Inés Dug, arqueóloga e hija adoptiva de la Isla
“Hay que hacer visible el pasado de Lanzarote”
Inés Dug, arqueóloga e hija adoptiva de la Isla
Inés Dug (Fuente de Cantos-Badajoz, 1941) llegó por primera vez a la Isla en 1966. Es la responsable de las primeras excavaciones en el yacimiento de Zonzamas y ha sido propuesta como hija adoptiva de Lanzarote. Con ocho años dejó su pueblo para seguir los estudios interna en un colegio de Badajoz y después acabó el Bachillerato y la carrera universitaria en Madrid. Dice que este nombramiento es el mejor regalo que le han hecho y reclama que se visibilice la historia de Lanzarote con el Museo de Sitio de Zonzamas y el Museo Arqueológico. La entrevista se realiza en Zonzamas.
-¿Cuál fue su primera impresión de Lanzarote? Venía usted de Madrid a un lugar que estaba empezando el desarrollo turístico...
-Tardé 24 horas en llegar porque fui dando saltos por toda África. Fue tan impactante que no me puedo olvidar. Mi suegro era notario aquí, había venido tres años antes, y yo conocí a mi marido porque mi suegro estuvo de notario en mi pueblo. En 1966 me invitaron a pasar las navidades en Lanzarote, con mi marido y sus hermanos, que eran siete, y nos pateamos la Isla entera. A mí me dejó impactada, me atrapó, fue algo espectacular. No dio tiempo a más en esas navidades, que ya estaban los Jameos del Agua y el Hotel Fariones, donde pasamos la Nochevieja. A mí la Isla me dejó alucinada porque me encanta la naturaleza. Esto era como un museo de desiertos, porque había todo tipo de desiertos. Después nos casamos y nos vinimos al instituto a dar clase.
-Esa primera vez que vino ya tenía usted interés en la arqueología…
-Estaba terminando la carrera. Yo trabajaba como colaboradora, digamos, en el Museo Arqueológico Nacional y en el departamento de prehistoria, que lo dirigía Martín Almagro, que también era el comisario de excavaciones cuando visité por primera vez Zonzamas.
-¿Quién le habló de Zonzamas?
-Un amigo nuestro, Enrique Díaz, me presentó a Juan Brito. Me dijo: “A ti, quien te va a interesar es Juan Brito, que es el que está recogiendo por toda la Isla lo que se encuentran los campesinos”. Y vinimos a Zonzamas, que nos lo enseñó Juan, que estaba encantado, como era él de expresivo, y nos contó que esto era el Palacio de Zonzamas... Yo ya sabía en cierto modo lo que era una excavación y cuando vi esto dije: es un yacimiento importante. Esas casas (señala) no tienen que ver con esta muralla. Estaba todavía la estela (un gran bloque de piedra de una sola pieza) ahí puesta en la muralla. No estaba la otra estela grande, lo que llaman el verraco, una estela enorme que está tallada y que estaba aquí, pero se la habían llevado al Puerto de Los Mármoles y luego al Castillo de San Gabriel y estuvo a punto de desaparecer de la Isla. Esa piedra la conocía todo el mundo. La vi en el Castillo de San Gabriel y se salvó gracias a Juan, está claro. Entablé amistad con Juan porque a los dos nos apasionaba esto, y me fue enseñando la Isla, las cuevas...
“Zonzamas es uno de los yacimientos más importantes de Canarias, por estar intacto”
-¿Ya tenía conocimiento o interés por el mundo aborigen?
-Mi experiencia era muy distinta. Todo lo que había trabajado era en las excavaciones romanas. No conocía nada del mundo aborigen. Ya había mucha investigación pero en Tenerife y Gran Canaria. La Cueva Pintada ya se conocía y, en Tenerife, Cuscoy (Luis Diego Cuscoy, creador del Museo de Arqueología de Tenerife) había hecho muchas excavaciones. Yo lo conocí aquí y fue una persona encantadora conmigo. Era una principiante y me enseñó todo lo que hacía.
-¿Comienza a excavar ya cuando es profesora en el instituto? ¿Cómo fue esa experiencia docente?
-Aún no. Mi marido es físico. Nos propusieron venir y dijimos que sí. Era difícil encontrar profesores y pensamos que era un viaje de novios que nos iba a durar uno o dos años y nos vinimos. Ese año sí que ya empecé a poner orden. Juan (Brito) me dejó fotografiar y dibujar todo el material que tenía, de cerámicas y molinos y todo eso... Después volvimos a Madrid porque mi marido quería seguir investigando en la Universidad. Yo me fui a hablar con Martín Almagro y se lo planteé: en Lanzarote hay un yacimiento importante y nadie lo ha excavado nunca, pero hay documentos que nos hablan de ello, como los de René Verneau. Tardé tres años en convencerlo para empezar la excavación y para tener el permiso y el dinero.
-¿Con qué medios empezó?
-Poquísimos. No lo recuerdo bien, pero no creo que llegara ni a 100.000 pesetas. Convencí a Martín Almagro para que viniera una Semana Santa y ya no hubo duda. Me dijo: este verano empieza usted a excavar. Hablamos con José Ramírez, que era presidente del Cabildo, y nos facilitó todo. Nos dio el permiso, porque este terreno era particular y se encargó él. No hubo problema. Nos proporcionó cuatro obreros del Cabildo y así empezamos en 1971.
-Usted se da cuenta rápidamente de la importancia del lugar.
