El nuevo “cariño” de los bancos
‘A otro perro con ese hueso’, reza el refrán popular. Los bancos ahora entonan un mea culpa después de la lavada de cara nacional de la Plataforma de Mayores y Pensionistas de España, que, cansada y atropellada por servicios abusivos, puso en marcha una campaña de denuncia por la exclusión que supone para las personas de mayor edad la digitalización bancaria. Mea culpa, para mí, envenenado, y es que me cuesta creerles por su trayectoria de engaños.
Las patronales bancarias, donde están integradas las principales entidades del país, proponen a sus asociados un protocolo, ojo, para empezar, de aplicación voluntaria, dirigido a mejorar la atención a los adultos mayores. Y digo que es un dardo envenenado porque el borrador del documento, al que han tenido acceso varios medios informativos, expone que las nuevas prácticas serían aplicables por los bancos siempre que las mismas “se adecúen a las necesidades de sus clientes, a su modelo de negocio y a sus políticas y procedimientos internos”, tal y como desvelaba el pasado 10 de febrero el diario El País, una semana en el que el foco mediático estaba casi que íntegramente dirigido a la justa reivindicación de los mayores que también es un clamor general. Ya sabemos que esto va por ciclos, la atención mediática ahora está puesta en las miserias de espías, comisiones y lucha de poder del Partido Popular.
Entrar a un banco, que personalmente me fastidia y lo evito a toda costa, es tener la sensación de que te van a dar un portazo en tus narices, aunque te presentes con el legítimo derecho a aclarar o reclamar precisamente tus derechos o defender tus intereses como consumidor.
“Vaya al cajero, todo es por el cajero”, es la oración más común de humanos automatizados para quitarse el cliente de encima, muchas veces con desprecio y mala educación, pero paradójicamente ese reconocimiento del empleado bancario de que ya no es del todo útil en y para el sistema, apunta a la pérdida de más puestos de trabajo. Parece que los clientes molestamos.
Saben los mismos empleados y sindicatos que los principales bancos acumulan en la última década ganancias históricas coincidentes en el tiempo con el cierre de oficinas, pérdida de unos diez mil puestos de trabajo y, en consecuencia, degradación del servicio personalizado. Los trabajadores automatizados se han convertido en una mezcla de administrativos y vendedores de alarmas, seguros y otros productos que forman parte del portafolio de negocios de los bancos que poco tienen que ver con el servicio que esperas cuando abres una cuenta, sobre todo si eres de la vieja escuela. También hay que decir que parte de las ganancias de los bancos son a cuenta del menoscabo de las condiciones de trabajo de sus empleados, aunque algunos listos todavía no lo perciben o quieren ver.
Y qué decir de los atropellos por el cobro de comisiones y servicios. Con la última rimbombante fusión de dos entidades bancarias pasé a pagar cero euros por hacer una transferencia nacional a otro banco desde el ordenador de casa, a pagar 3,95 euros por cada clic. Lo triste de todo esto es que una de esas entidades, Bankia, fue “rescatada” con 24 mil millones de euros de fondos del Estado, de dinero público, para evitar su quiebra entre 2012 y 2013. Alguien en su sano juicio todavía puede pensar que fue por “proteger el interés general de los españoles”.
Y más nos condenamos con otro desaguisado que dejó en la ruina a muchos de sus ahorradores, las famosas preferentes de Bankia. La Justicia condenó a la entidad en 2019 a indemnizar a clientes que de buena fe canjearon participaciones o deuda subordinada por acciones del banco que se fueron al garete. ¿Cuántos inversores engañados han recuperado su dinero?
Son apenas un par de ejemplos que crean demasiada desconfianza. A mí, por ejemplo, cuando un banco me ofrece un producto siempre pienso que me quieren joder, para expresarlo medianamente decente. Lo siento, pero es mi percepción y la de algún cliente más.
El Parlamento de Canarias aprobó el pasado 9 de febrero una Proposición no de Ley (PNL) instando al Gobierno de la Comunidad Autónoma a realizar las acciones oportunas dirigidas a investigar la calidad del servicio bancario, competencia y respeto a los derechos de los consumidores en las oficinas de las entidades, noticia por cierto con escaso recorrido y seguimiento en los medios de comunicación, claro, no hay suceso, tragedia ni muertos de por medio, que es lo que supuestamente “interesa a la gente”.
Serán todos los partidos políticos con representación en el Hemiciclo regional, que aprobaron por unanimidad la PNL, los que tengan la tarea de supervisar que el Gobierno de Canarias realmente lleve a la práctica la investigación y defensa de los derechos de los clientes bancarios, que sí estoy convencido “interesa a la gente”. Y ojalá de la mano de las asociaciones de consumidores.
Para resumir, las nuevas muestras de cariño propuestas por las patronales bancarias españolas, siempre, de aplicación voluntaria por cada entidad, prometen una atención más personalizada en oficina, minimizar la complejidad del uso de cajeros automáticos, aplicaciones digitales y webs, servicio preferencial a los mayores y flexibilizar horarios para realizar distintas transacciones. Los depósitos y ahorros de personas mayores de 60 años representan más del 40 por ciento del dinero que mueven los bancos.
Amanecerá y veremos, pero está claro que el servicio a ido a peor por mucha digitalización o ventanitas de ‘mi asesor’ o ‘mi gestor’ que te aparezcan en la banca digital o que te vendan que “todo”, absolutamente todo, está al alcance de un clic. Cuidaito que alcanzar los sueños no sale gratis.
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