Cada día que pasa, Sergio Lloret se atornilla un poco más al sillón de la presidencia del Cabildo de Fuerteventura. El 13 de diciembre se quedó en minoría, tras expulsar a los consejeros de Coalición Canaria. Y solo 10 días después fueron los consejeros del Partido Popular los que abandonaron a un presidente al que tachan de “autoritario”. Desde entonces, la Corporación insular está gobernada por dos de los 23 consejeros.

La moción de censura, que reclamó de forma inmediata el presidente del PP de Canarias, Manuel Domínguez, es una opción que cada jornada que se tacha en el calendario se va enfriando, de acuerdo con las fuentes consultas de todo el arco político.

En AMF, el partido de Lloret, dicen que están “bastante tranquilos” y confían en que la firma imprescindible, la del consejero socialista Miguel Andújar, nunca se estampe. En CC y PP ya hay quienes se han hecho a la idea de que el PSOE “no va firmar”.

Nacionalistas y populares dan por cierta una supuesta reunión entre Sergio Lloret, Pedro Armas (alcalde de Pájara y presidente de AMF) y un miembro del Partido Socialista del círculo más estrecho de Blas Acosta, antes de que el presidente del Cabildo activase la descomposición del grupo de gobierno, a medio año de las elecciones, y la interpretan como una suerte de visto bueno extraoficial a la operación.

Los partidos que auparon a Lloret a la presidencia en 2021 están recibiendo del PSOE el reproche de haberle situado en una posición de tanto poder. No obstante, en la pared de trofeos del líder de AMF no solo cuelga la cabeza de Lola García, sino también la de Blas Acosta, a quien expulsó, en la práctica, de la política insular al obligarle a dimitir tras dejarlo en minoría.

Acosta se fue antes de que lo censurasen, en busca de acomodo en el Gobierno de Ángel Víctor Torres, año y medio después de aliarse con Lloret para alcanzar el poder en el Cabildo, en un remedo majorero del Pacto de las Flores, con el añadido de AMF y el partido del alcalde de Betancuria.

En ese conglomerado de hasta cinco partidos (PSOE, Podemos, Nueva Canarias, AMF y Unidos por Betancuria), el menos dócil era precisamente Lloret y la caída en desgracia de Acosta se produjo cuando empezó a tomar decisiones sin contar con su plácet. Entre ellas, Dreamland.

Las conversaciones para la moción de censura entre CC, PP y PSOE, que aglutinan el 63,5 por ciento de los votos en las últimas elecciones y 18 consejeros, dan signos de estar abocadas al fracaso. El último mensaje que han recibido nacionalistas y populares es que los consejeros socialistas “no la ven”. Y en AMF están convencidos de que el PSOE “no va a dar aire a sus máximos enemigos políticos” con un gobierno a tres bandas que no se estrenaría hasta febrero y que duraría un trimestre. En cualquier caso, una fuente del partido de Lloret asegura que están “preparados para todo”.

En AMF están convencidos de que el PSOE “no va a dar aire” a sus rivales

Y a la amenaza del PP de acudir a Fiscalía y solicitar medidas cautelares contra los acuerdos del Consejo de Gobierno al considerar que el número de miembros mínimo es el de tres, replican que su interpretación es que ese quorum solo se establece en segunda convocatoria del órgano y que la impugnación “de la compra de tres inmuebles antiguos de Puerto del Rosario” o de contrataciones, “políticamente se les volvería en contra”.

Si nada cambia -“todo puede pasar de un momento para otro, visto lo que ha ocurrido en el último mes”, admite con sorna una fuente que está en primera línea- el Cabildo de Fuerteventura se va a ver abocado a finalizar el mandato con Lloret y el consejero Juan Nicolás Cabrera al frente, con Manolín Travieso de principal asesor –fue designado a principios de enero- y exprimiendo al máximo el libro de decretos y el perfil del contratante los cinco meses que quedan con un objetivo claro: desgastar a su principal rival, que es CC, potenciar la figura de Lloret al Cabildo y en Tuineje, dar aire a Pedro Armas en Pájara y cerrar un par de fichajes de nombres conocidos para tratar de dar la sorpresa el 28 de mayo.