El Juzgado ha condenado a un joven por dos delitos de abusos sexuales cometidos sobre otras dos menores de edad en Lanzarote, cuando tenían menos de 16 años. Una de las víctimas sufrió una penetración vaginal sin que lo hubiera consentido y habiendo manifestado su rechazo.

El condenado, que en la actualidad es mayor de edad, reconoció haber cometido los delitos, tal y como se refleja en la sentencia dictada por el Juzgado de Menores número uno.

En la resolución judicial se declara probado que, en julio de 2018, cuando la víctima tenía 15 años de edad, el acusado, que también era menor, “con ánimo de menoscabar su libertad sexual y sin que mediara consentimiento”, le bajó los pantalones y la ropa interior y la penetró vaginalmente.

Aunque en su declaración ante la Fiscalía, en febrero de 2020, negó haber abusado de la víctima, en la audiencia celebrada en el Juzgado este pasado mes de noviembre confesó los hechos delictivos.

El condenado también reconoció que, en 2019, aprovechó que otra víctima se encontraba dormida cuando, “con ánimo de menoscabar su libertad sexual y sin que mediara consentimiento”, le “tocó los pechos”.

La sentencia impuso al acusado sendos delitos de abuso sexual a menores de 16 años. La Fiscalía modificó su escrito inicial y solicitó la imposición de una medida de un año y nueve meses de internamiento terapéutico en régimen semiabierto, con los últimos tres meses en libertad vigilada.

También solicitó una indemnización de 3.000 euros a las afectadas por “el daño moral causado” y para “compensar económicamente el menoscabo sufrido”.

El Código Penal, en la redacción que estaba vigente cuando se cometieron los delitos, castigaba como responsable de abuso sexual a menor, con la pena de prisión de dos a seis años, al que “realizare actos de carácter sexual con un menor de dieciséis años”.

El Juzgado de Menores de Las Palmas ha acordado, en una sentencia de conformidad, que al condenado, que ahora tiene 20 años, se le suspendiera la medida impuesta en la sentencia de internamiento, con el argumento de que “no supera el plazo de dos años” y “así lo aconsejan las circunstancias de todo punto concurrentes en la actualidad”.

Eso sí, la suspensión de esa medida está sujeta a condiciones: a no ser condenado por cualquier delito en el citado periodo, a que “asuma el compromiso de mostrar una actitud y disposición de reintegrarse a la sociedad, no incurriendo en nuevas infracciones” y a que durante ese plazo, de un año y nueve meses, “cumpla un régimen de libertad vigilada”. Tampoco podrá acercarse a la principal víctima ni comunicarse con ella.

Origen del caso

La denuncia de esta joven, en la Comisaría de la Policía Nacional de Arrecife, fue la que dio origen a la investigación. El condenado y la víctima compartían club de piragüismo, donde se conocieron, y estudiaban en el mismo instituto. Señaló que iniciaron una relación de amistad, pero que su actitud era “muy absorbente”.

El condenado negó la acusación ante la Fiscalía, pero la admitió en el Juzgado

Sobre el abuso sexual, denunció que en un momento en que estuvieron a solas, el condenado le hizo tocamientos pese a su negativa. Tal y como se refleja en la denuncia, el condenado se bajó las pantalones y la víctima se sintió “bloqueada”, sin saber “cómo reaccionar”. No obstante, le dijo “que no claramente”, pero el chico “hizo caso omiso”.

Ante la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM), especializada en prevención e investigación de infracciones penales sobre violencia de género, doméstica y sexual, la joven manifestó que presentaba la denuncia porque no quería que le pasasen “este tipo de cosas a otras niñas”, después de haberle contado lo que había sufrido a una amiga, que la acompañó a asesorarse hasta la Policía.

En un informe en el marco de la investigación, la Policía llegó a calificar al ahora condenado como “un auténtico depredador sexual” e investigó presuntos episodios de índole sexual con otros cinco menores del mismo club deportivo.