Con Brexit o sin Brexit es imposible entender la historia contemporánea de Lanzarote y Fuerteventura sin tener en cuenta la relación con el archipiélago amigo del norte
Canarias y Reino Unido: seis siglos de historia atlántica compartida
Con Brexit o sin Brexit es imposible entender la historia contemporánea de Lanzarote y Fuerteventura sin tener en cuenta la relación con el archipiélago amigo del norte
Se atribuye a Domingo Pérez Minik la popular frase de que “los dos principales errores históricos de Canarias fueron no dejar entrar a Nelson y dejar salir a Franco”. El escritor tinerfeño se refería directamente a dos sucesos concretos: el intento fallido del almirante Horatio Nelson de tomar Tenerife en 1797 y la partida del general Franco de Canarias hacia la Península en 1936 para poner en marcha una dictadura que duró casi cuarenta años.
Indirectamente, Pérez Minik hacía alusión a la frustración de parte de la intelectualidad canaria por no haber dejado atrás al que consideraban como caduco imperio español, el mayor de la Época Moderna, para haber formado parte del entonces revitalizante imperio inglés, el mayor de los inicios de la Época Contemporánea.
En realidad, a nuestros vecinos isleños del norte no les hizo falta hacerse militarmente con Canarias, aunque lo planificaron durante la II Guerra Mundial, para dejar una huella imborrable en nuestra historia, especialmente en los dos últimos siglos, cuando el impacto socioeconómico de Londres ha rivalizado con el de Madrid.
Descartando la leyenda del monje irlandés San Brandán, supuesto origen del mito de la isla de San Borondón, y alguna posible arribada de navegantes o corsarios británicos durante la Edad Media de la que no haya relucido rastro alguno hasta ahora, los primeros contactos fehacientes entre Canarias y las islas británicas comenzaron desde el momento inicial de la conquista europea.
Los majoreros obtuvieron dos victorias históricas contra los ingleses en 1740
Dentro de la expedición patrocinada por la corona de Castilla que llegó a Lanzarote en 1402 también había caballeros ingleses. La comitiva estaba liderada por los nobles normandos Jean Bethencourt y Gadifer de La Salle, y no debemos olvidar que normandos e ingleses llevaban asociados desde la invasión de Inglaterra por parte del Duque de Normandía en 1066, quien subió al trono como rey con el título de Guillermo I y dejó un fuerte impacto en la historia inglesa.
Los primeros siglos estuvieron sobre todo marcados por las disputas piráticas y navales, con ataques tan famosos como el mencionado de Nelson a Tenerife o el de Francis Drake en La Palma en 1585, además de multitud de escaramuzas. Como potencias coloniales y navales que se disputaban el Atlántico, España e Inglaterra chocaron con frecuencia, teniendo en Canarias uno de sus escenarios favoritos. Entre las victorias locales destacan las de 1740 en El Cuchillete y Tamasite, en Fuerteventura, de las que se han logrado nuevos datos recientemente.
Los intercambios comerciales también fueron frecuentes desde el principio, sobresaliendo el vino, el azúcar, la orchilla o la barrilla. Incluso el gentilicio de “conejeros” parece derivar de la exportación de pieles de conejos hacia Inglaterra desde Lanzarote, pasando por el puerto de Garachico, donde, según el cronista Álvarez Rixo, se les impuso este nombre a los naturales de la isla más septentrional de Canarias. La influencia fue hacia los dos lados, y en Londres se creó el Canary Wharf o en Liverpool el símbolo de SuperLambanana, ambos con referencias a Canarias.
Los primeros siglos de relación estuvieron marcados por ataques piráticos
El verdadero auge de las relaciones entre Canarias y el imperio británico, que llegó a abarcar casi un 25 por ciento de la población mundial y un 20 por ciento de la superficie terrestre (incluyendo India, y grandes partes de Norteamérica, África, Oceanía, además de multitud de pequeñas colonias), estuvo en el siglo XIX, impulsadas por la Revolución Industrial que lideraban los ingleses.
