José Luis Rivero, Naredo y Martín Pallín exponen en un debate en el Club de Roma las dificultades de las Reservas para cumplir con los objetivos por los que nacieron
Los sabios de la Biosfera de Lanzarote, ante el deterioro ecológico del planeta
José Luis Rivero, Naredo y Martín Pallín exponen en un debate en el Club de Roma las dificultades de las Reservas para cumplir con los objetivos por los que nacieron
En el año 2021 se cumplieron 50 años del nacimiento del programa MaB Hombre y Biosfera (MaB por sus siglas en inglés) de la Unesco, que da lugar a la creación de las Reservas de la Biosfera. Es tiempo de reflexión sobre el rumbo de ese programa y el Club de Roma desarrolla un ciclo de debates online en torno a este aniversario.
El capítulo canario del Club de Roma se sumó a esa celebración y a esa reflexión con la participación de tres de los sabios de la Biosfera de Lanzarote: José Luis Rivero, como moderador, José Manuel Naredo y José Antonio Martín Pallín, además de Alicia Valero, ingeniera química y experta en minerales críticos, que también había participado en el seminario ‘Conciencia’, que se celebró en Arrecife en 2018 para conmemorar el 25 aniversario de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote.
Naredo colocó el papel del Programa MaB “entre el medio ambiente y los dogmas económicos”. Comenzó señalando que “las ansias de cambio del Programa MaB se han ido desinflando”. En los años 70 del pasado siglo, que él conoció bien, había grandes expectativas de cambio, pero ahora “cuanto más patente es la crisis de civilización, más difícil parece reconducirla”. En aquella época hay una toma de conciencia de la crisis económica y ecológica y “el cambio parecía plausible”. Se empieza a cuestionar la idea de crecimiento económico.
Sin embargo, esas expectativas de cambio se desinflan. ¿Por qué? Hay varias razones: las potentes inversiones en instituciones, políticas y discursos de imagen verde, la “invención” del medio ambiente o las Cumbres de la Tierra. Por un lado, dice Naredo, todas las políticas sobre lo verde han frenado las expectativas de cambio. Por otro, desde entonces, ha repuntado el pulso de la economía, cayó el precio del petróleo y aparecieron nuevas formas de dinero.
A partir de entonces es cuando se inventa el medio ambiente como sujeto y comienzan a proliferar las administraciones ambientales que dicen velar sobre algo de lo que en realidad carecen de competencias, ya que el medio ambiente lo condicionan el resto de políticas que se llevan a cabo. La especulación inmobiliaria, por ejemplo, es el ‘motor’ que impone en todas partes el mismo modelo.
¿Qué ocurre con las Cumbres de La Tierra? En Estocolmo, en 1972, se plantean asuntos de mayor fondo que en las posteriores, en las que se van suavizando los objetivos, ya que se empieza a relacionar la explotación del desarrollo económico solo con la contaminación y no con el resto de efectos, o se habla de la posibilidad de que el desarrollo sea sostenible y hasta se confía en la función reguladora de los mercados.
Se van perdiendo las reivindicaciones de los principios de equidad y de igualdad. Y acaban surgiendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que son “la carta a los Reyes Magos de la ONU”, ya que hay un conflicto entre esos objetivos y las reglas del juego económico, que los contradicen. Se banalizan, pues, tanto esas cumbres como las declaraciones sobre el clima. “La voluntad del Programa MaB de promover la conservación con uso languidece entre el medioambientalismo banal en boga y la falta de medios, a la vez que el deterioro ecológico sigue el pulso de la coyuntura económica”, señala Naredo.
Por tanto, el grueso de Reservas de la Biosfera no ha respondido y los objetivos del programa no se han conseguido. Para Naredo, existen cuestiones de fondo. En el ámbito económico, la metáfora de la producción encubre la realidad de la adquisición, ya que el desarrollo de un país no tiene que ver con la producción, sino que es una cuestión de poder y posición: “Un país desarrollado es el que ejerce su poder como atractor de capitales, recursos y población”. El más desarrollado es el más depredador.
De hecho, el país más rico, Estados Unidos, es el más endeudado, hasta 14 billones de dólares, que en gran medida no son exigibles. Hay un panorama inquietante, porque hay un lucro que queda fuera del PIB y que ensancha la brecha entre propietarios y redes clientelares y los que no lo son. No todo lucro es válido, ya que gran parte de él es un lucro corrupto, “pero ahora se santifica todo”.
“Cuanto más crisis de civilización, más difícil parece reconducirla”
Naredo señala que no todo el lucro es válido, pero “ahora se santifica todo”. De hecho, su último libro se titula Taxonomía del lucro. Este economista, premio nacional de Economía y Medio Ambiente, apuesta por pasar del sistema económico hacia una economía de sistemas. “¿Dónde estamos ahora?”, se pregunta. El cambio de paradigma de los años 70 no se ha producido, mientras que el Antropoceno sigue gozando de buena salud, igual que el enfoque analítico parcelario que impide ver la magnitud del problema, o la fe en que la tecnología lo va a solucionar todo. Hay que superar, por tanto, el divorcio entre economía y ecología y caminar hacia la integración del individuo en la sociedad.
A Naredo le preocupa la regresión y receta la necesidad de un cambio de paradigma sociocultural; que el mercado sea considerado solo como un instrumento, que haya un énfasis en la cooperación, que los ecosistemas humanos estén en simbiosis con la naturaleza, ir hacia una democracia participativa y un aumento de la cohesión social. “En esa lucha seguimos desde los años setenta y ha habido una regresión”, concluyó.
José Manuel Naredo.