-Era evidente por la cantidad de restos que había. Lo primero que hice fue documentarme. En superficie no se veía nada. Sabíamos que las tres casas que había eran históricas, teníamos la documentación de la gente que vivía aquí en Zonzamas en el siglo XIX. Nuestra idea era limpiar todo y ver cuál era la estructura de las casas y qué nos encontrábamos, y lo que nos encontramos fue que las casas estaban en el segundo muro. El muro estaba un poco desviado y pensamos que era consecuencia de las erupciones, que habían desviado su base, pero abrimos una cuadrícula y nos encontramos con ese semicírculo y pensamos que no tenía que ver con esto. Paramos y empezamos a excavar en superficie, porque todo estaba debajo, todo estaba enterrado. Esto era un llano y solo había cerámica, que no hacía falta levantar nada para encontrarla.
-Antes ha nombrado a Verneau, que en uno de sus libros dejó escrita la sensación de que “en Lanzarote todo se esconde”. ¿Tiene usted esa misma sensación?
-Claro. Verneau habla de unas casas hondas, aunque habla de Tahíche, pero no sé si se refiere a Zonzamas, aunque él era muy puntilloso cuando escribía, muy científico. Él no vio estas casas hondas, así que ya estaban ocultas, enterradas. No es lo mismo una cueva que una casa honda. Una casa honda es una construcción que se ha hecho semienterrada y de la que solo sale a la superficie una parte muy pequeña y tapada con piedras. Tiene dos funciones: la habitabilidad, que sea confortable, y estas casas lo son. Le daban un tegue a las paredes por dentro, que es un aislamiento perfecto. La segunda función era por una cuestión disuasoria, para evitar que los vieran desde la costa, por los ataques de los piratas. Esa semicúpula que hacían estaba perfectamente mimetizada con el terreno, y eso lo dice Verneau en el siglo XIX. Parece que está describiendo las casas tal cual son.
“Tiene que haber un museo arqueológico que recoja toda la historia de la Isla”
-¿Zonzamas es el yacimiento más importante de Lanzarote?
-Pero no solo de Lanzarote. Es que Zonzamas tiene una construcción que es única. Es tan singular que aún no sabemos qué función podía tener. Es única. Zonzamas no es solo el yacimiento más importante de la Isla, sino que es uno de los más relevantes de Canarias, porque se ha encontrado intacto. Esto lo enterraron ex profeso.
-Y siendo así, ¿no tiene la impresión de que hay un gran desconocimiento popular sobre el yacimiento?
-Esa es una cosa por la que yo he estado luchando siempre. Cuando empezamos esta excavación nos propusimos crear un museo para que de la Isla no saliera ni una pieza, porque en los museos grandes se pierden muchas cosas o las dejan en una caja. Lo primero que hicimos fue nombrar un guarda arqueológico para proteger la arqueología de la Isla, porque no existía esta figura, ya que lo que hacía Juan Brito era por su cuenta y riesgo, aunque él lo donó todo al museo. De aquí no salió ni una pieza. Yo no me llevé nunca ni una pieza a Madrid. Venía a trabajar aquí, en navidades o en verano. El Castillo de San Gabriel era del Ayuntamiento. José Ramírez y Rogelio Tenorio se pusieron de acuerdo porque a los dos les interesaba y les pareció maravilloso. Nos ayudaron ambos. El Ayuntamiento cedía el castillo y el Cabildo lo acondicionó, y así empezó ese pequeño museo donde se empezaron a llevar todos los materiales que tenía Juan y lo que salió de aquí, de Zonzamas.
-Pero han pasado muchos años, en el castillo ya no están esas piezas y la Isla sigue sin Museo Arqueológico.
-A mí eso me da mucha pena. Siempre he pensado que no solo por esta excavación, porque hay más excavaciones por toda la Isla y más arqueólogos. Se han hecho muchas. Hay que darle visibilidad a ese material porque es la única forma de que lo conozcan los niños. A los niños que los llevan a un museo no se les olvida. Lo sé por experiencia porque cuando era pequeña me llevaban mis padres y no se me ha olvidado en la vida. Si está guardado en cajas no nos sirve. Es que hay que visibilizar el pasado de la isla de Lanzarote. Ahora empezarán las obras del Museo de Sitio de Zonzamas...
-Que también llevaba parado muchísimos años.
-Me llenó de alegría... Por lo menos, uno. Lo que pensamos todos los que nos dedicamos a esto es que tiene que haber un museo arqueológico insular y que recoja toda la historia de la Isla. En Órzola se han encontrado huevos de ratites (avestruces) con seis millones de años. La historia de la Isla debería empezar desde ahí, pero necesitamos un museo.
-Y en Zonzamas, ¿aún queda mucho por descubrir?
-Claro que hay mucho más. Es muy poco lo que hemos sacado. Es una mínima parte de lo que esperamos que haya.
-¿Se imaginó alguna vez que podría ser Hija Adoptiva de Lanzarote?
-Nunca. La verdad es que siempre me he sentido de aquí porque a mí esta isla me atrapó desde el principio. A mí y a toda mi familia. La mitad de mi familia sigue viviendo aquí, nos hemos quedado aquí. Mi trabajo me ha apasionado y este es el punto de reunión de toda la familia. Ya han nacido aquí dos generaciones nuestras. Este es el mejor regalo que me han podido hacer en mi vida. No me lo esperaba.
Añadir nuevo comentario