El catedrático Francisco Galante, que prepara una publicación con aportaciones de más de 30 miradas sobre la obra de Manrique, considera que “su utopía se ha desmoronado”
La referencia para valorar la obra de César “no puede ser la imagen actual” de Lanzarote
El catedrático Francisco Galante, que prepara una publicación con aportaciones de más de 30 miradas sobre la obra de Manrique, considera que “su utopía se ha desmoronado”
“Para valorar la obra de César Manrique, la referencia no puede ser la imagen actual de Lanzarote porque su utopía se ha desmoronado debido a los fatuos intereses, tanto de políticos como de especuladores”, destaca Francisco Galante, catedrático de Historia del Arte, director de la Cátedra Cultural César Manrique de la Universidad de La Laguna y miembro del Consejo Asesor de la Fundación César Manrique.
El catedrático está preparando la edición conmemorativa del centenario del nacimiento del artista estructurada en dos tomos en el que participan, además, una veintena de especialistas europeos y americanos. Está previsto que la publicación se presente en unos meses en la Universidad de La Laguna y, posteriormente, en los Jameos del Agua. “Ojalá que una vez publicada la edición se superen en breve sus contenidos, pues es preciso contar con más voces y con nuevas perspectivas para enriquecer su obra y su ideario”, dice.
La reflexión crítica de Galante la pronunció en su conferencia César Manrique. Prácticas artísticas en el territorio. La vigencia de su obra y pensamiento. Le acompañaron en la mesa la rectora de la Universidad de La Laguna, Rosa María Aguilar Chinea, reciente Medalla de Oro de Canarias, y Pedro Hernández, profesor de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote, que actuó de moderador.
La rectora destacó que Manrique posee la Medalla de Honor de esa universidad y que, recientemente, a petición de un grupo de alumnos, se bautizó al Aulario de Guajara con el nombre del insigne artista lanzaroteño. Para Rosa Aguilar, “César representa los valores de todo universitario, porque puso su conocimiento al servicio de la sociedad para intentar mejorarla”, y por esa “fusión entre arte y vida, que se da pocas veces”. “Su legado pervive y se transmite de generación en generación”, aseguró.
El profesor Galante dice que con César aprendió a educar su mirada: “Me enseñó una nueva mirada del mundo”. Asegura que el principal virus del planeta es el hombre, que lo está destrozando. “No se puede recuperar un deterioro tan grave y atroz, pero sí el mensaje del artista que aportaría una mayor agudeza crítica de nuestra supervivencia”.
Para Francisco Galante, el universal creador desarrolló “una obra compleja y profunda, difícil de analizar”. “Fue el primer artista español activista, el primer artista que se preocupó por la ecología cuando no existía este término y el primer artista canario que tiene una dimensión universal”, destaca. Además, “fue defensor de los derechos humanos y de género y animalista en una época en la que apenas se hablaba de estos asuntos”.
Galante resalta que “César Manrique fue una voz incómoda para los políticos y los empresarios especuladores, a quienes tildaba de mafiosos y de tiranos”. Galante subraya que César ya se preocupaba por el territorio desde los años 50 del siglo pasado, coincidiendo con la expansión de Arrecife. Desde entonces, aparecen textos en la prensa en los que advierte que la ciudad se convertiría en un estropicio, “y hoy es una marabunta arquitectónica y de mal gusto que ahoga a la bellísima bahía de Arrecife”.
Para Galante, Lanzarote es un ejemplo “que no hay que seguir porque los políticos y especuladores se han preocupado de aniquilar la imagen de Manrique”. “Tras su fatídico fallecimiento, varias instituciones públicas lo declararon hijo adoptivo o predilecto, y ahora utilizan la figura de Manrique como a un objeto manipulable”, añade. “A César no solo se le debe tributar en la conmemoración de su centenario, sino que su alcance debe ser mucho mayor: el respeto continuo y permanente de su legado. Hacer valer su memoria, hoy más que nunca en esta crisis global y civilizatoria”.
Imagen antigua del Parque Ramírez Cerdá. Foto: Fundación César Manrique.
El Parque Ramírez Cerdá es “una gran obra mutilada” de César en Arrecife
El profesor cuenta que cuando viaja a Lanzarote intenta escabullirse “del bullicio generado por las masas de turistas” y resalta “cómo se ha interpretado indebidamente al desarrollo turístico de la Isla, y en general de Canarias, en base a modelos acidulados e ingratos que ocasionan una presión insostenible para los usuarios del territorio”. “Tenemos que ser conscientes de las incidencias negativas de este fenómeno. Manrique siempre permaneció muy atento a estos asuntos”, explica.
