La pandemia dejó a Lili sin su puesto de trabajo en un hotel y montó la Casa de las Estrellas, donde acoge a viajeros ‘voluntarios’ y organiza excursiones con animales
Otro tipo de turismo: la mujer que paseaba a las cabras
La pandemia dejó a Lili sin su puesto de trabajo en un hotel y montó la Casa de las Estrellas, donde acoge a viajeros ‘voluntarios’ y organiza excursiones con animales
Liala Miliardi se dedica en cuerpo y alma a ayudar a los animales. De un piso en el centro de Arrecife se trasladó a una casa que comparte con viajeros de todo el mundo que la ayudan a mejorar su hogar mientras ella les da cobijo. Además de rescatar animales, ha iniciado una experiencia con los turistas muy curiosa: dar paseos con cabras para conocer el otro lado de la Isla, más allá de hoteles, playas y volcanes.
Lili, como es conocida, es italiana, aterrizó en Lanzarote hace nueve años y decidió quedarse. En plena pandemia, perdió su puesto en un hotel y se quedó sin trabajo. Abandonó su piso en la capital, donde no le dejaban tener mascotas. Ahora vive “en medio del desierto y en un sitio olvidado”, como ella apunta. Sin trabajo y en una vivienda en medio de la nada y a medio rehabilitar, se le ocurrió la idea de volcar su proyecto en una conocida web, llamada Workaway, a través de la cual se pone en contacto con viajeros de todo el mundo, que acuden a su casa como voluntarios.
Un workawayer es un viajero que quiere ayudar a la comunidad local de los lugares que visita. Esa persona ayuda a los anfitriones y busca una experiencia para aprender y sumergirse en la cultura local. “Me ayudan a rehabilitar la casa, pintando, haciendo mejoras o ayudando con los animales mientras les doy alojamiento y comida”, describe la italiana. “Se me ocurrió y lo hice. Empezó a venir gente al momento”, relata. Ahora acoge a un polaco en su casa. “Es una bonita experiencia en la que uno conoce a gente de todo el mundo y establece relaciones basadas en la cooperación y no en el dinero”, indica.
Más tarde, vino otra ardua y fatigosa tarea de manera imprevista: el rescate de animales. Las primeras rescatadas fueron dos cabras de una granja. “Me llamaron para preguntarme si las acogía, ya que se las iban a llevar al matadero porque su madre no estaba y tenían que darles biberón porque eran muy pequeñas”, cuenta. “Para mí, fue empezar en algo totalmente nuevo, ya que yo venía del mundo de los hoteles”, apunta Lili. Más tarde, los voluntarios que iban a su domicilio le hicieron ver que pasear en la naturaleza con las cabras podía ser una interesante combinación y una experiencia diferente. Dicho y hecho.
Oliver, Benjamín, Iana...
Sus experiencias están disponibles en la plataforma Airbnb. Aparecen en la web como trekking with goats o paseos con cabras. “Empecé hace tres meses con las caminatas con las cabras, solamente los domingos. Desde el principio se llenó la excursión y tuve que ampliar los días. Ahora lo hago los viernes, sábados y domingos”, recalca. Oliver, Benjamín, Iana y Pegasus son las protagonistas de los trayectos, corriendo a sus anchas por la ruta entre Costa Teguise y Guatiza. Va un máximo de ocho personas por grupo, aunque Lili también hace salidas privadas cuando los clientes se lo piden. Asimismo, adapta el recorrido a personas de movilidad reducida.
“Se conoce a gente de todo el mundo por cooperación y no por dinero”
A esta experiencia de caminar con las cabras sueltas por medio de la Isla acuden toda clase de visitantes. En su mayoría, europeos, como alemanes, holandeses, ingleses, franceses, escoceses, irlandeses e ingleses. Los perfiles de edades son variopintos: desde jóvenes estudiantes a personas de más de 70 años. La experiencia tiene un precio de 15 euros y dura unas tres horas.
La excursión consiste en el paseo con las cabras, de una hora aproximadamente, la visita a su casa y a todos los animales rescatados que acoge y un aperitivo que ofrece después de la caminata. La degustación consta de una tabla de quesos, una sangría elaborada por ella misma y fruta de su huerto. Todo presentado en barro, ya que intenta minimizar el impacto ambiental y descarta los utensilios de plástico.
Concienciar
En la excursión, Lili también trata de inculcar y hacer reflexionar a los turistas sobre la naturaleza, el abandono de los animales, su cuidado y la “compra consciente”. No todos sus usuarios tienen este perfil. “Viene gente a la que le ha parecido atractiva, divertida o curiosa la experiencia en la web y por eso se apuntan”, comenta. “Sin embargo, sí observo que la gente está más concienciada con el mundo”, aclara.
Lili dice que no lo hace tanto por la motivación económica como por la idea de que los turistas entren en contacto con la naturaleza, vean todo tipo de animales y tengan la posibilidad de descubrir otro tipo de experiencia en Lanzarote. “Me gusta mostrar la vida de las granjas y enseñar un paisaje distinto. Transmitir otra visión de la Isla que no es tan común”, resume.
Lili muestra los alrededores de su finca, en la que utiliza materiales reciclados para “darle una segunda vida”. Casi todos sus clientes, dice, acaban pensando en “comprar conscientemente”. “No pretendo que se hagan veganos sino que hagan una compra local, que acudan a los mercados y no a un supermercado en donde todo viene en plástico”, subraya.
Casa autosuficiente
La casa de Lili cuenta con placas solares y molino de viento y se suministra de agua mediante cubas. “Si la gente ahora tiene que poner la lavadora por la noche debido a lo cara que está la electricidad durante el día, yo tengo que ponerla al mediodía cuando hay más sol”, relata con gracia. Miliardi acaba de presentar la documentación para crear una protectora de animales. Aunque la Casa de las Estrellas, el nombre de su hogar de acogida, ya existe, Lili a veces necesita una pequeña ayuda para el sustento de todos los animales rescatados: cabras, ovejas, gallinas, conejos o perros.
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