Dotados de una gran vocación mercantil, nuestros vecinos del norte vieron en Canarias una buena oportunidad de invertir, irradiando su influencia desde las islas centrales a las periféricas. La industrialización de Canarias tuvo un marcado acento inglés: el desarrollo de los grandes puertos, la implantación de cultivos extensivos de plátanos y tomates, el transporte interinsular o la generación de energía fueron promovidos por el capital inglés, con grandes familias como los Miller, Cologan, Pollard, Jones, Topham… Cuando Primo de Rivera llegó a Las Palmas de Gran Canaria durante su mandato en 1928 se quejó porque era recibido con muchas banderas inglesas. Ante sus protestas, el presidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas, Antonio Cuyás, le respondió: “no se extrañe su excelencia porque estas islas se han construido libra esterlina sobre libra esterlina. Sin la inversión británica estas islas serían siete corrales de cabras”.
La implantación de la comunidad inglesa llegó a ser tan fuerte que en Gran Canaria, por ejemplo, no solo tenían sus grandes negocios y comercios, sino también sus propios cementerios, iglesias, hospitales o clubes de tenis, cricket o golf. Además, como sucedió con los grandes medios de comunicación, el fútbol, el pop u otros elementos de la cultura de masas, los ingleses fueron padres de una nueva industria: el turismo. “Desde el siglo XIX, Reino Unido ha sido el gran promotor del negocio del viaje organizado a Canarias”.
Shakespeare, Nelson o The Beatles tuvieron vinculación con Canarias
Pioneros de una industria que ha sido la absoluta protagonista de la economía canaria de las últimas décadas. Solo en lo que llevamos de siglo XXI, más de 70 millones de turistas británicos han pasado por Canarias, pero es que también una destacadísima colonia de ingleses se ha instalado en nuestras islas. Una comunidad que ha ido bajando sus cifras estos últimos años, pero que llegó a superar los 42.000 residentes en 2010, es decir más que la población conjunta de las islas de La Gomera, El Hierro y La Graciosa. Según el último censo, en Lanzarote residen 6.077 británicos (más que toda la población del municipio de Haría y casi la misma que el de Tinajo), mientras que en Fuerteventura viven habitualmente 3.962 británicos.
Anuncio de 1903.
Las relaciones no sólo han sido económicas o militares, el amplio abanico cultural también está lleno de conexiones. Solo en el área literaria, figuras cumbre de las letras inglesas como Shakespeare o Agatha Christie se vincularon de alguna manera a Canarias. El primero lo hizo nombrando el famoso canary wine en sus libros y la segunda pasando grandes temporadas en Tenerife y Gran Canaria mientras escribía sus novelas de misterio. Particularmente rica es la aportación a Canarias de la literatura de viajes y científica.
Varios investigadores canarios han tratado las relaciones entre Reino Unido y Canarias, destacando especialmente Nicolás Gonzáles Lemus. Además, recientemente hemos tenido la buena noticia, desde Lanzarote, de una publicación de síntesis histórica escrita en este caso por un divulgador inglés: Larry Yaskiel, quien ha ejercido de embajador cultural entre las dos islas durante las últimas décadas.
Más de 70 millones de turistas británicos nos han visitado en el siglo XXI
En el siglo XX, cine, televisión o música también han tenido excelsas vinculaciones, como por ejemplo la visita de los Beatles a Tenerife y las famosos fotos del grupo irlandés U2 en el Carnaval. Grandes personalidades o conocidos celebrities ingleses de todo tipo también han pasado por las islas en las últimas décadas. Desde el mismo Churchill a David Cameron, el promotor de la votación del Brexit que pasó varias vacaciones en Lanzarote como prime minister.
David Cameron en Lanzarote antes del Brexit.
Mucho antes de que se empezara a hablar siquiera de la Unión Europea, la huella británica en el Atlántico ya había sido muy fuerte. A Canarias le ha pasado como a otros archipiélagos de la Macaronesia. En su expansión industrial e imperial, a Reino Unido le venían muy bien estas bases atlánticas, en las que dejó gran parte de los avances que le hicieron liderar el mundo y, afortunadamente, poco de los atroces fantasmas de su colonialismo que mortifican su conciencia nacional.
Durante estos últimos seis siglos el Atlántico ha hermanado a las islas británicas y a Canarias de múltiples maneras. Dice el refranero tradicional español que al campo no se lo pueden poner puertas. A la espera de ver qué consecuencias trae el Brexit, recordemos que las fronteras no funcionan muy bien en los océanos.
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