“El paisaje es uno de los elementos singulares que César adoptó como referencia. Hubo una comunión muy estrecha entre el artista y la naturaleza, ambos forman parte de un todo. Los bancales y otros sistemas agrarios están presentes en su obra. Los recuperó e interpretó en una gramática arquitectónica muy original. También tomó como referencia la arquitectura tradicional que la valoró en una monografía crucial, Lanzarote, arquitectura inédita”, subraya.
Trayectoria
En su conferencia, el profesor Galante expone una gran cantidad de imágenes de las obras de César Manrique. Comienza por sus primeros murales, en los que se centra en las faenas agrícolas y pesqueras, en las que está influido por la vanguardia plástica de Canarias representada por los artistas de la Escuela Luján Pérez y por una dicción picassiana.
Galante diferencia “las intervenciones del artista en la naturaleza en relación a las propuestas de Néstor Martín Fernández de la Torre, a quien le interesaban proyectos parciales, muy interesantes. César, por el contrario, dibujó una isla, un vasto proyecto que alteró sustancialmente todo un territorio, aunque las referencias subyacen, precisamente, en el mismo territorio”.
Imagen actual del Parque Ramírez Cerdá. Foto: Adriel Perdomo.
“César percibió que la Isla se iba a convertir en una farándula de turismo barato”
Para el profesor Galante, Manrique no es un artista del Land Art, pues las obras de esta tendencia son, en general, contundentes y efímeras, causando un gran impacto en el paisaje, además de ser más tardías. “Muy al contrario, las obras de César tienen carácter de permanencia y están plenamente integradas en la naturaleza”.
El catedrático repasa las intervenciones de César en Arrecife: en la Plaza de Las Palmas o en el Hospital Insular, donde coloca el pavimento escalonado emulando las ondas de las olas del mar. En opinión de Galante, la gran obra de Manrique en la capital es el Parque Ramírez Cerdá, “una gran obra mutilada”, donde experimenta con una serie de elementos que después trasladará al Jardín de Cactus. “Arrecife fue un laboratorio de experiencias”, resume.
También alude al Parque Islas Canarias: “En este lugar no pervive absolutamente nada de la obra de César. Es un espacio burdo y espantoso”. Galante señaló las consecuencias negativas que sufrió el artista por oponerse al Plan General de Arrecife de 1968, “que planteaba modelos arquitectónicos y urbanos realmente aterradores. Este desaguisado urbanístico aún subsiste”.
La vuelta
Después, tras la estancia de César en Madrid, primero, en París durante unos meses y, por último, Nueva York, el profesor Galante se centra en la “utopía” de Manrique. Se refiere al proyecto de construir junto a Pepín Ramírez, presidente del Cabildo entre 1960 y 1974, una nueva Lanzarote, bajo la idea de la recuperación de paisajes, de lugares degradados.
Para Galante, arquitectónicamente, el Mirador del Río es su gran obra, con valores propios de la arquitectura, aunque en lo que hace referencia a la recuperación de lugares degradados destaca la de los Jameos. El catedrático analiza la intervención en el Jardín de Cactus, con elementos de arte pop mezclados con referencias vernáculas o esculturas cinéticas... Dice que es un jardín que sirve para educar y César “creía en la cultura, en que un pueblo sale del ostracismo si es educado, si tiene cultura”. También se refiere a los jardines del Hotel Salinas, cuya presencia hoy es una “triste realidad”, donde se ha perdido la esencia del lugar.
Y habla de la creación de El Almacén, un centro de activismo cultural, intelectual y artístico y un lugar de encuentro, con “un eco, salvando las distancias, a The Factory, creada por Andy Warhol”. Otra obra para la posteridad sería su casa en Taro de Tahíche, “un lugar donde la arquitectura parece pertenecer a las entrañas de la tierra. La ventana de su estudio, donde el paisaje se introduce en la vivienda, resume la relación entre naturaleza y arquitectura, que es el gran dictado de Manrique. Su casa constituye la metáfora de su gran obra ya que existe una proyección del sujeto (Manrique) con el objeto (la casa), entre su mentalidad para intervenir y la obra que realiza”.
Altruista
Galante destaca el carácter altruista de César en sus intervenciones en el espacio público de Lanzarote, por las que no percibió honorarios. Dice que “ningún artista ha tenido tanto reconocimiento popular. En este sentido, fue un artista con una gran vertiente social. Cuando fallece, la carretera está flanqueada por campesinos y pescadores arrojando flores. Eso es arraigo popular”.
El catedrático subraya que “César percibió que Lanzarote se iba a convertir en una farándula de turismo barato. Lanzarote sigue siendo una isla con atractivos. Tenemos que despertar. Nuestras voces no pueden estar acalladas. Tenemos que asegurar y dar valor al amplio legado de Manrique, porque su voz clama más que nunca y su pensamiento tiene vigencia absoluta”.
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