“Hubo mucha actividad pesquera en este pueblo y ya casi se ha perdido”, destaca el marinero Anastasio de León, de 83 años
Pesquita y bailes en El Cotillo: la localidad multiplica por cuatro su población en agosto
“Hubo mucha actividad pesquera en este pueblo y ya casi se ha perdido”, destaca el marinero Anastasio de León, de 83 años
El Cotillo está de moda en agosto. Su población habitual se multiplica por cuatro, con familias de Fuerteventura que eligen este destino para sus vacaciones, junto a personas de otras Islas como Gran Canaria o Tenerife. El Cotillo tiene censados 2.096 habitantes, 1.145 hombres y 951 mujeres, pero en agosto reúne a más de 6.000.
El núcleo marinero se transforma este mes y la tranquilidad y el silencio se cambian por música, juegos y mucho tumulto en todos los rincones y playas. Un destino de verano perfecto para familias y grupos de amigos, ya que cuenta con las playas más deseadas y atractivas de Fuerteventura y acoge un espectacular programa de fiestas en honor a la Virgen del Buen Viaje, en la segunda quincena del mes.
Algunas familias o grupos de otras Islas reservan su apartamento un año antes, para garantizarse la estancia en agosto. Cada vez, más familias de Canarias, la Península o extranjeras son fieles a las fiestas de este pueblo porque se viven con alegría y participación en la calle, de forma gratuita.
La asociación Cotillo Joven ha conseguido en los últimos años que estos festejos sean una referencia en Canarias por su variedad de actos para todas las edades. A los tradicionales, como el asadero de jareas que celebran los pescadores, procesiones religiosas y folclore, se unen los nuevos, como talleres de percusión, fiesta joven, verbena del agua, juegos, concursos y torneos deportivos.
“El secreto del éxito de estas fiestas es que participa todo el pueblo, aunque sea muy conocido el colectivo Cotillo Joven porque coordinamos muchos actos y proponemos alguno nuevo, el pueblo planifica sus fiestas y cada grupo vecinal se ocupa de una parte del programa”, explica Luz Marina Rodríguez, presidenta de Cotillo Joven.
Es conocida la tradición de la calada de pescado, que permite el uso de unas artes una vez al año para la recogida de jareas que se asarán en el tradicional asadero nocturno de pescado en el muellito o el campeonato de pesca infantil.
Otro sector organiza las procesiones religiosas o el encuentro de solistas y otro, los talleres, juegos y las actuaciones musicales, “junto a la Concejalía de Festejos del Ayuntamiento de La Oliva, que siempre está presente en la organización”, comenta Luz Marina.
Cotillo Joven realiza cada año un novedoso vídeo promocional de las fiestas con la vecindad del pueblo, que se hace viral cada agosto. Luzma destaca que las fiestas patronales “se viven con mucho sentimiento porque son una mezcla de cultura, tradición, costumbres y se recuerda la historia de este pueblo marinero”.
La concienciación ambiental es otra de las novedades. Esta agrupación, que cuenta con un equipo directivo de diez miembros, realiza habituales campañas de limpieza y colabora con otros colectivos en la puesta en marcha de diferentes actividades relativas al cuidado del entorno, como charlas de sensibilización sobre medio ambiente y reciclaje en centros culturales.
El colectivo Cotillo Joven, en la campaña ambiental en el FEM.
Así, Cotillo Joven participó recientemente en la campaña de concienciación Biosférate, llevada a cabo durante la pasada edición de festival Fuerteventura en Música (FEM), en la que repartieron entre el público más de 5.000 ceniceros, para el depósito de colillas, mochilas, gorras y fundas para móviles.
La asociación norteña surgió hace más de una década, de la mano de los jóvenes que formaban parte de la comisión de fiestas, con el objetivo de dinamizar el pueblo y se constituyó hace unos cinco años con la denominación Cotillo Joven.
También se instalarán en estas fiestas colectivos como Altihay, con la patrulla condonera, y habrá un punto violeta contra la violencia hacia las mujeres, según apostilla Luzma.
Memoria pesquera
Con 83 años, el marinero Anastasio de León, conocido como Mateo, recuerda la barquillas de pesca sobre la playa, cuando los marineros hicieron el muelle prácticamente a mano, para poder faenar. “Hubo mucha actividad pesquera en este pueblo y ya casi se ha perdido. Cuando la mar dejaba, se cogía mucha sardina, jareas... Yo creo que todas las familias aquí tenían un marinero en casa, no había otra cosa, pero, por ejemplo, de mis hijos ninguno se ha dedicado a la mar y la que queda es deportiva. Profesionales son muy pocos”, resume.
“Es normal que en las fiestas el pescado esté presente porque era lo que se comía antes aquí”, añade este vecino mayor. “Sin duda, para mí, el mejor acto de las fiestas es la calada de pescado, con la llegada de las montañas de pesca y los marineros jareando y limpiando cada uno, para luego tender todo al sol, en la playa. Es un día muy bonito”, dice.
El marinero Anastasio de León.