Thanatia
Alicia Valero es autora de Thanatia. Los límites minerales del Planeta. Thanatia es un modelo de planeta crepuscular, donde no hay recursos. Sirve de referencia para saber a qué velocidad nos aproximamos a ese modelo y nos alejamos de Gaia. Valero habla de los límites de las materias primas, de los minerales, y evalúa los escenarios hacia los que nos dirigimos. Pone ejemplos: en los primeros 21 años del siglo XXI ya hemos extraído tanto cobre como en toda la historia, mientras que de aluminio hemos extraído el 40 por ciento que en el resto de siglos pasados. La depredación de la naturaleza es de un tres por ciento anual y la población solo crece el uno por ciento.
En una sola generación, en 25 años, habremos doblado las extracciones. Es una obviedad que no parece serlo: “En un planeta limitado los yacimientos se agotan”, comenta. Por otra parte, intenta determinar cuándo superará la demanda a la oferta. Considerando el mayor número de recursos disponibles, el pico se producirá antes de que finalice el siglo XXI. Pero muchos materiales ya lo han alcanzado o están próximos a hacerlo.
Además, hay otro elemento a tener en cuenta: cada vez las extracciones necesitan más energía. Hasta 2050 habrá un cuello de botella para plata, cobalto, litio, manganeso, telurio o zinc, entre otros, que son necesarios para desarrollar las energías renovables y el coche eléctrico, que también necesita neodimio o galio: “Un vehículo eléctrico es una mina con ruedas”. En 2050, la demanda ya sería mayor que la oferta para estos minerales: “Ya es un problema estructural”.
La conclusión más clara es que existen límites minerales a la transición ecológica. Vamos hacia una transición verde, hacia una descarbonización, una energía basada en renovables que no emita CO2. Sin embargo, se siguen necesitando materias primas y combustibles fósiles para extraerlas. Europa es importadora de estos materiales críticos que otros producen por nosotros y estamos a merced de terceros países, principalmente de China. Por un lado, no podremos prescindir de la minería ni delegarla a terceros países, pero es que, además, no se puede agotar ese capital mineral porque también es un patrimonio de las generaciones futuras.
“¿La economía circular es la solución?”, se pregunta Valero. Es un destino apetecible pero estamos muy lejos. Ahora gobierna el ‘usar y tirar’. Los nuevos teléfonos apenas son reciclables. No se pueden dividir y sacar los elementos. “Las tecnologías más eficientes energéticamente son menos sostenibles desde el punto de vista de los materiales”.
“Un vehículo eléctrico es una mina con ruedas. Hay límites a la transición”
La bombilla frente al led, por ejemplo. Tienen minerales imposibles de reciclar. En el caso de los vehículos, se recicla el 95 por ciento del peso, pero eso quiere decir que se recicla casi todo el acero y casi nada del resto de materiales. De cada cuatro vehículos se pierde uno.
¿Soluciones? Puede haber soluciones tecnológicas, usando menos materiales o sustituyendo unos más abundantes por otros menos, “pero se acabarán todos”, señala Valero. Así que hay que hacer productos que se puedan desensamblar mejor, recuperar materiales secundarios y hacer reformas legales.
Más que a una economía circular se puede llegar a una economía espiral, porque existen muchos límites. Valero considera que “está todo por hacer, porque las oportunidades de mejora son enormes”, y se pueden promover nuevos modelos de consumo y de uso porque “no hay planeta para tanta demanda”, “no hay recursos para pintar de verde la economía” y “no hay tiempo para cometer los fallos del pasado. Hay que comenzar a actuar ya”, concluye Alicia Valero.
José Antonio Martín Pallín.
Pesimismo
“Si desaparecieran los animales y las plantas, desaparecería el ser humano, pero si desapareciera el ser humano, los animales y las plantas vivirían mejor”. En José Antonio Martín Pallín, magistrado emérito del Tribunal Supremo, que recordó esa máxima, va progresando el pesimismo antropocéntrico y se pregunta “qué puede hacer el Derecho para solucionar esto”.
El Derecho es, al fin y al cabo, el conjunto de reglas que ordenan la convivencia y debe ser capaz de hacerlas cumplir. Martín Pallín considera que se avanza a golpe de desgracias o de tragedias y no por el respeto a las normas. Como ejemplo, la normativa medioambiental nace de los 25.000 muertos del desastre de la fábrica de plaguicidas de Bophal. La ecología ha ido avanzando a golpe de consenso en los foros internacionales, pero esto no ha sido suficiente.
De repente “ha prendido e, incluso, es una ideología política” el negacionismo del cambio climático, gracias a políticos reaccionarios como Trump, y el debate pasa de ser un debate científico a convertirse en uno entre fuerzas políticas. “No es suficiente solo con el delito contra el medio ambiente porque el mal avanza más rápido”, dice.
“Todas las guerras han sido por intereses de extracción de materias primas, hasta la Segunda Guerra Mundial”, señala Pallín, que, a su vez, recuerda que el antecedente de la Unión Europea es la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
Entre los avances, está la creación por parte de la ONU de la Corte Penal Internacional, aunque “han sido pocos los que han pasado por allí” y ninguno por delitos contra el medio ambiente, aunque sí podrían ser juzgados este tipo de delitos en esa Corte porque los daños duraderos y graves a la naturaleza son un bien jurídico protegido y equiparado a la vida.
Martín Pallín explica que el prestigioso jurista italiano Luigi Ferrajoli propone una Constitución para el Planeta que supere todos los tratados bilaterales existentes, pero necesitaría un Gobierno y un Tribunal mundiales, y esto, en principio, no es posible, aunque la globalización es un factor que juega a favor de esa posibilidad: “Es una utopía pero nos vamos acercando”. En cualquier caso, hace falta un nuevo pacto “antes de que sea demasiado tarde”, sentencia.
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