El primer inventario de campanas de las islas orientales verá la luz en breve y las coloca dentro del catálogo de patrimonio histórico a conservar en el Archipiélago
Las campanas, el histórico paisaje sonoro de Fuerteventura
El primer inventario de campanas de las islas orientales verá la luz en breve y las coloca dentro del catálogo de patrimonio histórico a conservar en el Archipiélago
Pesaban nueve libras y viajaron en la nave expedicionaria de la conquista. Las primeras campanas de Fuerteventura llegaron en los primeros años del siglo XV, de la mano de Jean de Bethencourt; fueron un regalo del conquistador al pueblo de Betancuria (en la época, Valtarajal), durante el bautismo cristiano de un niño nativo. Sin embargo, estas primeras campanas de las que hay constancia histórica, se han perdido en los siglos.
Lo cuenta Gustavo Trujillo, codirector de Gárgola Cultura e historiador responsable de la investigación A son de campana tañida. Inventario de campanas de Fuerteventura y Lanzarote, un trabajo que verá la luz en los próximos meses en una publicación de igual título, auspiciada por la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias. El trabajo permitirá al público acercarse, por primera vez, al catálogo completo de las campanas de ambas islas, entendidas como patrimonio histórico.
Sobre el regalo de Jean de Bethencourt, las primeras campanas documentadas de la Isla, solo queda lo registrado en las crónicas francesas de la conquista, Le Canarien, obra que reúne los manuscritos y crónicas oficiales de las expediciones de Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle: “Al día siguiente el dicho señor [Jean de Bethencourt] se fue a Valtarajal [Betancuria] y allí fue bautizado un niño canario, para festejar la llegada del dicho señor, y el dicho señor fue el padrino y lo llamó Juan. Hizo poner vestidos en la capilla, una imagen de Nuestra Señora, vestuario de iglesia, un misal muy hermoso y dos campanas pequeñas que cada una pesaba cien [libras] y ordenó que la capilla se llamase Nuestra Señora de Béthencourt” (Le Canarien, texto B).
“Gracias a la referencia de Le Canarien sabemos que el sonido de las campanas forma parte del paisaje sonoro de la Isla desde hace 600 años”, explica Trujillo, que señala que, sin embargo, la campana más antigua que aún se conserva en Fuerteventura data del siglo XVIII. “Era habitual, en otras épocas con menor conciencia de la conservación del patrimonio, aprovechar el metal de campanas ya deterioradas o rajadas: se refundían para hacer nuevas”, explica el historiador, que considera que este puede ser el caso de diferentes campanas de la Isla: “También encontré referencias documentales de una familia de fundidores, los Pérez Barreto, que indicaba que fundieron y colocaron, por encargo, campanas en Fuerteventura, pero no las he encontrado, lo que me hace suponer que varias de las campanas se refundieron para aprovechar el metal; era algo muy común. Incluso hoy en día, lamentablemente, continúa ocurriendo en algunos casos”.
El trabajo de investigación y registro de Gustavo Trujillo, que comenzó en 2020, le ha llevado a inventariar un total de 67 campanas en la Isla, encontrando piezas pertenecientes a los siglos XVIII, XIX y XX. Se trata del estudio más completo, hasta la fecha, de estos instrumentos, entendidos como patrimonio histórico. “Ha habido menciones por parte de otros historiadores, como Francisco Galán, a campanas concretas dentro de publicaciones generales de patrimonio, pero aun así son las grandes olvidadas”, explica el historiador.
“A excepción de un pequeño grupo de historiadores, las campanas han sido, quizás, menos valoradas porque se encuentran en lugares altos y, a menudo, inaccesibles -en torres, en espadañas-, en ocasiones cubiertas de excrementos. Han pasado desapercibidas y en muchos casos son verdaderas obras de arte, pero no se ha tenido la conciencia de que las campanas pudieran también ser objetos con valor cultural, histórico, artístico, aún debemos abrir camino en este sentido”, señala.
Gustavo Trujillo. Foto: Jesús Manuel Cáceres.
