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Matías Mata: “Lo bueno del mural es que es efímero, si te molesta lo borras”

Bajo su sello Sabotaje al montaje, la obra del artista canario ha sido seleccionada entre las mejores del mundo convirtiendo al muralista en un referente nacional de esta modalidad artística

María José Lahora 0 COMENTARIOS 26/02/2023 - 08:26

Uno de los últimos logros del muralista Matías Mata bajo su sello Sabotaje al montaje ha sido el mural de un edificio de la localidad valenciana de Alberic. Una iniciativa artística que llevaba diez años fraguándose, esperando el formato adecuado para realizarse, dado que por sus grandes dimensiones no podía plasmarse en ninguna de las islas canarias donde suele desarrollar habitualmente su labor. Una obra que ha sido reconocida como una de las mejores del mundo por los premios Street Art Cities. Representa a una mujer desnuda al sol sobre una silla y ocupa todo el eje vertical de una fachada que ocupa 200 metros cuadrados en total. “Esta pared era de las medidas perfectas de la fotografía que hice en su momento”.

Matías Mata, natural de Lanzarote, ha dejado su impronta social en distintos trabajos artísticos en su isla natal y también en Fuerteventura. Eligió Tenerife como base de operaciones y de residencia para, desde allí, volar a cualquier parte del planeta donde pueda demostrar su creatividad artística.

Aunque no siempre con la bendición de todo el público, como la obra del Centro Cívico de Playa Honda, un mural en blanco y negro que abarca toda la fachada del edificio. El resultado final se traduce en conceptos lineales y abstractos con el negro y el blanco como colores principales. “De esta manera, Lanzarote ofrece a su población una pintura mural sin romper con la herencia cultural que dejó César Manrique en la Isla”, han comentado algunos críticos.

Matías explica al respecto, que en la invitación del Ayuntamiento de San Bartolomé se contemplaba la normativa de homogeneidad de las fachadas del municipio donde predomina el blanco y negro. “Hice mi obra más abstracta. Me hubiera gustado hacer una explosión de lava, aunque al final se convirtió en coladas. Se trata de un centro cultural y quería generar ese dinamismo urbano a través de la escala de grises. Fue aceptada, aunque no siempre se puede agradar a todo el mundo. Contaba además con un presupuesto para pintar sólo la mitad del edificio, pero por ser conejero quise pintar todo el inmueble”.

Según añade Mata, en esta iniciativa urbana quiso alejarse más de su parte social y crear una obra artística más abstracta en la que cada día el espectador o transeúnte vea algo distinto. “Lo bueno de la obra mural es que es efímera, si te molesta la borras. Al situarse en un espacio público tiene los dos condimentos: social y artístico”.

El peso de Manrique

Esta no es la primera vez que se encuentra con detractores de su obra en la isla que le vio nacer. Ya cuando plasmó su arte urbano en la plaza de El Almacén en 2017 en una casa donde predominaba el color se produjo controversia, dice que incluso entre su propia familia. “Es bueno que se creen esas contradicciones y haya debate y diálogo. Creo que por mil murales que se pinten en Lanzarote no va a cambiar ese concepto del gran César Manrique”.

Por el contrario, opina que el artista lanzaroteño estaría a favor de este tipo de intervenciones. “Puede ser que por su legado y como ha sido entendido se ha podido ralentizar a artistas durante varias décadas. Aunque habría que preguntárselo a los propios artistas de la tierra. Yo no vivo allí y no soy el más indicado para opinar, pero me da la sensación de que los artistas querían contar con su propio espacio para desarrollarse. Lanzarote va con retraso en lo que a intervenciones en espacios públicos se refiere, cuando debería fomentar esa semilla que dejó Manrique”, dice.

“Me gusta tirarme a la calle y pintar. Cualquier sitio es bueno para la expresividad”

“Hay una corriente a nivel mundial de aplicar el color en el espacio público en el que se relata la forma de vivir del lugar y que se puede reflejar de mil maneras”, matiza. Él mismo asegura que se caracteriza por “crear diálogo con el entorno”.

Lejos de su tierra natal, uno de sus próximos proyectos lo llevará a cabo en la localidad de Ondarroa (Bizkaia), donde disfrutará de una residencia artística el próximo mes de junio. Es un pueblo que le impresionó por su tranquilidad, a pesar de situarse en la costa cantábrica. “Un pequeño bastión alejado de la globalización y del turismo donde viven de la economía circular”.

‘Mujer desnuda al sol’, mural de grandes dimensiones con el autor a pie de muro en Alberic.

Orígenes

Bajo el mensaje Sabotaje al montaje, lema proveniente de un proyecto de participación social en Añaza, Matías Mata lleva a cabo sus murales en todo el mundo. El artista, que cursó Bellas Artes en Cuenca, comenzó sus andanzas como artista urbano con el graffiti y en 1996 pasó a desarrollar su inspiración artística con murales de mayor formato “también ilegales”, matiza. “Así empecé a malvivir de este arte”.

