CULTURA

Las manos en el junco: el sueño de la artesanía con un futuro sostenible

Artesanos y artesanas de Fuerteventura se forman en el trabajo de la cestería de junco, oficio desaparecido en la Isla y en vías de extinguirse también en Lanzarote

María Valerón 0 COMENTARIOS 10/12/2022 - 09:15

Las manos son anchas, de dedos largos, gruesos; la vena, marcada; la piel, curtida. Se mueven y construyen, y hay afecto en la forma de abrazarse a las láminas de junco, amarillas y brillantes, que se balancean. El baile es una eufonía y en la danza hay un binomio: el artesano, que teje; la naturaleza, que provee.

Las manos pertenecen a Julián Rodríguez Rodríguez, investigador y maestro de la artesanía tradicional de Lanzarote y Fuerteventura. El juego de formas, que se cruzan, pliegan y tejen entre sus dedos, corresponde a un oficio extinto en Fuerteventura y casi extinguido en Lanzarote: la cestería de junco. Solo dos artesanas (y ya jubiladas) lanzaroteñas aún trabajan el material.

Desde el pasado mes de junio y hasta el pasado 3 de diciembre, Julián impartió un taller de cestería de junco con artesanos y artesanas de Fuerteventura que ya dedican su oficio al trabajo con fibras vegetales. La iniciativa, financiada por el Gobierno de Canarias a través del proyecto Memorias de Nuestro Pueblo, la coordinación de la Asociación Cultural Raíz del Pueblo y la colaboración del Cabildo de Fuerteventura, que cede una sala del Ecomuseo de La Alcogida para llevarlo a cabo, tiene como objetivo evitar la pérdida de la técnica y “rescatar la cultura de la artesanía del junco”, en palabras del propio Rodríguez. El resultado palpable son alrededor de treinta nuevas piezas elaboradas por los artesanos y artesanas participantes en el taller, que serán expuestas el próximo 14 de diciembre en la Casa Museo de la Cilla, en La Oliva.

Frente al maestro artesano, varios balayos, un baúl circular, bandejas. Del baúl, el maestro cuenta que, aunque no conocen su datación exacta, saben que tiene más de cien años. “El junco es un material muy resistente, con una durabilidad tremenda. Siempre que encontramos una pieza, sus dueños nos remiten a varias generaciones atrás, son muy antiguas”, señala.

Esta durabilidad, junto con su composición a base de elementos naturales (hoja y pedúnculo de junco) en su totalidad y la cercanía de los elementos para su elaboración y producción, convierten a la cestería de junco en objetos de garantía ecológica, biodegradables e idóneos para afrontar los retos de sostenibilidad.

“No solo es un producto ecológico sino que además es kilómetro cero, lo que lo convierte en cien por cien sostenible: no solo no es contaminante, sino que no conlleva contaminación en su elaboración. Tenemos en nuestra cultura un elemento que nos puede ayudar en esta transformación y lucha contra el cambio climático”, destaca Julián Rodríguez.

Los diferentes útiles derivados de la artesanía de junco parten de un origen hoy también mermado: la intensa actividad agrícola, principalmente del cereal, en Lanzarote y Fuerteventura, que requería enseres de labranza y de almacenaje. En paralelo, los hogares se convirtieron, en el entorno rural, en el hábitat clave para la adaptabilidad de estos útiles, multiplicando sus usos y permitiendo su permanencia más allá de la economía agraria: balayos, taños, raposas, cribos, zarandas, jasneros y cestas componen el núcleo de una cultura artesana de la fibra vegetal que se mantuvo más allá del trabajo en el campo. Baúles de viaje o para ropa, cestos de costura, bandejas, entre muchos otros usos.

Peligro de extinción

La paulatina desaparición del oficio agrario es uno de los principales peligros para la extinción de esta artesanía. “En este momento en que está de moda la palabra innovación, debemos destacar que esa innovación, ese emprendimiento es tan viejo como la existencia del hombre en la tierra. Durante años he ido descubriendo la capacidad del artesano de ir adaptando, transformando, sus creaciones para cubrir alguna necesidad que tenía”, señala Julián, que destaca que aunque “la artesanía vinculada al tema agrario desaparece a medida que desaparece la vida agraria, tiene una enorme adaptabilidad que debe ser atendida”. El investigador apunta a posibilidades para la hostelería, el hogar, el comercio: “¿Por qué en un restaurante en vez de ponernos el pan en una pieza de plástico no podría usarse un balayito? Si somos Reserva de la Biosfera tenemos que ser consecuentes con este tipo de cosas”, señala.

El 14 de diciembre se expondrán en el Museo de La Cilla más de 30 piezas

Otra de las amenazas es la paulatina desaparición de los propios juncos, menos presentes en el paisaje de ambas islas: “Aún existe, pero es cierto que al ir mermando la artesanía, se rompe también el ciclo de la planta: si no se arranca, si no se coge, si no se cuida, también se pierde. Hay un binomio fundamental del hombre y la naturaleza en la artesanía”. Para el taller, se realizó una recogida en Fuerteventura, en la Vega de Río Palma, y en Lanzarote, donde persisten zonas de junquera que reciben anualmente a los pocos artesanos para recoger.

Su técnica de artesanía en espiral revela que se trata de uno de los oficios más antiguos, pues este tipo de artesanía, que parte de un nudo inicial y forma el llamado churro en espiral concéntrica a golpe de hilado, se considera hoy una de las más antiguas de las culturas ancestrales: “Es incluso anterior que la cerámica y se la señala ya como la artesanía más antigua”.

Su continuidad queda a expensas de unas pocas manos, las que, con los ojos puestos en el trabajo de Julián, tuercen, hilan y construyen nuevas piezas. Lo hacen desde el afecto, desde el cariño, desde la convicción de quien sabe que en cada hoja de junco cuelga una historia que quedará trenzada desde su origen y hasta el futuro.

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