El joven lanzaroteño Javier Delgado, que empezó a bailar con 11 años, participa en agosto en Arizona en el campeonato internacional de danza urbana más reconocido en el mundo
Vivir por y para el baile
El joven lanzaroteño Javier Delgado, que empezó a bailar con 11 años, participa en agosto en Arizona en el campeonato internacional de danza urbana más reconocido en el mundo
A Javier Delgado siempre le ha gustado el mundo del patinaje artístico, el baile y, en general, el mundo del espectáculo. Con apenas 11 años comenzó con el baile de salón. Luego pasó al baile urbano, que empezó con el conocido bailarín Daniel de la Rosa en su escuela de baile. Eso fue con 14 años. Ahora estudia en Madrid y en agosto participará con su grupo de baile, TNK, en el campeonato de danza urbana más reconocido del mundo, que se celebra en Arizona (Estados Unidos).
En mayo, la Escuela de Arte Pancho Lasso felicitaba a su “recién antiguo” alumno de bachillerato, Javier Delgado, por haber sido elegido junto a su grupo de baile, TNK, de la escuela IDance, en el campeonato Hip Hop International (HHI), una afamada competición que nació hace dos décadas en Los Ángeles. La edición de este año se desarrollará del 6 al 13 de agosto, con representación de más de 50 países.
El festival cuenta con diferentes categorías: crews, minicrews, megacrew o world battles. En el Hip Hop International se califica a los mejores representantes de cada país. Javier participa en la categoría megacrew, una modalidad para bailarines mayores de siete años que compiten en grupos de entre 10 y 40 miembros. En la selección previa –Hip Hop International Spain- que se celebró el 30 de abril en Barcelona, con más de 1.500 bailarines, el grupo del lanzaroteño, con 36 bailarines, se alzó con el bronce y logró el billete para la cita mundial.
A Javier le apasiona el hip hop, una fusión de disciplinas donde prima la danza, pero también otros elementos como la imagen, la música, la actitud, la postura y el denominado estilo de calle. En el hip hop, explica, se muestra una gran variedad de movimientos y diseños coreográficos, tanto de la vieja escuela como de la nueva escuela, combinando el carácter y la energía de la calle.
Javier compagina el baile y la exigencia de los ensayos con su primer curso de Publicidad y Relaciones Públicas en Madrid. A pocas semanas de cruzar el charco, los ensayos se han vuelto diarios. Para entrar en una competición de este calibre, explica, hay que “estar concentrado al cien por cien, sin ninguna distracción”.
“Soy el acróbata del grupo y no puedo permitirme no estar a tope”, destaca. Hasta ahora, el grupo ensayaba los sábados, pero a unas semans de la competición mundial lo hará de lunes a viernes y también algunos sábados y domingos, tres horas y media al día.
El ‘no casting’
Al contrario de lo que suele ser habitual, Javier no acudió a un casting tradicional para ser elegido bailarín de TNK cuando el grupo estaba haciendo audiciones en busca de nuevos talentos. “Daniel de la Rosa, mi antiguo profesor, les había hablado de mí y fui a una clase avanzada. Me quedé con su coreografía al momento y me eligieron”, comenta el bailarín lanzaroteño.
Su primera experiencia de relevancia fue el programa Got Talent, de Telecinco, hace unos seis años. “Para pertenecer a un grupo de baile tienes que tener un nivel. Para mí no es un hobby, es un trabajo. No se puede faltar a un solo ensayo”, explica. Queda claro que para esta joven promesa del baile urbano la danza es un trabajo. O, al menos, se lo toma como tal. Sin embargo, pertenecer a un grupo de baile e incluso ganar competiciones no se traduce directamente en importantes ingresos económicos. Todo lo contrario. “En un campeonato puedes ganar un premio de 500 euros, que tienes que repartir entre 26 personas”, ironiza, al tiempo que destaca lo sacrificado del mundo del baile.
Una gran ciudad
Javier reconoce que residir en Madrid ayuda para avanzar en una disciplina que le apasiona. “Asimismo, estar en un grupo como TNK me ha dado a conocer. Me encantan las competiciones, pero también es verdad que tienen un coste”, señala. El vestuario, la inscripción y los viajes son costeados por cada participante: “En España, la inscripción para una prueba puede ser de 20 euros, pero la del campeonato de Arizona sale por 100 euros”.
En casa, a Javier su madre siempre le decía que se fuese a estudiar a Madrid. “Y así lo hice, pero tengo claro que voy a vivir por y para el baile”, afirma. Mientras estudia por “lo que pueda pasar”, perfecciona su baile con diferentes cursos. La modalidad urbana que practica cuenta con un abanico de estilos y técnicas. Formarse también tiene un coste: “Por clases de nivel avanzado pago 120 euros al mes y, si quieres una clase individualizada, son unos 13 euros por hora y media”. Eso sí, tiene claro que salir de la Isla es importante para progresar. “El baile en Lanzarote está estancado”, asegura.
El poder de las redes
En la actualidad, la mejor carta de presentación para un bailarín son las redes sociales. “Es una realidad que, si no mostramos nuestras coreografías por Instagram, nadie nos ve”, detalla Javier. Internet es una puerta abierta a las oportunidades, pero también tienen su lado negativo: “Puedes tener pocos seguidores y ser realmente bueno, y alguien que se vuelve viral luego no baila tan bien. Los bailarines somos como un producto y en las redes sociales enseñamos cómo bailamos. Las cosas van cambiando: antes estaba el videobook y ahora tu cuenta de Instagram”, sentencia. Su carta de presentación está aquí: @javierdeelgado.
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