La ganadería de costa se enfrenta a la incertidumbre ante la falta de relevo generacional y de ayudas
Una tradición milenaria en riesgo de extinción
La ganadería de costa se enfrenta a la incertidumbre ante la falta de relevo generacional y de ayudas
Ganaderos del mancomún de Antigua se reúnen en torno a la gambuesa del Valle de la Cueva en una soleada mañana para alimentar al ganado de costa. Mientras el ganado come y bebe comprueban que las crías están todas marcadas y perfectamente reconocibles. Calculan que en torno a un millar de ejemplares se dispersan por la zona. Los comisionados del norte y del sur, Tomás Acosta y Nicolás Herrera, comparten opiniones y dudas sobre el futuro de esta tradición junto con el resto de ganaderos, a la sombra de un improvisado toldo donde descansa Nicolás mientras observa las cabras ir y venir por el barranco con impresionantes vistas a la ensenada de Toneles.
La cabaña de ganado de costa de Antigua reúne cerca de 4.000 cabezas. Más de 80 ganaderos se acogen al Mancomún Norte y Sur, siendo el más importante de Fuerteventura. Tomás Acosta lleva desde 1977 como comisionado. Más de 40 años a sus espaldas de responsabilidad para mantener a un sector del que ya vivían sus bisabuelos. Señala el alto coste que representa mantener al ganado y el escaso interés por ofrecer un relevo generacional. Todo ello sin ayudas de la Unión Europea, según añade Nicolás, que ha sido comisionado en dos ocasiones y que ahora espera que se formalice el traspaso de poderes al ganadero Pedro Mosegue. La falta de control por parte del Gobierno autónomo sobre la cabaña caprina de costa incentivó la picaresca de algunos ganaderos y motivó el cese de las subvenciones a este sector que se sustenta en una tradición secular que debería estar protegida como parte del patrimonio de la historia de Fuerteventura.
Tradiciones como las apañadas, donde se marca al ganado no identificado y sirven para “ahijar” a las crías con sus madres, se vienen celebrando desde hace siglos. Explican los ganaderos que ahora se enfrentan también a la normativa europea que establece que tienen que emplearse otros mecanismos de identificación en el ganado “más modernos”. “Dejaríamos de saber a primera vista qué animal pertenece a cada ganadero”, se lamentan los ganaderos en relación a que ya no podrían marcar a las cabras con el habitual corte en las orejas.
La cabaña de ganado de costa de Antigua reúne cerca de 4.000 cabezas. Más de 80 ganaderos se acogen al Mancomún Norte y Sur, siendo el más importante de Fuerteventura
Nicolás recuerda sus orígenes como ganadero en unos años en los que su familia no tenía ni para zapatos. “El estudio que me dieron a mí fue cuidar dos o tres cabras, descalcito porque en ese tiempo los zapateros trabajaban poco -ríe- y conforme fui cogiendo conocimiento se me metió el bicho”. La situación dista mucho de cuando él comenzó, con sus pies descalzos, entre las cabras. “Día tras días el futuro del ganado de costa se está perdiendo porque hasta ahora tan sólo se ha ido manteniendo. No tenemos dinero para mantener esta tradición con el gran valor que tiene y que sólo permanece en Fuerteventura”, comenta con resignación Nicolás.
La falta de subvenciones y protección para amparar la tradición, junto con la ausencia de relevo generacional está dando al traste con un sector que requiere de gran esfuerzo y no sólo económico. “Para alimentar al ganado se precisa a más de una persona y mínimo a dos porque son muchas cabras. Es mucho trabajo. Al final, supone mucho esfuerzo para ellos y el ganado se alimenta mal”, explican los entendidos.
Las administraciones les insisten en la necesidad de mantener la tradición pero a cambio reclaman alguna ayuda. Recuerdan los años en los que el ganado de costa recibía subvención: “Los ganaderos metimos la pata”, señala Nicolás, al referirse a la forma en que contabilizaban más animales de los que tenían para recibir mayores ayudas, hasta que la trama se destapó. “La culpa de perder las subvenciones la tenemos al cien por cien los ganaderos, pero también debe responsabilizarse a la Consejería, a mi entender, porque lo primero que tenía que haber hecho es comprobar la veracidad de los datos”.
Tradiciones como las apañadas, donde se marca al ganado no identificado y sirve para “ahijar” a las crías con sus madres, se vienen celebrando desde hace siglos
Los comisionados tienen que atender todas las demandas del sector y “los años no ayudan”, comentan Tomás y Nicolás, quienes aconsejan a Pedro que se arme de “paciencia” en su nuevo cargo. Otros ganaderos se quejan de la falta de compañerismo, sobre todo “cuando hablamos de dinero”. La inversión en mantener el vallado de las zonas mancomunadas es otro de las grandes costes económicos del sector. Tan sólo el que atiende Tomás cuenta con 22 kilómetros.
La labor de los comisionados ha sido premiada por el Gobierno autonómico con la Medalla de Oro de Canarias. Nicolás bromea y dice que gracias a ese premio casi no ha tenido que “tocar” la “poca” pensión que le da la Seguridad Social.
Las restricciones europeas en torno a la identificación de los animales es otro de los temas que mantienen en vilo a los ganaderos. “No quieren que marquemos a las cabras con la marca tradicional de toda la vida”, explican. “Nosotros sabemos de lejos a quién pertenece cada animal por la marca pero si ponen lo que ellos quieren, ese chip en el menudillo, cómo sé yo de quién es el ejemplar. Vamos a luchar por los usos y costumbres en Fuerteventura”, señala contundente Tomás. También porque las ayudas que envían para el sector las perciba directamente el ganadero “y no se queden por el camino”, añade. Las ayudas comunitarias al sector caprino dejaron de percibirse en 2014. “Al ganadero se le debería pagar nada más por que se mantenga la tradición”, señala con contundencia Nicolás.
Sin relevo
Nicolás Herrera, veterano ganadero y un referente para el sector que le ha valido junto a Tomás Acosta recibir la Medalla de Oro del Gobierno de Canarias, comenta cómo su hijo, ahora con más de 50 años, le dijo en su momento: “Papá, a cualquier sitio que tú me mandes, te respeto, y yo no te digo que no. Ahora, andar con cabras no me mandes porque entonces te digo redondamente que no”. Es un ejemplo de la situación ante la que se encuentra el sector ganadero, que “cada vez se está poniendo más oscuro y nosotros cada vez estamos más viejos”, señalan.
“Los jóvenes conforme crecen se dan cuenta de la situación y se quitan de enmedio”, comenta con resignación el resto de ganaderos: “Cuando son pequeños se vuelven locos con la cabras, pero cuando son mayores no quieren saber nada”, explican.
Y hablando de juventud llega a la gambuesa el joven emprendedor Luis Mesa, gerente de la vecina finca Verde Aurora, un ejemplo del relevo generacional en el sector agrario y la apuesta por aprovechar el tirón turístico de la Isla para reconvertir el sector primario en un recurso más en Fuerteventura. Así, no es de extrañar que proponga que esa sea la fórmula para mantener esta tradición milenaria, el último reducto de la ganadería de costa en el Archipiélago.
Comentarios
1 Anónimo Jue, 13/06/2019 - 07:39
2 Anónimo Jue, 13/06/2019 - 07:56
3 Majorero Maduro. Jue, 13/06/2019 - 14:02
4 que pase a la h... Vie, 14/06/2019 - 18:08
5 R Mié, 19/06/2019 - 12:14
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