OTRA HISTORIA DE CANARIAS
Por Mario Ferrer
Hace 80 años, en Lanzarote y en un contexto de extrema dificultad, Antonio Armas Curbelo creó una compañía que hoy es una de las más grandes de su sector en Europa
Dicen que el ingenio se agudiza ante la falta de medios. Algo de eso parece haber sucedido con las dos principales navieras de transporte de Canarias (Naviera Armas y Fred Olsen), ambas nacidas en islas no capitalinas. En el caso de Naviera Armas, además, estamos ante la primera del país y la cuarta de Europa por número de barcos y de pasajeros, algo que le hubiera costado imaginar a su fundador, Antonio Armas Curbelo.
Nacido en Yaiza en el año 1899, el promotor de Naviera Armas pasó sus primeros años en su pueblo natal, que pertenecía a una de las zonas más áridas y aisladas de la Isla. Era una época donde la mayoría de las familias vivían pendientes de una frágil economía de supervivencia, muy ligada a actividades artesanales tradicionales. Antonio Armas, como sus hermanos, trabajó desde su juventud ayudando a sus padres en las tareas agrícolas, pero también en actividades tradicionales propias de la zona, como la recogida de sal en las salinas de Janubio y Berrugo o en las labores de vendimia de La Geria durante los meses de verano.
En 1919, cuando todavía no había cumplido los 20 años de edad, Antonio Armas decidió establecerse en Arrecife, donde abrió un comercio de tejidos, al que poco después también fueron a trabajar sus hermanos. Casado en 1927 y ya con tres hijos, Antonio Armas probó más tarde con una ferretería en León y Castillo de Arrecife, al tiempo que se convertía en representante de la compañía Chevrolet en la Isla. El espíritu emprendedor también le llevó a ser corresponsal del Banco Español de Crédito y del Banco de Bilbao y a participar en varias iniciativas relacionadas con un sector que crecía en Lanzarote, el de la pesca: pesca de atunes, salinas, transporte de sal a Fuerteventura y Gran Canaria, etcétera. Los inicios fueron duros, incluso el primer pailebote que compró en 1936, el Rosario, se hundió al año siguiente.
Después de unos años llevando sal en buques arrendados, el arranque como armador de Antonio Armas se produjo en plena posguerra civil española, cuando en 1941 se compró en Bilbao del pailebote El Astelena, que fue reconstruido en su totalidad a su llegada a Arrecife, siendo transformado en motovelero y dedicado al tráfico salinero. Fue un barco mítico, aunque en 1954 sufrió un terrible accidente que dejó cuatro muertos por la explosión de una bombona de butano.
Retrato de Antonio Armas Curbelo y su familia.
En 1942 Antonio Armas Curbelo trasladó su residencia a Las Palmas de Gran Canaria, donde se afincó definitivamente, expandiendo sus líneas de cabotaje, con la adquisición de los buques La Carlota y Rápido, en 1944; Nuevo Adán, en 1946; Diana, en enero de 1947 y Capitán Pírez, en diciembre de 1951. En la segunda mitad de la década de los años cincuenta, se produjo su despegue definitivo como armador de barcos de motor, vapor y casco de acero, con la incorporación de los siguientes buques: Concepción Aparisi, en enero de 1954; Rosita Soler, en diciembre de 1954, con los que comenzó su relación con el Sahara a partir del año siguiente, 1955. En mayo, también del 55, compró el motovelero San Bartolomé. En 1959, adquiere otros dos barcos: Puerto de Valencia y Andrés Rial, de tal manera que al finalizar la década de los años cincuenta la flota de Antonio Armas Curbelo estaba formada por nueve buques: tres motonaves y seis motoveleros.
El motovelero San Bartolomé. Foto: Agustín Pallarés.
Cambios y más buques
A partir de los años sesenta del siglo XX, la naviera empezó a crecer de forma considerable. Por un lado, se incorporaron nuevos buques y más modernos, multiplicando las líneas. Se hacen trayectos al Sahara, Italia, Marruecos o Argelia, al tiempo que llegan barcos con más capacidad, dando como resultado que Antonio Armas se convierte en el mayor armador de Canarias y en 1966 funda, en Arrecife, la sociedad anónima Antonio Armas Curbelo S.A.
