El Observatorio de Basura Marina, junto a las tres cofradías de pescadores de la Isla, ha recogido 3.000 kilos de residuos en el último año en aguas abiertas
Palangres de pesca marroquí, entre la basura flotante que llega a Fuerteventura
El Observatorio de Basura Marina, junto a las tres cofradías de pescadores de la Isla, ha recogido 3.000 kilos de residuos en el último año en aguas abiertas
Los pescadores majoreros se han convertido, en los últimos tiempos, en agentes activos en la lucha contra la contaminación de los océanos. En el último año, han traído hasta la costa unos 3.000 kilos de residuos marinos. El 90 por ciento son artes de pesca ilegales, sobre todo palangres procedentes de Marruecos. Artes de pesca fantasma que continúan activos incluso años, representando un peligro para embarcaciones, aves y fauna marina.
En noviembre de 2020 se creó el Observatorio de Basura Marina de Fuerteventura, un proyecto puesto en marcha dentro de la estrategia del área de Sostenibilidad Medioambiental y la Reserva de la Biosfera del Cabildo majorero para la reducción de la basura marina. La iniciativa tiene como objetivo recoger, tomar datos y analizar los residuos marinos que llegan hasta la costa.
En la iniciativa, los pescadores de las tres cofradías de la Isla colaboran trayendo hasta los puertos más cercanos todos aquellos restos de basura flotante que encuentran cuando salen a faenar. Para ello, se han habilitado unas infraestructuras, en colaboración con Puertos Canarios y Puertos del Estado, que sirven de contenedores de residuos en los puertos de Corralejo, Gran Tarajal, Morro Jable, El Cotillo y Puerto del Rosario.
Un año después de que empezaran a llegar los primeros residuos a puerto, la responsable del Observatorio de Basura Marina de Fuerteventura, Bárbara Abaroa, celebra la acogida e implicación de los pescadores de las tres cofradías, a los que se ha sumado recientemente el Club de Kayak de Fuerteventura Crines del Viento, de Puerto del Rosario, además de otras entidades de ocio turístico-marítimo.
Esta investigadora y licenciada en Ciencias del Mar explica que desde el Observatorio se les han facilitado bolsas de basura cien por cien recicladas y serigrafiadas “donde indican el barco que recogió la basura, qué día y a qué sector o cofradía pertenece, con el objetivo de llevar la cuenta de qué zonas son más vulnerables”, explica.
Hasta ahora, el puerto de Gran Tarajal es el que lidera la estadística. En un año, se han recogido en aguas abiertas aproximadamente 3.000 kilos de residuos, el 90 por ciento artes de pesca ilegales, sobre todo palangres, cuya procedencia se ha podido identificar con el vecino Marruecos. Se trata, explica Abaroa, de artes de pesca ilegales, dadas sus características, pues “es un arte muy reconocible porque tiene una serie de características que lo identifican, además de que en Fuerteventura está prohibido en aguas interiores, según la Ley de Pesca”.
El 90% de la basura recogida son artes de pesca identificadas como ilegales
La mayoría de las artes de pesca, recogidas por los pescadores majoreros en alta mar, corresponden a palangres con garrafas que sirven de boyas, provistos de un palo acoplado a un corcho con una bolsa de basura o con un trozo de plástico. “Estos palangres ilegales marroquíes presentan indicios de llevar un tiempo abandonados en el océano, aunque no debe de ser mucho, pues la mayoría de los que se han recogido están bastante nuevos”, sostiene la investigadora.
Según datos de la red mundial Global Ghost Gear Iniciative de 2020, se estima que cada año unas 800.000 toneladas de artes de pesca fantasma y cordajes son abandonados o perdidos en el mar. Su deriva acaba afectando a la navegación, destruyendo arrecifes en los mares tropicales y causando la muerte de cientos de miles de tiburones, aves, tortugas y cetáceos.
Abaroa sostiene que cualquier tipo de arte de pesca que esté abandonado en el mar significa que “sigue pescando”. Y explica que se trata de “lo que llamamos pesca fantasma, utensilios que pescan peces, pero también otro tipo de fauna que no estaba destinada a esa arte de pesca, como pueden ser tortugas marinas o cetáceos”.
En Fuerteventura y en el resto de Canarias, viene siendo frecuente que los pescadores y buceadores se encuentren en alta mar con tortugas enmalladas en este tipo de residuos de pesca o en sacos de plástico. También suponen una amenaza para los cetáceos en un territorio en cuyo mar viven importantes colonias, como el calderón gris. “Los cetáceos interaccionan con estos residuos o los toman como elemento de juego. Al acercarse a estas artes de pesca, pueden quedar enredados, lo que les va a impedir comer y respirar o producirles, incluso, grandes daños en zonas muy sensibles como las aletas dorsales y caudales”, explica.
El Observatorio de Basura Marina, en colaboración con la Asociación Calderones grises en Fuerteventura, llevó a cabo en septiembre del año pasado una campaña de avistamiento y análisis de interacción de estas poblaciones de cetáceos con los residuos marinos en la zona de especial conservación marina de la Red Natura 2000 Sebadales de Corralejo.
