiosa para el conocimiento del pasado de Fuerteventura y que aporta mucha información de episodios sobre los que la historiografía todavía tiene muchos huecos por estudiar: emigración, represión política, historia de las islas no capitalinas, etc.

Para empezar, hay que tener en cuenta que, a pesar del esfuerzo de las últimas décadas, Fuerteventura todavía tiene muchos capítulos de su historia pendientes de examinar. Pero además, en el caso de Juan Cabrera Carámbula nos encontramos con un testimonio directo de uno de los capítulos esenciales de la historia social de Canarias: la emigración. El que luego fuera maestro de Tetir tuvo, como otros cientos de miles, que buscar, con menos de 20 años, un futuro más próspero en América, en este caso Uruguay.

Conviene recordar aquí que los emigrantes canarios, con especial aportación de Fuerteventura y Lanzarote, fundaron Montevideo y llegaron a ser casi un 14 por ciento por ciento de la población al inicio de la República Oriental del Uruguay. Todavía hoy a los habitantes de la región de Canelones–Comuna Canaria mantienen el gentilicio de “canarios”. Además de retratar este panorama, el libro cuenta con un acertado prólogo de Marcos Carámbula Volpi, un médico y político pariente de Juan Cabrera Carámbula, que ha sido senador y actualmente es Presidente de la Administración de los Servicios de Salud del Estado Uruguayo. La saga de los Carámbula ha dado para varias figuras ilustres en la historia de Uruguay. La senda canaria entre las dos orillas del Atlántico es muy perceptible, como por ejemplo ocurre con el médico teguiseño Alfonso Spínola, toda una institución en la historia social del país sudamericano.

Juan Cabrera Carámbula, “canario de las dos orillas”, volvió a Fuerteventura a los 37 años. A su vuelta, se fue haciendo poco a poco a la realidad de Tetir, donde le vemos adquiriendo alguna finca, trabajando para el Ayuntamiento, casándose e incluso siendo consejero dos años del nuevo Cabildo de Fuerteventura... Aunque su gran labor será la de maestro. Consiguió su primera plaza en Teror, para luego ejercer en Tetir entre 1926 y 1936, año en el que su vida volvió a dar un giro con el levantamiento militar franquista.

De convicciones republicanas y humanistas, Carámbula sufrió tres “procesos judiciales” por parte de las nuevas autoridades, siempre prestas a condenar a todo aquel que no fuera un fehaciente amante del “Glorioso Movimiento Nacional”. El resultado fue que no pudo volver a ejercer como maestro, por lo que los últimos y tristes años de Carámbula se dedicaron a sobrellevar esa pena con la agricultura en Tefía, cultivando un frondoso huerto que se hizo famoso más allá del pueblo. A ese huerto es al que se le dedica de forma metafórica el título de un libro, para borrar el “ignominioso olvido” y plantar un “huerto de memoria”, según confiesa claramente el autor.

Periférico, emigrante y represaliado, la biografía de Juan Cabrera Carámbula merece ser contada y recordada, sobre todo para tener presentes episodios de la historia reciente de Canarias que no conviene dejar en el olvido.


Felipe Bermúdez, en la presentación del libro. Foto: De la Hoz.

Una represión ignorada que se cebó con docentes

Los cálculos son variados pero se estima que entre fusilados y desaparecidos hubo 500 víctimas mortales solo en Gran Canaria, mientras en Fuerteventura y Lanzarote no se dieron apenas casos, salvo contadas excepciones como la del periodista lanzaroteño Manuel Hernández Fernández.

Las “depuraciones” en los cuerpos del Estado sí fueron más generalizadas, siendo el sector de la educación uno de los más castigados. La educación había sido uno de los baluartes de la República y reunía a muchos docentes afines, por lo que los diferentes castigos de las Comisiones Depuradoras (desde ejecuciones a suspensiones temporales o traslados e inhabilitaciones definitivas) sirvieron justo para desmantelar todo conato de educación democrática. En Fuerteventura, 14 de los 23 docentes que ejercían en la Isla en 1936 fueron depurados, es decir un abultado 60 por ciento, mientras en Lanzarote esa cifra fue del 23,21 por ciento.

Comentarios

Un magnífico artículo, gracias al que puedo conocer de la publicación de esta obra, que creo debe de ser muy interesante. Las barbaridades de crímenes y abusos de toda clase perpetrados por el infame fascismo franquista, durante decenios, no tienen nombre.

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