“Hoy esta forma de expresión artística se ha normalizado, está de moda y se visualiza como arte a nivel mundial. Algo que está muy bien, porque así todos los muralistas vamos a poder trabajar durante unos años hasta que la ola pase”, comenta.

Asegura que en su creación predomina la libertad. “Cuando salgo a la calle soy libre”. Al pintar inicia un diálogo ciudadano. “Habrá a quien le guste más o menos, pero es lo más importante del mural”. Explica que inicialmente, los vecinos suelen ver una “violación del espacio”, pero conviven con el artista, día a día y durante horas, y ya no hay excusa: “Nos ven como unos trabajadores que están imprimiendo su sensibilidad”.

“El graffiti vino a refrescar la obra muralista. Así empecé a malvivir del arte”

Considera que “el graffiti vino a refrescar el movimiento muralista, una disciplina académica que también se expresa en la calle, que no abandona ese apartado social aunque quizás ahora con mayor peso de la parte estética”.

Matías destaca la oportunidad que le ha dado el graffiti para poder abrirse y salir de las Islas. Cuenta con presencia en cuatro continentes. Asegura que es poco ambicioso. “Me gusta tirarme a la calle y pintar. Cualquier sitio es bueno”, dice.

Durante su trayectoria artística, en la que ha desarrollado su talento como muralista, también fue comisario de encuentros de artistas y ha participado en muchos de ellos, como algunos de los más prestigiosos de Fuerteventura. Destaca que estas convivencias posibilitan un intercambio artístico y conceptual. “Te permite crecer tanto como artista como persona. Hay que alimentarse de ello, de lo contrario no avanzamos y más en una época en la que hay un retroceso brutal de todos los derechos”.

Fue en el proyecto desarrollado en Alberic donde conoció a una joven promesa del arte mural que ya se ha convertido en todo un referente de las nuevas generaciones, Dadospuntocero, también seleccionado por la plataforma Street Art Cities, del que valora especialmente su hiperrealismo.

Mural de ‘El Pescao hablador’ en el barrio de El Charco en Puerto del Rosario. Foto: Carlos de Saá.

Huella majorera

El primer mural que realizó en Fuerteventura, hace cuatro años, fue El Pescao hablador en el barrio de El Charco de Puerto del Rosario, con el que dio vida a una pared de cuatro metros de altura en tan sólo cuatro días. Se trata de la imagen de un pescador que tiene en la mano una vieja que habla con una gota de petróleo. Inicialmente iba a ser la imagen de un pescador de la zona, pero al ver el dibujo de su rostro tan dimensionado acabó declinando la invitación para ser el protagonista de esta joya del arte urbano con mensaje social.

Finalmente, Matías aprovechó la fotografía de un pescador de San Andrés. “Era la época de la lucha contra las compañías petrolíferas y pretendía ser una crítica sutil y el mensaje se resume en que, al final, los peces iban a hablar con petróleo”, explica Mata para describir la idea que desea transmitir con esta obra de gran formato.

Cree que otro trabajo importante es “educar a la población” en materia artística. Pero, sobre todo, “el mural contribuye a que la gente se pare ante la obra y comunique”. Cuenta que cuando desarrollaba el dibujo de El Pescao hablador acabó comiendo con la familia que reside justo enfrente del muro y creó un “vínculo”. Define el mural como “recuperación de espacios” más que como embellecimiento. Y resalta la oportunidad que han tenido los artistas majoreros al contar con la posibilidad de ejercer su oficio en la Isla. En algunos casos incluso dibujando su ópera prima gracias a que les han facilitado materiales y recursos. “Eso en ninguna otra isla lo han hecho”.

Junto a El Pescao hablador, en Fuerteventura destacan también murales como En Construcción, ubicado en la calle María Estrada de Puerto del Rosario y donde retrata a una pareja de jóvenes de cuerpo entero “construyendo un pueblo canario”. El mensaje no es otro que “dar paso a la gente joven que tiene que seguir construyendo esto”. También destacan algunos encargos como el de la Autoridad Portuaria para el puerto de la capital majorera.

Durante muchos años, los temas centrales de los mensajes de Matías han girado en torno al medio ambiente y la tercera edad. “El mar, los microplásticos... será que como vivo en una isla lo veo y lo consumo”. En cuanto a los mayores, señala que “es el reconocimiento al camino realizado por el hombre que cuando llega a una determinada edad, la sociedad lo rechaza y lo deja de lado”.

‘En Construcción’, en la calle María Estrada de Puerto del Rosario, donde retrató a una pareja de jóvenes de cuerpo entero “construyendo un pueblo canario”.

 

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