El Observatorio ha recogido cerca de 30 toneladas de basura desde su creación
Durante las salidas, explica Abaroa, “vimos que había un 33 por ciento de posibilidades de que interaccionaran con basuras marinas”. Pero ¿cómo se puede poner fin a su presencia en el mar? La investigadora anima a un trabajo de cooperación internacional y a “ser muy prudentes con lo que depositamos en cualquier parte porque, al final, llega a costa”.
“Por desgracia, hay gran cantidad de residuos en el océano que van a seguir apareciendo en nuestras costas por los movimientos de las corrientes marinas, por lo que hay que fomentar la generación de economía azul y trabajar en la observación, la recogida, reutilización y revalorización de esos residuos”, señala.
Los palangres y otros tipos de artes de pesca no tienen una gestión de residuos. En estos momentos, el Observatorio de Basura Marina busca y realiza ensayos para ver qué producto reciclado se puede hacer en Fuerteventura, sin necesidad de un equipo complejo, a partir de estas artes de pesca.
Sacos y bidones
El 10 por ciento de la basura marina encontrada en aguas abiertas por los pescadores majoreros en el último año corresponde a grandes bidones de hidrocarburo o de otro tipo de fuel, bidones más pequeños, de unos 25 litros, botellas y garrafas que se utilizan como boyas en las artes de pesca y sacos de rafia, en los que en algunos se puede aún leer ‘Azucarera Portuguesa’.
La responsable del Observatorio de Basura Marina de Fuerteventura alerta del peligro que suponen estos sacos de rafia para la fauna marina, sobre todo para las tortugas. En el Protocolo de actuación frente a varamientos de tortugas marinas, desarrollado por ADS Biodiversidad, se señala que entre 1989 y 2019 se localizaron 4.530 tortugas varadas en aguas canarias, 674 en Fuerteventura.
El estudio apunta que en estos 30 años no se ha realizado un registro detallado del material implicado en los enmallamientos de tortugas de Canarias, pero, según los datos que describen el material, las basuras más frecuentemente observadas son tanto de origen marítimo (derivadas de la pesca, acuicultura u otros usos marítimos), como de origen terrestre, siendo los sacos de rafia (9,1 por ciento) y las redes de pesca (8,8 por ciento) los materiales que presentan un mayor impacto en las tortugas marinas de Canarias.
Más allá del peligro que suponen los residuos marinos para tortugas y cetáceos, Abaroa insiste en que su presencia en los océanos produce daños a todo el ecosistema marino. “La basura marina es un agente invasor y como cualquier especie invasora no ayuda a los ecosistemas y hace que crezca el desequilibrio”, asevera.
Por culpa de los residuos que llegan al océano, continúa explicando, “podemos tener pérdidas de biodiversidad. No solo por enmallamientos o muertes por ingestión o enredo, sino también como vectores de diferentes contaminantes que llegan a la cadena trófica y provocan un desequilibrio en el ecosistema”.
Los expertos alertan del peligro de estas artes para cetáceos y tortugas
“Para que nosotros tengamos, por ejemplo, un buen stock de pesca necesitamos que los océanos estén limpios. Todo lo que entra en la cadena trófica también llega a nuestra mesa y eso conlleva ciertas enfermedades producidas por contaminantes que llevan muchísimo tiempo prohibidos en la Unión Europea, pero que aún se encuentran en el medio marino porque tienen una estructura química muy fuerte que impide que desaparezcan en un periodo corto de tiempo y también porque se siguen usando en otros países”, explica.
Es el caso de hidrocarburos, pesticidas y PCB, prohibidos desde hace 30 años por sus características mutagénicas y cancerígenas. Diversas investigaciones han confirmado una relación entre la concentración de estos contaminantes en el cuerpo humano y el desarrollo de diferentes cánceres. Abaroa, responsable del estudio realizado en 2018 sobre la presencia de contaminantes en microplásticos recogidos en las playas de Fuerteventura, alerta de que estos contaminantes son hidrofóbicos, “es decir intentan adherirse a todo lo que son afines a ellos. Los microplásticos tienen una gran afinidad y se convierten en grandes esponjas de diferentes contaminantes, además de los que ya ellos llevan consigo”.
El Observatorio de Basura Marina de Fuerteventura, un proyecto que cuenta con la colaboración de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, a través del programa Pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo Marino y Pesquero, ha recogido desde que se puso en marcha cerca de 30 toneladas de residuos marinos, tanto en aguas abiertas como en costa. La mayoría son plásticos de un solo uso.
De toda esa cantidad, Bárbara sostiene que lo más preocupante es el microplástico. “Gracias a un trabajo en red en el que interactúan clubes, cofradías de pescadores y voluntarios se está ayudando a acabar con la pesca fantasma. En cambio, el microplástico es muy difícil de recoger en el océano. Ese es el gran reto. Son verdaderos transportadores de contaminantes que llegan a la cadena trófica y también a nuestros platos. Incluso, hay indicios de que se encuentran en el aire”, sostiene.
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