Trujillo: “El fin es evitar el desmantelamiento de estos elementos”
Gustavo Trujillo, que dedicó su tesis doctoral a la historia, epigrafía e iconografía de las campanas de Gran Canaria, asegura que la historia del Archipiélago puede ser contada a través de sus campanas, del mismo modo que puede ser contada partiendo de cualquier objeto de patrimonio artístico o bienes de patrimonio cultural: “Desde la relación entre el primer cultivo que se pone en marcha en Canarias tras la conquista, la caña de azúcar, y la llegada de pintura, tablas y, sí, también campanas, de arte flamenco –porque este cultivo se exportaba sobre todo a Países Bajos-, pasando por la llegada de campanas andaluzas a partir del comercio con la región (siglo XVII), la llegada de las primeras campanas y relojes ingleses en el siglo XIX, de nuevo relacionado con el comercio y con las colonias inglesas... Puede trazarse la historia de Canarias a través de sus campanas, también”, señala el historiador, que añade, además, el papel primordial que jugaban estos instrumentos en la vida cotidiana y en grandes acontecimientos históricos.
“Todos los ataques de piratas, en el caso de Fuerteventura y Lanzarote, se alertaban con el toque de arrebato, también el fallecimiento de monarcas, los incendios... En definitiva, el sonido de las campanas cumplió un papel histórico, con estos toques civiles, y un papel cotidiano, anunciando el amanecer, el mediodía, el atardecer y el oscurecer, entre otros”, resalta.
La Habana o Marsella
Sevilla, Cádiz, Londres, Marsella o La Habana son algunos de los orígenes que figuran en el inventario de las campanas de Fuerteventura. Entre los 67 instrumentos catalogados, las campanas más antiguas, indica el historiador, se encuentran en la ermita de San Marcos de Tiscamanita (1755); en la parroquia de la Concepción (1764); San Antonio de Padua, en Lajares (1775); Nuestra Señora de la Candelaria, en La Oliva (1785); la ermita de San Antonio de Padua, en Toto (1793) y en la iglesia de Santa Ana, en Casillas (1794).
Ermita de Toto, del fundidor Zacarias Ditrich (Sevilla, 1793).
Una de las campanas más interesantes es la que se encontró en la ermita de Toto
Entre los instrumentos analizados en un trabajo de campo de casi dos años, Trujillo destaca algunos “tesoros escondidos”, cuya iconografía u ornamentación hacen de las piezas elementos de gran valor.
“La campana más interesante de todas las registradas podría ser la que encontré en la ermita de Toto, guardada dentro de la sacristía y que ya el profesor Francisco Galante había mencionado en un estudio. Es la única campana que he registrado hasta el momento de Zacarías Ditrich, su fundidor, y es una verdadera obra de arte: tanto por la calidad de las letras, como por la calidad de los relieves donde se representa a San Antonio de Padua y San Cayetano”, cuenta el historiador. “No deja de ser una pena verla escondida en una sacristía, con algunas manchas de pintura, porque una pieza así merecería visibilidad y dignidad. Este caso ejemplifica lo que, lamentablemente, ocurre en muchas piezas: no se ha tenido hasta ahora consciencia del valor cultural, histórico o artístico de las campanas. Es habitual encontrarlas pintadas o llenas de excrementos, algo que ningún historiador permitiría para ninguna pieza de orfebrería, por ejemplo”, señala.
Otra de las piezas que el historiador destacó por su iconografía y valor artístico fue una de las campanas que lucen en la torre de la iglesia Nuestra Señora de Antigua; de los dos bronces, Trujillo destaca una campana marsellesa: “Fue fundida en Marsella en el siglo XIX (1886), y está finalmente decorada con relieve de cordones y relieve de la Virgen María”. Además, el investigador señala el interés de las campanas de la iglesia de Betancuria, de las que destaca sus inscripciones, de letras muy cuidadas, o las piezas del siglo XIX atribuidas al fundidor inglés John Warner (Londres), en La Oliva.
Para Trujillo, su investigación tiene tres objetivos principales: divulgar, registrar, concienciar. “Es importante conocer el patrimonio, conocer su estado actual y promover su conservación, evitar su desmantelamiento. Estamos dando los primeros pasos, aún, en relación a la puesta en valor de las campanas, abriendo camino, queda mucho por hacer”.
Y aún con todo, el camino que inicia este 2022 parece sembrado, dejando en el suelo un rastro de semillas a recoger. El mapa sonoro de Fuerteventura ya es imborrable.
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