Sin embargo, para los marineros, “por la noche, el asadero ya ha perdido la esencia de antes porque se llena de gente, por la fama que ha cogido esta fiesta en toda la Isla”. Este julio ha sido muy flojo en afluencia de público y turistas por el pueblo, “pero agosto siempre se llena”, comentan.
Desde el restaurante El Ancla en el muellito, Domingo Martín y el enólogo gallego Honorio Noya destacan la marea de gente que acude en verano a la localidad, que en fiestas cambia totalmente. Martín explica que en el negocio retiran la terraza exterior, que es lo único que tiene el establecimiento.
“Tenemos una excelente carta de comida y vinos, pero se quita todo en las fiestas porque en este espacio se desarrollan muchos actos, así que ponemos una barra fuera. En las fiestas cambiamos la tranquilidad habitual de saborear un pescado junto al mar por los juegos y música”, reconoce.
Domingo asegura que en las fiestas sale gente de todas las esquinas: “Cada vez hay más camas turísticas. Antes no se conseguía una habitación en El Cotillo en estas fechas, pero cada vez se han construido más viviendas y hay una mayor oferta alojativa en el pueblo”, desvela.
El pueblo cuenta ya con un hotel y numerosas viviendas que se destinan al alquiler vacacional en verano ante la demanda existente. Muchas familias majoreras y de Gran Canaria alertan de que los precios del alquiler en agosto se han duplicado en los últimos años, ante la gran demanda existente para conseguir un apartamento.
Domingo Martín y Honorio Noya.
Monse Santana es de Las Palmas de Gran Canaria y disfruta de su jubilación y del verano en esta localidad. “Me invita una amiga de aquí, hija de Mariquita Hierro, y vengo a este pueblo desde hace trece años porque las fiestas son una delicia en verano”, afirma.
“Cambio las carreras en el asfalto por la playa; me levanto, doy un paseo con el perro, un baño relajante en estas playas y valoro mucho la tranquilidad y el ambiente familiar que se disfruta en este pueblo”, comenta Monse, que trabajó en la cadena RIU.
Destaca la calidad de las fiestas de este pueblo y sus gentes, que la acogen con cariño cada año: “Están muy bien organizadas, pero cada vez viene más gente y deberían pensar en mejorar los servicios básicos de seguridad, emergencias y las instalaciones, porque faltan algunas cosas muy necesarias en la actualidad”, agrega esta vecina fiel a la localidad norteña.
Un Camping en el pueblo
La afluencia masiva de caravanistas en agosto en El Cotillo evidencia la necesidad de contar con un camping regulado. La población residente demanda, desde hace años, que se destine un suelo para crear un establecimiento regulado para la acampada, ya que hasta ahora sólo se permite establecerse con caravanas y autocaravanas para larga estancia en unas zonas de la costa, entre El Cotillo y Majanicho, sin ninguna infraestructura.
“Muchas personas demandan una parcela con luz, agua y seguridad para poder disfrutar de unas vacaciones al aire, libre cerca de la playa, pero de una forma controlada y con asistencia”, explican varios comerciantes. “Cada vez, más gente acude en autocaravana o furgonetas y pregunta por instalaciones para acampar, pero no existe nada para ellos y estacionan en la calle. No hay ningún tipo de servicio para estos turistas”, añaden los vecinos.
Monse Santana de Las Palmas de Gran Canaria.
Otro de los problemas latentes desde hace años en agosto y que complica la estancia estival en Lajares, El Cotillo y El Roque es la falta de agua. En las viviendas sólo sale un hilo fino de agua, debido a la escasez para abastecer a tanta población, lo que aumenta la demanda y hace que los cortes de suministro sean bastante frecuentes en verano.
“Las autoridades llevan años asegurando que se va a resolver el problema del agua de una vez, pero nadie lo consigue. Se necesita mejorar las tuberías, las redes y ampliar los depósitos en toda la zona norte porque ha aumentado el número de viviendas y casas turísticas y nadie se debe quedar sin agua en pleno agosto, en las fiestas y cuando hace más calor”, comentan las familias residentes.
Otra demanda histórica es la sanitaria. La población local y los turistas habituales exigen que se habilite un ambulatorio para dar cobertura sanitaria a la población de El Cotillo. Una carencia que las autoridades tienen que resolver porque surgen problemas de día y de noche.
“Los centros de salud más cercanos están en La Oliva, Corralejo y Puerto del Rosario y se necesitan servicios médicos, enfermería y policías en el pueblo, para asistir a una persona en apuros o ante cualquier problema de salud, y habilitar unas dependencias para la Policía Local, ante la distancia existente en este distrito, ya que, si surge una emergencia, las fuerzas y cuerpos de seguridad se hallan a varios kilómetros de distancia”, alerta la población residente.
A pesar de todo, El Cotillo se ha convertido en el pueblo soñado en agosto y es una apuesta segura para las familias ante la variada oferta de ocio, el paisaje, la luz, atardeceres de película, y atractivas playas para relajarse y desconectar de estudios y trabajo.
Comentarios
1 Matthew Paul M... Lun, 12/08/2019 - 15:17
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