En la siguiente década, se vivieron otros dos episodios decisivos, la empresa pasa a Antonio Armas Fernández, el hijo del fundador, quien introduce los buques tipo rolon o ro-ro en el tráfico interinsular, es decir, los barcos en los que camiones y coches entran y salen conduciendo, al poder hacerlo por las rampas de popa o proa, algo que facilitó el transporte de vehículos. En la gestión de Antonio Armas Curbelo / Naviera Armas también participaron las ramas familiares de los Armas López y los Armas Plata.
Medina Tanya y Marijé en el Puerto de La Luz, años 60.
En 1941 se fundó la empresa con la compra del barco de transporte El Astelena
En los siguientes años, siguieron creciendo las rutas entre islas, al mismo tiempo que se incrementó la red comercial a nuevas zonas como Cabo Verde, Mauritania o la Península, con lo que se compraron nuevos barcos. Ya en 1995 Naviera Armas se estrenó en el tráfico mixto de pasajeros con la construcción de dos buques (Volcán de Tauce y Volcán de Tejeda), a los que luego siguieron nuevos buques monocascos de gran velocidad. Como en el pasado, no todo fueron alegrías y también hubo contratiempos, destacando el encallamiento del ferri Assalama tras sufrir una vía de agua en la maniobra de salida del puerto marroquí de Tarfaya en 2008 o el espectacular choque del Volcán de Tamasite contra el dique del muelle Nelson Mandela de 2017, un accidente provocado por caída de la tensión del buque.
En las últimas décadas, han sobresalido la compra de nuevos buques y catamaranes de alta velocidad, incluidos los recientes Volcán de Tagoro y Volcán de Taidía, aunque también han sido noticia las maniobras financieras, especialmente la salida a bolsa de la empresa y la compra de Transmediterránea en 2018 a Acciona, que convirtió a Naviera Armas en el primer grupo naviero de España y en el cuarto a nivel europeo, tanto en número de buques como en movimiento de pasajeros. Quien se lo iba a decir a Antonio Armas hace 80 años.
De veleros a correíllo
La historia de la navegación en Canarias ofrece capítulos muy singulares, desde el posible uso de pequeñas canoas por parte de los aborígenes, a la dura etapa de la piratería. Pero, sin duda, uno de los apartados más importantes ha sido la navegación interinsular en Canarias. Durante siglos, los transportes marítimos entre las islas se cubrieron con barcos de cabotaje de diferente calidad y tamaño (pailebotes, goletas, bergantines…), aunque bajo la característica común de que se servían de velas para su desplazamiento y muchos de los cuales habían salido de los talleres de carpintería de ribera de la propias islas. Hoy quedan algunas pocas de estas reliquias restauradas, como el Bella Lucía.
El Volcán de Yaiza en los años 80. Foto: Naviera Armas.
A partir del siglo XIX, las nuevas tecnologías y el crecimiento de los puertos canarios, sobre todo los de Gran Canaria y Tenerife, animó a acercarse a las novedades que ofrecía la moderna navegación de vapor de la época. Como el turismo, el plátano o la luz eléctrica y, en realidad, gran parte de la primera industrialización de Canarias, las novedades llegaron a las islas con un marcado acento inglés. Tras unos breve intentos, la compañía inglesa Elder Dempster & Co instaló los primeros barcos de vapor entre islas en 1888, que se conocieron popularmente como correíllos (vapores correos era su denominación oficial). En 1912, el concurso público se lo llevó la Compañía Canarias de Vapores (filial de Elder Dempster), que trajo nuevos barcos desde Inglaterra, entre ellos el correíllo La Palma, que afortunadamente fue rescatado del desguace y se puede visitar en Tenerife.
Los correíllos pasaron posteriormente a manos de Transmediterránea hasta que finalmente se fueron jubilando a partir de las décadas de los sesenta y los setenta. Por esos años ya empezaron a funcionar en la navegación interinsular de pasaje y carga otras compañías como Naviera Armas y Fred Olsen, las dos principales que han continuado hasta la fecha con nuevos buques y ferris y que curiosamente son originarias de islas no capitalinas, Lanzarote y La Gomera, respectivamente.
En estas últimas décadas, con el desarrollo del turismo, han aparecido nuevos nombres en las conexiones entre islas, como Líneas Romero o Biosfera Express, pero también han desaparecido otros conocidos como Transmediterránea (absorbida por Armas) o que tuvieron aventuras más puntuales como Marítima Antares, Espanor o Alisur, una empresa de origen malagueño que cubrió varios años la ruta entre Lanzarote y Fuerteventura, por ejemplo.
Comentarios
1 Elkano Lun, 13/12/2021 - 14:26
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