El bioquímico Pedro Lozano participa en un seminario en Gran Canaria y recalca que la ‘química verde’ puede aportar desarrollos industriales sostenibles sin emanaciones, humos o desechos
Ciencia y ‘magia’ para una sociedad ante el abismo
El bioquímico Pedro Lozano participa en un seminario en Gran Canaria y recalca que la ‘química verde’ puede aportar desarrollos industriales sostenibles sin emanaciones, humos o desechos
“Podemos hacer transformaciones que son prácticamente como la magia”. Esta afirmación no pertenece a ningún iluminado o a un tratado medieval de alquimia. Muy al contrario, la frase surge de la conversación con el doctor en Bioquímica, catedrático y decano de la Facultad de Química de la Universidad de Murcia, Pedro Lozano, y hace referencia a la capacidad de esta rama científica para participar en desarrollos industriales sostenibles donde no se produzcan emanaciones, humos o desechos.
“Es lo que se ha dado en llamar la química verde”, explica este experto que participa esta semana en Telde (Gran Canaria) en el Seminario ‘Progreso Sostenible, Derechos Humanos y Naturaleza, organizado por la Fundación para el Progreso y el Conocimiento (Funproco) y la Casa Museo León y Castillo del Cabildo.
“Lo que aporta la parte bioquímica es que las transformaciones que ocurren en los seres vivos tienen el cien por cien de selectividad, es decir, que la totalidad de A se transforma en B, así que no hay subproductos ni desechos. Si llevamos esta herramienta a un proceso de interés industrial con medios de reacción podemos desarrollar, por ejemplo, disolventes que se recuperen al cien por cien. Imagine… No se evaporan nunca y los puedes recupera. Y la bioquímica es el cuore del asunto, la varita mágica”, especifica.
Lozano forma parte del panel de especialistas de este seminario que tiene lugar hasta el jueves 24 de junio y que toma como punto de partida los objetivos de la Agenda 2030, además de partir de la base de la interdependencia entre los Derechos Humanos y el desarrollo sostenible.
“La ciencia, y hemos tenido una prueba directa durante la pandemia, posee soluciones para los requerimientos de la sociedad. Los problemas que se han generado como consecuencia del deterioro medioambiental han sido, no fruto de la ciencia, sino del mal uso de los desarrollos científicos. Y es que la ciencia tiene respuesta para darle marcha atrás a bastantes de los problemas y retrotraernos hacia una sociedad y un modelo de convivencia que permitan una mayor sostenibilidad”, sostiene.
“Para hacer frente a estos desafíos hace falta fondos y dar mayor protagonismo a los científicos a la hora de tomar decisiones. Pero también está la parte educacional. A principios del siglo XX éramos 1.000 millones y ahora 7.800 millones, y consumimos muchos más recursos. Necesitamos un consumo responsable, no tan desaforado, porque esto no hay planeta que lo soporte”, advierte. En este sentido, reclama a la clase política una visión “menos cortoplacista”.
“Todo el mundo era consciente de que teníamos que minimizar el consumo de combustibles fósiles, y ha sido, desafortunadamente, un evento como la guerra en Ucrania, el que ha determinado que la agenda cambie hacia el desarrollo sostenible”, reflexiona. “Lo que ha imperado hasta ahora es la ley del mercado, pero necesitamos introducir criterios de sostenibilidad en los costes de producción a nivel mundial para que todos los países puedan jugar con las mismas reglas del juego”, agrega.
Igualmente, considera que Canarias reúne características para ser no solo un laboratorio, sino un ejemplo de sostenibilidad. “Yo creo que es un sitio ideal, ya que el propio aislamiento ha obligado a generar tecnologías propias para autoabastecer necesidades y es un sitio fantástico para desarrollar energías limpias y renovables o aplicar el uso de las biomasas. Le veo en un enorme potencial para llevar a cabo una verdadera transformación hacia una sociedad sostenible”, finaliza.
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