El cráneo, fémur y los restos óseos fueron encontrados en un acantilado de La Oliva, en 2014, y pertenecieron a un individuo del siglo XI o XII que falleció tras recibir fuertes golpes en la cabeza
Los arqueólogos documentan la primera muerte violenta de un aborigen en la Isla
El cráneo, fémur y los restos óseos fueron encontrados en un acantilado de La Oliva, en 2014, y pertenecieron a un individuo del siglo XI o XII que falleció tras recibir fuertes golpes en la cabeza
La arqueóloga forense Verónica Alberto ha dado a conocer las conclusiones de uno de los descubrimientos más importantes de la historia de Fuerteventura. “Finaliza así el estudio de la violencia letal en un enterramiento aborigen. Una historia entre el asesinato o la exclusión”, indica la experta.
Todo indica que es el primer caso de muerte violenta entre los aborígenes de Fuerteventura. Todo comenzó en 2014 cuando un grupo de pescadores encuentra un cráneo y un fémur en un enterramiento funerario cerca del mar, en el acantilado de la Tonina, La Oliva.
“Lo más importante de este estudio es su muerte extremadamente violenta, ya que fue golpeado con un objeto contundente, posiblemente un arma de madera”. Otro aspecto relevante es “la fuerza de los movimientos hasta aplastarle la cabeza, ya que no aparecen lesiones en su cuerpo”, detalla la arqueóloga, quien asegura que es bastante “atípico”.
El cráneo presentaba dos graves heridas, una en la parte lateral y otra superior, que delatan su muerte violenta y que pudo ser la primera de estas características de un antiguo maho.
El cráneo, fémur y otros restos óseos encontrados pertenecieron a un joven corpulento y alto, de unos 17 a 20 años y de aproximadamente 1,80 metros de estatura, informa. Según Alberto, pudo tratarse de una ejecución, ya que se efectuaban cerca del mar y el individuo se hallaba en inferioridad de condiciones, bien atado o agachado, por la localización de las lesiones.
“En caso de enfrentamiento, fue golpeado siempre con el mismo objeto y por un solo individuo”, señala la arqueóloga. Por la forma del yacimiento y la costumbre de la época, tal vez este hombre “no fue merecedor de un nicho funerario habitual, aunque se depositaron varias piedras para cubrirlo”, comenta.
Tras el hallazgo de estos restos, en 2014, se extrajo un primer premolar superior izquierdo y se envió a Estados Unidos, de la mano de la empresa Tibicena, para someterlo a unas pruebas de ‘Carbono 14’ que vinieron a datar los huesos entre el siglo XI y XII.
Una de las principales novedades de estos restos es haber podido documentar el primer episodio de muerte violenta entre los miembros de la sociedad preeuropea de Fuerteventura, ya que no era común esta violencia.
Alberto recuerda que tras documentar y estudiar los restos serán guardados en el Departamento de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular hasta que se instalen en el futuro Museo Arqueológico Insular.
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1 Anónimo Mar, 11/12/2018 - 16:00
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